La leishmaniosis es una enfermedad zoonótica transmitida por vectores causada por protozoos del género Leishmania spp, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las enfermedades parasitarias más graves en términos de prevalencia y distribución geográfica.
En 2018, la leishmaniosis era endémica en 92 países, donde se suponía que más de 1000 millones de personas estaban expuestas a la infección, y se estimaban más de 1 millón de casos nuevos anualmente. Leishmania donovani y Leishmania infantum son los agentes causales de la leishmaniosis visceral (LV). Estos se transmiten a los huéspedes definitivos por flebótomos hembras del género Phlebotomus, en Europa y países vecinos, y Lutzomyia, en América Central y del Sur.
A pesar del amplio rango de huéspedes, que incluye mamíferos pertenecientes a varios órdenes, los humanos son considerados el huésped principal de L. donovani. Por el contrario, el papel humano en la epidemiología de la infección por L. infantum aún no está claro. Su relevancia desde una perspectiva veterinaria se debe al papel desempeñado por el perro doméstico como principal huésped de mantenimiento.
La alta prevalencia en perros domésticos y su infectividad para los flebótomos explican el papel de reservorio de esta especie en áreas endémicas. La leishmaniosis canina por L. infantum es endémica en la cuenca mediterránea, Asia central y occidental, y América del Sur. La prevalencia de infección canina reportada en todo el mundo varía según la población estudiada, el área geográfica y las pruebas diagnósticas empleadas: por ejemplo, la seroprevalencia de leishmaniosis canina, solo en la cuenca mediterránea, se estimó en 16,6 % con alrededor de 2,5 millones de perros infectados. Incluso fue mayor la seroprevalencia reportada en América del Sur, con picos de 33-36 % en Venezuela y Brasil, respectivamente.
INFLUJO DE LA PRUEBA DE DIAGNÓSTICO
Sin embargo, la prevalencia puede depender del método de diagnóstico empleado. El diagnóstico de leishmaniosis se puede lograr detectando directamente todo el parásito o partes del mismo (por ejemplo, microscopía, técnicas moleculares) o midiendo la respuesta inmune del huésped humoral o mediada por células.
La detección de anticuerpos específicos en suero se considera en general la técnica más fácil de aplicar para fines de detección. Sin embargo, la mayoría de los perros podrían no mostrar anticuerpos séricos detectables, pero podrían dar positivo en la prueba de métodos de diagnóstico directo. Por lo tanto, la serología podría subestimar la prevalencia real.
En este sentido, se necesitan estudios de seroprevalencia adecuados, ya que en áreas endémicas, solo una pequeña parte de los perros infectados desarrollan la enfermedad clínica.
Comprender la carga de infección en la población canina es crucial para dilucidar mejor los riesgos que se plantean para los humanos, dada especialmente la naturaleza subclínica de la enfermedad, las vías de transmisión y la patogénesis compleja. Como enfermedad transmitida por vectores (ETV), la leishmaniosis ha experimentado patrones de aparición y reaparición a lo largo de los años en muchos territorios, con una modificación sustancial de la prevalencia de la enfermedad. La ampliación de las áreas de distribución de los vectores y el movimiento de los animales, ha llevado a tendencias de expansión considerables en ambos hemisferios.
En vista del importante impacto de la leishmaniosis canina, tanto en la salud veterinaria como en la salud pública, y la falta de datos agrupados sobre las características epidemiológicas de esta infección en el mundo, una revisión sistemática internacional ha tenido como objetivo estimar la prevalencia global de la leishmaniosis canina por L. infantum en los últimos treinta años.
Cabe destacar que esta revisión sistemática y meta-análisis incluyó 250 artículos y 269 publicaciones, obtenidos de un total de 4618 artículos.
PREVALENCIA GLOBAL DEL 15,2 %
La prevalencia global agrupada obtenida fue del 15,2 %, principalmente en perros rurales (19,5 %) y con dueños (16,5 %). La prevalencia varió si el diagnóstico se realizó por Western blot (WB, 32,9 %), pruebas de inmunidad celular (27,5 %), ELISA (17 %), PCR (16,9 %), IFAT (15,9 %), pruebas rápidas y prueba de aglutinación directa (DAT, 11,5 %), citología/inmunohistoquímica (13,1 %) o cultivo (8,6 %).
Se encontró un sesgo de estudios pequeños en el metanálisis de prevalencia general, debido al impacto de los estudios de pequeño tamaño en los resultados generales.
El estudio subraya que la importancia de los perros domésticos como principales reservorios de L. infantum fue confirmada por la alta prevalencia encontrada en esta revisión sistemática con metanálisis. Los perros muestreados de áreas rurales y los perros con dueños tuvieron la prevalencia de infección más alta.
En este sentido, los autores matizan, por lo tanto, que el control de la leishmaniosis humana no puede prescindir de la reducción de la circulación de Leishmania spp. en perros, que, a su vez, debe basarse en datos epidemiológicos fiables y en estrategias de prevención activa sobre la población canina. “Se ha demostrado que la aplicación de repelentes tópicos, no sólo protege al perro, sino que también reduce la presencia de flebótomos en el entorno de los humanos”, indican.