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Someten a examen un prometedor fármaco para tratar la epilepsia canina idiopática

Someten a examen un prometedor fármaco para tratar la epilepsia canina idiopática

Aproximadamente el 30 % de los pacientes caninos con epilepsia idiopática desarrollan epilepsia refractaria
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Tres perros mostraron una disminución en los días de convulsiones al mes.

La epilepsia idiopática canina es una enfermedad crónica con una prevalencia estimada del 0,6 al 0,75 % de la población canina, con una incidencia mucho mayor en ciertas razas caninas. Aunque se siguen realizando investigaciones sobre intervenciones no farmacológicas, como las modificaciones dietéticas y la estimulación del nervio vago, en la actualidad los medicamentos antiepilépticos siguen siendo la base del tratamiento para la epilepsia canina.

 

La selección de fármacos antiepilépticos generalmente se realiza en función de factores del fármaco (por ejemplo, tolerabilidad, frecuencia de dosificación, factores reguladores, interacciones medicamentosas y mecanismo de acción), factores del paciente (por ejemplo, comorbilidades, frecuencia de convulsiones y semiología) y factores del cliente (por ejemplo, gasto del fármaco y necesidad de seguimiento).

 

Aproximadamente el 30 % de los pacientes caninos con epilepsia idiopática desarrollan epilepsia refractaria, que se define como un control inadecuado de las convulsiones a pesar de los niveles séricos adecuados o las dosis apropiadas de dos o más fármacos antiepilépticos (FAE) típicamente efectivos. Hasta hace poco, el fenobarbital y el bromuro de potasio se han considerado las principales opciones de tratamiento con FAE según la disponibilidad, la experiencia y el coste. El fenobarbital ha demostrado una tasa de éxito del 82 % y del 73,9 % para el bromuro de potasio, pero muchos pacientes aún son sacrificados debido a convulsiones recurrentes o efectos adversos de los medicamentos. En las últimas dos décadas, otros FAE de nueva generación se han vuelto disponibles para perros, como la imepitoína, el levetiracetam y la zonisamida, con diferentes niveles de evidencia para recomendar su uso como monoterapia o politerapia. Si bien se necesitan más ensayos controlados aleatorios, ciegos y de tamaño adecuado que evalúen la eficacia de todos los FAE disponibles para su uso en la epilepsia canina para ayudar a llenar nuestros vacíos en el conocimiento, se necesitan nuevos medicamentos con un perfil de efectos secundarios mejorado y tolerabilidad para su uso en perros.

 

Un prometedor fármaco para tratar la epilepsia canina idiopática

 

La huperzina es un alcaloide sesquiterpénico natural derivado del musgo Huperzia serrata. Es un inhibidor central reversible, potente y altamente específico de la acetilcolinesterasa que puede atravesar la barrera hematoencefálica, lo que produce un aumento significativo de los niveles de acetilcolina en el cerebro, y ha demostrado propiedades antiepilépticas en roedores. 

 

Investigadores australianos han explorado en un trabajo una serie de casos prospectivos para investigar una nueva forma sintética de liberación prolongada (huperzina A) en un grupo de pacientes caninos con epilepsia idiopática como posible nuevo anticonvulsivo.

 

Los pacientes fueron derivados a un neurólogo para el manejo de su epilepsia. Se programó una visita inicial en la que se les realizó una exploración física y neurológica general completa, se evaluó el diario de convulsiones, el hemograma completo, la bioquímica y los niveles séricos de anticonvulsivos. Se discutieron los objetivos y protocolos del ensayo clínico con los pacientes y se obtuvo el consentimiento informado para la inclusión. 

 

Huperzina a una dosis inicial de 10 ug/kg por vía oral cada 12 h

 

La fase de tratamiento consistió en la administración de huperzina a una dosis inicial de 10 ug/kg por vía oral cada 12 h. El aumento de la dosis se produjo después del período de tratamiento de dosis inicial cada 2 días hasta un total de 25 ug/kg cada 12 h el día 3 y 50 ug/kg el día 5. Después del día 5, se controló la frecuencia de las convulsiones.

 

Seis perros de clientes cumplieron los criterios de inclusión y fueron reclutados para el estudio. El caso 1 fue un Kelpie de 5,5 años, el 2 un Border Collie de 9 años, el tercero un Jack Russell Terrier de 7 años, el 4 un Staffordshire Bull Terrier de 2 años, el quinto otro Kelpie de 8 años, y el sexto y el último, un Golden Retriever de 4 años. Los autores presentaron caso por caso la respuesta del animal ante el nuevo tratamiento, reflejaron los resultados obtenidos.

 

En general, la huperzina fue bien tolerada; los casos 1 y 2 informaron vómitos transitorios durante los períodos de escalada de dosis que se resolvieron sin tratamiento. El caso 1 fue diagnosticado con colangiohepatitis bacteriana en la semana 20 y se le dio de baja del ensayo clínico; sin embargo, continuó con huperzina en las dosis previas sin observar efectos adversos. El caso 5 fue encontrado muerto en el patio trasero durante la semana 8 del ensayo. Desafortunadamente, “sus dueños no dieron su consentimiento para una autopsia, lo cual habría sido ideal para descartar un evento adverso asociado con la administración de huperzina”. Sin embargo, los autores supusieron que su muerte fue secundaria a un episodio de estado epiléptico dadas las circunstancias en las que fue encontrado con evidencia de actividad convulsiva reciente.

Por otro lado, también comentaron que no se observaron cambios hematológicos durante el tratamiento, en relación con los valores previos al tratamiento para ninguno de los perros en el ensayo.

 

En cuanto a la eficacia del tratamiento, se registró el promedio de días con convulsiones al mes antes y durante el tratamiento, así como el promedio de convulsiones al mes y los períodos interictales promedio antes y durante el tratamiento.

 

Mejoras en la frecuencia de las convulsiones 

 

Los pacientes 1, 2, 5 y 6 mostraron una disminución en los días de convulsiones al mes, y los pacientes 1, 2, 3, 5 y 6 una disminución en el promedio de convulsiones al mes, aunque esta mejoría no superó el 50 % en el número de convulsiones ni en la reducción de los períodos interictales. “Curiosamente, los dueños de los casos 3 y 6 también informaron de una mejora drástica de su calidad de vida debido al aumento de los niveles de energía, la disminución de la inquietud y la mayor capacidad de respuesta. Ambos propietarios optaron por continuar con la huperzina tras la interrupción del tratamiento de prueba como resultado de esta mejora percibida en su calidad de vida”, añaden.

 

En resumen, a pesar de recabar en el pequeño tamaño de la muestra como la principal limitación del estudio, los autores consideran que “en esta pequeña población de pacientes caninos con epilepsia refractaria, la huperzina pareció ser bien tolerada y mostró algunos efectos positivos en el comportamiento”, pero se requieren más estudios para investigar su posible actividad anticonvulsiva en un grupo más amplio de pacientes.

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