La leishmaniasis es un complejo de enfermedades cuyo agente etiológico son los protozoos digenéticos (formas amastigotes y promastigotes) del género Leishmania. La transmisión del parásito ocurre durante la ingestión de sangre de flebótomos hembras del género Phlebotomus en el “Viejo Mundo” y Lutzomyia en el “Nuevo Mundo”.
Es una enfermedad considerada desatendida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con una amplia distribución geográfica y presencia en 98 países. En todo el mundo, se estima que hay alrededor de 12 millones de personas infectadas, con aproximadamente entre 700.000 y 1 millón de casos nuevos notificados cada año. La leishmaniasis tiene diferentes manifestaciones clínicas, que dependen de la especie del parásito y de la respuesta inmune del huésped a las formas cutánea, mucosa y visceral. Para crear conciencia e informar sobre la importancia de la enfermedad en la salud humana y animal, el próximo 1 de junio se celebra el Día Nacional de la Prevención de la Leishmaniosis Canina.
En este sentido, la leishmaniasis visceral (LV) es la forma más grave de la enfermedad, con una alta tasa de mortalidad en humanos si no se trata. Se estima que anualmente se producen entre 50.000 y 90.000 nuevos casos de LV en todo el mundo, y la mayoría se produce en Brasil y países de África Oriental. En América, LV está presente en más de 10 países, como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. En 2020, Brasil representó el 97 % (1933) del total de casos. Leishmania (Leishmania) donovani es la especie responsable de la LV en África y Asia, mientras que en la región mediterránea y América, la enfermedad es causada principalmente por Leishmania (Leishmania) infantum.
Muchos animales, como roedores, murciélagos, gatos y perros, desempeñan un papel importante en el ciclo de vida del parásito, actuando como huéspedes. Sin embargo, los perros son los principales reservorios urbanos de L. infantum en varios otros países.
La leishmaniasis visceral canina (LVC) está presente en aproximadamente 50 países; A excepción de la Antártida y Oceanía, todos los continentes tienen regiones endémicas para la enfermedad. Los perros suelen ser asintomáticos y, cuando tienen síntomas, pueden presentar un amplio espectro de manifestaciones clínicas, como anemia, emaciación, hepatoesplenomegalia, cambios renales y onicogrifosis, que, si no se tratan, pueden provocar la muerte. Incluso cuando se tratan, los perros siguen siendo infecciosos para los vectores, lo que mantiene la presencia de la enfermedad en los centros urbanos y se convierte en un importante problema de salud pública.
Por lo tanto, dada la estrecha relación entre el perro y la enfermedad, así como su fuerte interacción con los humanos, una revisión reciente realizada en Brasil y Perú ha analizado el papel de los perros en la epidemiología de la LCV y la distribución de la enfermedad en áreas endémicas, destacando los principales desafíos en el control de la leishmaniasis visceral canina.
UNA ENFERMEDAD TROPICAL DESANTENDIDA EN EUROPA
Durante muchos años, la leishmaniasis ha sido la única enfermedad tropical transmitida por vectores endémica en el sur de Europa, donde la mayoría de los casos notificados se deben a LV zoonótica causada por L. infantum.
Entre los países de la cuenca mediterránea, Albania es uno de los países más afectados por la LV y, desde finales de la década de 1980, se han obtenido varios aislamientos de L. infantum de casos humanos y caninos. En Bosnia y Herzegovina, se han realizado pruebas de leishmaniasis a perros domésticos, callejeros y de refugios de diferentes partes del país. En total, el 16,7 % de los animales dieron positivo, lo que indica que una parte significativa de la población canina estaba infectada.
En el caso concreto de España, se consideró restringida a la región mediterránea. Sin embargo, la enfermedad se ha extendido por la mayor parte del país, incluidas las islas. La tasa de seroprevalencia de LCV después de un análisis aleatorio varía del 2 % al 57,1 % entre regiones, y estas variaciones están relacionadas con factores ambientales, ubicación geográfica y dispersión de vectores. El norte de España se considera una zona no endémica, con baja seroprevalencia.
Según los resultados de un estudio multicéntrico, la seroprevalencia más alta obtenida en el norte se encontró en la comunidad de Aragón (24,56 %) y la más baja en Asturias (1,27 %). A través de una encuesta serológica transversal realizada entre 2011 y 2016, se demostró una alta tasa de seroprevalencia en las provincias del sur de España, como Málaga (29,4 %), Sevilla (25 %), Murcia (23,7 %) y las Islas Baleares (20 %). Además, por primera vez se informó de la seroprevalencia de L. infantum en las Islas Canarias, con un 2,45 % de perros que también dieron positivo en leishmaniasis.
