Encuentran posibles alteraciones causantes de la epilepsia idiopática canina

La epilepsia, que es el trastorno neurológico más común del perro, es una disfunción cerebral compleja donde el perro afectado tiene una predisposición a generar ataques epilépticos espontáneos. La etiología de las convulsiones epilépticas actualmente se clasifica en tres grupos, según el Grupo de Trabajo Internacional sobre Epilepsia Veterinaria: convulsiones reactivas que ocurren debido a trastornos metabólicos o exposición a toxinas (p. ej., metales tóxicos), epilepsia estructural que es causada por una patología intracraneal identificable, y epilepsia idiopática (EI), que es la forma de epilepsia más diagnosticada.

En la epilepsia idiopática, los factores genéticos (ya sea confirmados o sospechados) juegan un papel relevante, haciendo que ciertas razas sean más propensas a la epilepsia que otras, aunque a menudo se desconoce la causa subyacente de las convulsiones.

Por otra parte, los oligoelementos son unos compuestos necesarios para la neurotransmisión, las actividades enzimáticas, la función mitocondrial, la mielinización de los nervios y la formación de sinapsis. El estado desequilibrado de los oligoelementos se ha asociado con la neurodegeneración, la inflamación y el estrés oxidativo, que a su vez pueden contribuir a las enfermedades neurológicas y los cambios de comportamiento. Durante las últimas décadas, ha quedado claro que el estado alterado de los oligoelementos desempeña un papel en la epilepsia humana.

Así, la exposición crónica a metales tóxicos puede alterar la función neurológica, interferir con la absorción y el metabolismo de los oligoelementos y aumentar el estrés oxidativo.

Con el fin de investigar las concentraciones de oligoelementos y metales tóxicos en sangre de perros a los que se les había diagnosticado EI y compararlas con las de perros sanos, un grupo de investigadores finlandeses ha realizado un estudio.

Se analizaron las concentraciones de oligoelementos (selenio, zinc, cobre, manganeso, hierro y cromo) y metales tóxicos (arsénico, cadmio, mercurio y plomo) en sangre de 19 perros que habían sido diagnosticados con EI por neurólogos certificados, y en 19 perros de control sanos.

Los perros diagnosticados con EI tenían una concentración de cobre en sangre significativamente más alta, una relación cobre/zinc más alta y una concentración de selenio más alta, así como una concentración de cromo más baja en comparación con los perros sanos. Además, el tratamiento de la EI con bromuro de potasio se asoció con una elevación significativa de la concentración de arsénico en sangre.

Los hallazgos, explican los autores del estudio, “respaldan el papel del estado alterado de oligoelementos en perros diagnosticados con EI y sugieren que el cobre, el selenio y el cromo pueden estar involucrados en la patogenia de la epilepsia o las convulsiones caninas”. Los resultados también sugieren que “el bromuro de potasio puede alterar el metabolismo del arsénico en los perros”, añaden.

Sin embargo, “estos resultados deben confirmarse mediante estudios con un tamaño de muestra más grande, y los estudios futuros deben tener como objetivo dilucidar los mecanismos por los cuales los elementos traza pueden estar involucrados en la patogénesis de la epilepsia o las convulsiones caninas”.