La epilepsia, la enfermedad neurológica más común en perros, tiene un trasfondo complejo que se cree que involucra factores tanto genéticos como ambientales. Las investigaciones en humanos muestran que los oligoelementos y los metales pesados desempeñan un papel en la epilepsia.
Una tesis doctoral realizada por la veterinaria finlandesa Sarah Rosendahl investigó la concentración de oligoelementos y metales pesados en la sangre y el pelaje tanto de perros con epilepsia como de perros sanos. Se utilizó un cuestionario para obtener información sobre otros factores que podrían influir en los resultados. En el estudio se examinaron 123 perros de diversas razas.
“Quería incluir análisis de pieles porque pueden mostrar niveles a largo plazo de oligoelementos y metales pesados. La sangre muestra estos niveles sólo en el momento de la toma de la muestra”, explicaba Rosendahl.
Los resultados mostraron que los perros diagnosticados con epilepsia idiopática, la forma más común de epilepsia canina en perros, tenían niveles significativamente más altos de selenio y cobre, y niveles más bajos de cromo, en la sangre o en el pelaje, en comparación con los perros sanos. El selenio y el cobre son oligoelementos importantes que los perros necesitan, pero en niveles excesivos también pueden tener efectos nocivos para el organismo. El cromo es un oligoelemento importante para el equilibrio del azúcar en sangre.
“Necesitamos más investigaciones para comprender el papel de estos oligoelementos en la aparición y el desarrollo de la epilepsia. Tampoco sabemos si los niveles alterados de oligoelementos se deben a una ingesta demasiado alta o demasiado baja de estos elementos en la dieta, o si se debe a otros factores. Por lo tanto, basándonos en estos resultados, no podemos hacer ninguna recomendación para reducir o aumentar la ingesta de oligoelementos específicos en la dieta del perro", afirma Rosendahl.
La investigación también mostró que los perros tratados con bromuro de potasio, un medicamento para la epilepsia, tenían niveles significativamente más altos de arsénico en la sangre y el pelaje, lo que indica que el medicamento afecta la excreción de arsénico del cuerpo. Según Rosendahl, se necesitan más investigaciones para determinar si esto tiene algún efecto negativo en la salud de los perros.
Dado que la epilepsia canina es similar a la epilepsia humana, “los resultados de la investigación pueden beneficiar también a la investigación sobre la epilepsia humana”, añade.