Asimismo, se han notificado casos de LVC en otros países europeos, como Bulgaria, Georgia, Alemania, Hungría, Países Bajos, Suiza o el Reino Unido, entre otros.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA EXPANSIÓN TERRITORIAL
Se estima que alrededor de 2,5 millones de perros están infectados en el continente europeo, llegando también a millones en América del Sur. Además, se cree que este número ha aumentado principalmente en los hemisferios norte y este. Muchos factores contribuyen a la propagación de la enfermedad, especialmente aquellos relacionados con cambios ambientales y demográficos, como largos períodos de sequía, calentamiento global, deforestación, urbanización y migración.
Los cambios ambientales, como el calentamiento global y la deforestación, pueden afectar la distribución de la leishmaniasis de varias maneras. Entre ellos se encuentran los cambios en la biología de los vectores, como el efecto de la temperatura en el desarrollo del parásito, la competencia del vector, un aumento en la temporada de reproducción de los vectores en un área determinada y su presencia en áreas donde alguna vez estuvieron ausentes.
Por ejemplo, se ha demostrado que las probabilidades de aparición del vector y de casos de enfermedad en áreas deforestadas fueron, respectivamente, 2,63, 2,07 y 3,18 veces mayores, en comparación con áreas no deforestadas. Los impactos socioeconómicos también son un factor agravante en la propagación de la enfermedad.
A lo largo de los años, varios países han sufrido un aumento en la prevalencia de enfermedades tropicales desatendidas debido a la migración humana desde países que sufren guerras y hambrunas, así como a la migración provocada por factores climáticos.
Por otro lado, el vivir en las afueras de un centro urbano ofrece un entorno favorable para la aparición de nuevos brotes de transmisión. Por tanto, la ocupación de estas zonas y el contacto frecuente con animales domésticos, especialmente perros infectados, crean un ambiente ideal para el ciclo de transmisión, lo cual a menudo se relaciona con las casas que tienen jardines y patios traseros, donde generalmente se guardan los perros.
Además, la presencia de árboles, pájaros, sombra y heces de animales en estas áreas atrae a los flebótomos, lo que facilita su contacto con los perros.
Por lo tanto, la superposición espacial de los casos de LV humana y canina en áreas urbanas es una condición importante en la transmisión de la enfermedad a los humanos.
INFLUJO DEL TAMAÑO Y DEL TIPO DE PELAJE DEL PERRO
Algunas características de los perros también parecen favorecer la infección por Leishmania, como la raza, la edad, el pelaje y el tamaño. En cuanto al pelaje, la ingesta de sangre parece ser más fácil en perros con pelaje corto, lo que permite al flebótomo un mejor acceso a la piel del animal. Esto también se observa en perros más grandes, ya que tienen un área de contacto más grande, lo que los hace más susceptibles a las mordeduras.
Por lo tanto, una variedad de factores está asociada con la aparición y propagación de la leishmaniasis, especialmente en áreas urbanas y periurbanas. Sin embargo, “es necesario estudiarlos más a fondo para comprender mejor la epidemiología de la enfermedad”.
En este sentido, aunque se considera que los animales sintomáticos son los principales reservorios, la importancia de los animales asintomáticos en la transmisión del parásito ha sido respaldada por diversos estudios.
Así, los autores comentan que “los perros portadores del parásito deben considerarse infecciosos para los vectores, independientemente de cualquier signo clínico”. Además, estos animales juegan un papel importante en la epidemiología de la leishmaniasis visceral, ya que “una gran cantidad de animales con parasitismo cutáneo pueden infectar flebotomos y así perpetuar la transmisión de enfermedades en áreas urbanas y periurbanas”.
En resumen, con base en la información presentada en la revisión, para los autores resulta evidente que los perros desempeñan un papel fundamental en el ciclo de transmisión de la leishmaniasis visceral causada por L. infantum. Sin embargo, es crucial reconocer que otros factores contribuyen significativamente a esta dinámica de transmisión.
“Las condiciones ambientales, los factores socioeconómicos, las variaciones climáticas, así como las deficiencias en el tratamiento y los esfuerzos de control de la enfermedad, desempeñan un papel importante en la configuración de la prevalencia y propagación de la enfermedad”. En consecuencia, “se necesitan estudios más completos para comprender mejor estos factores y encontrar formas de superar estos fallos”.