La epilepsia es una enfermedad neurológica común en humanos y perros. Se sabe comúnmente que el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el comportamiento de miedo y ansiedad, así como la disfunción cognitiva, son comorbilidades de la epilepsia en ambas especies y se supone una relación bidireccional. Las comorbilidades neuroconductuales afectan la calidad de vida de los propietarios y sus compañeros caninos, reflejando los desafíos que enfrenta la epilepsia humana.
El manejo de las comorbilidades en la epilepsia humana y canina, a través de nutrición, medicación y modificaciones del comportamiento, aún está en sus inicios. Por tanto, es necesaria la búsqueda de estrategias terapéuticas eficaces y bien toleradas para mitigar las comorbilidades conductuales y las disfunciones cognitivas.
La epilepsia generalmente se trata con medicamentos anticonvulsivos (ASD), pero no todos los casos responden adecuadamente a los ASD. En los perros, la epilepsia resistente a los medicamentos (EDR) es definida como el fracaso de ensayos adecuados de dos tratamientos bien tolerados y elegidos apropiadamente para lograr una ausencia sostenida de convulsiones.
Según esta definición, dos tercios de los perros con epilepsia se clasifican como resistentes a los medicamentos. En esta población las comorbilidades conductuales están presentes en mayor medida. Sin embargo, hasta la fecha todavía no se ha dilucidado claramente cómo se desarrollan y progresan estas comorbilidades conductuales y disfunciones cognitivas en los pacientes afectados durante la epileptogénesis o la progresión de la enfermedad y su tratamiento.
EJE MICROBIOTA-INTESTINO-CEREBRO
Un vínculo prometedor entre las comorbilidades conductuales y la epilepsia podría ser el eje microbiota-intestino-cerebro (MGBA). La MGBA se refiere a una comunicación bidireccional entre la microbiota gastrointestinal (GIM) y el cerebro. El término MGBA resume muchas vías, incluido el sistema nervioso entérico como parte del sistema nervioso autónomo, el eje hipotalámico, pituitario y suprarrenal, la vía inflamatoria, el sistema inmunológico y neuroendocrino, así como los tractos neurales. El trasplante de microbiota fecal (FMT) se considera un procedimiento eficaz para recalibrar GIM mediante la administración de material fecal de un donante no afectado a un paciente enfermo.
En la última década, se ha informado que varios trastornos neurológicos y neuropsiquiátricos, incluida la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, los trastornos del espectro autista y la epilepsia, tienen alteraciones GIM.
Estos hallazgos plantean la cuestión de si el trasplante de microbiota fecal puede normalizar la microbiota gastrointestinal y, en consecuencia, mejorar los signos clínicos en estos pacientes. Basándose en el principio del eje microbiota-intestino-cerebro, múltiples estudios han demostrado que el comportamiento puede trasplantarse de animales afectados a animales no afectados e incluso a través de barreras entre especies. Un estudio preclínico demostró que la depresión, la anhedonia y los comportamientos similares a la ansiedad de pacientes humanos podrían transmitirse a ratas mediante el FMT. Otro estudio demostró que los ratones receptores que recibieron material fecal de ratones con estrés crónico exhibieron un comportamiento similar a la ansiedad y la depresión que los donantes.
En un trabajo realizado por investigadores de distintos países, se ha buscado determinar los efectos del trasplante de microbiota fecal en perros con epilepsia resistente a medicamentos como un posible tratamiento novedoso sobre las comorbilidades conductuales y la disfunción cognitiva.
MENOS IMPULSIVIDAD DESPUÉS DEL TRASPLANTE DE MICROBIOTA FECAL
Se reclutaron nueve perros con epilepsia resistente a medicamentos (EDR) y comorbilidades conductuales. El donante fecal presentó epilepsia sin comorbilidades, el cual presentó respuesta completa al fenobarbital, resultando libre de convulsiones a largo plazo. Los FMT se realizaron tres veces, con dos semanas de diferencia, y los perros tuvieron visitas de seguimiento a los tres y seis meses después de los trasplantes de microbiota fecal.
Se realizaron análisis conductuales exhaustivos, incluidos cuestionarios y pruebas de comportamiento para el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, comportamientos similares al miedo y la ansiedad, así como disfunción cognitiva, seguidos de un análisis computacional.
Se tomaron muestras de sangre para el análisis de distintos parámetros, como concentraciones de fármacos anticonvulsivos (ASD), hematología y bioquímica. Se midieron las concentraciones de neurotransmisores en orina. Las muestras fecales se sometieron a análisis mediante secuenciación superficial de ADN, evaluación del índice de disbiosis (DI) basada en la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (qPCR) y cuantificación de ácidos grasos de cadena corta (SCFA).
Después del trasplante de microbiota fecal, los resultados de los cuestionarios mostraron mejoras en el comportamiento similar al TDAH, el miedo y la ansiedad al reducir la impulsividad, la persecución y los factores de miedo no sociales, “además de mejorar la calidad de vida de los perros y sus dueños”. Los autores descubrieron que los perros del estudio estaban más tranquilos y mostraron menos impulsividad después del FMT, y añaden que “caminaban de manera menos errática y cubrían distancias más cortas que antes del trasplante de microbiota fecal”. En general, se espera que los perros con comportamiento similar al TDAH, el miedo y la ansiedad muestren movimientos y giros rápidos y frecuentes, así como un alto nivel de comportamiento de exploración.
Por otro lado, los neurotransmisores excitadores aspartato y glutamato disminuyeron, mientras que el neurotransmisor inhibidor ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la relación GABA/glutamato aumentaron en comparación con el valor inicial. Solo se observaron cambios taxonómicos menores, con una disminución en Firmicutes, mientras que una especie de Ruminococcus aumentó. El análisis de genes funcionales, la concentración de ácidos grasos de cadena corta, los parámetros sanguíneos y las concentraciones de fármacos anticonvulsivos se mantuvieron sin cambios.
Asimismo, ninguno de los perros estuvo libre de convulsiones después del trasplante de microbiota fecal. No obstante, “dos de los nueve perros tuvo una respuesta parcial (más del 50 % de reducción en la frecuencia de las convulsiones) a los 3 y 6 meses de seguimiento”. Para las convulsiones en racimo, 4 perros tuvieron una reducción de más del 50 % en la frecuencia a los 3 y 6 meses de seguimiento.
Ante tales hallazgos, los autores han comentado que “este estudio piloto proporciona la primera evidencia de que el FMT podría considerarse como uno de los procedimientos para mejorar el comportamiento en perros con epilepsia resistente a medicamentos”. En este estudio, el trasplante de microbiota fecal mostró un efecto claro sobre el comportamiento y los neurotransmisores urinarios.
En general, los propietarios informaron de una mejor calidad de vida para ellos y sus perros con epilepsia. Además, “la gravedad de las convulsiones y la frecuencia de las convulsiones tónico-clónicas mejoraron en ciertos perros”.
Por ello, consideran que “se necesitan con urgencia estudios controlados aleatorios para confirmar los prometedores resultados iniciales, que también podrían tener un importante valor traslacional para las comorbilidades en la epilepsia humana”.