La leishmaniosis canina (CanL) es una enfermedad crónica, multisistémica, insidiosa con un amplio rango de presentaciones clínicas y grados de severidad que dependen de varios factores inherentes al parásito (Leishmania infantum), vector y huésped vertebrado. Las lesiones y signos clínicos se manifiestan meses a años después de la infección y pueden ser mayormente inespecíficos, cutáneos, oculares o presentarse en otras formas como cojera, epistaxis y trastornos neurológicos. Las anormalidades de laboratorio frecuentes incluyen anemia normocítica normocrómica, no regenerativa, trombocitopenia, hipergammaglobulinemia, hipoalbuminemia y proteinuria. El diagnóstico se basa en un enfoque integrado que considera la historia, los signos clínicos y anormalidades de laboratorio compatibles con la enfermedad y métodos de diagnóstico serológicos, moleculares o citológicos. La elección del protocolo terapéutico más adecuado para la CanL depende del estadio de la enfermedad según la clasificación internacional propuesta por Leishvet. El protocolo terapéutico más utilizado, y considerado más eficaz, resulta de la combinación de antimoniato de meglumina y alopurinol seguido del uso de alopurinol a largo plazo (tratamiento de mantenimiento).
El desarrollo de xantinuria es uno de los potenciales efectos secundarios de la terapia con alopurinol. De hecho, el alopurinol y su metabolito activo (oxipurinol) inhiben el funcionamiento de la enzima xantina oxidasa (XO), una enzima que juega un papel fundamental en el metabolismo de las purinas. La acción inhibidora del alopurinol conduce a una disminución en la conversión de hipoxantina en xantina (un compuesto poco soluble en agua) y esta última en ácido úrico (un compuesto soluble en agua), resultando en un estado de hiperxantinuria que favorece el desarrollo de cristales de xantina y/o urolitos.
Sin embargo, no todos los perros con CanL tratados con alopurinol desarrollan xantinuria y/o urolitos de xantina, y hasta el momento no hay mucha información sobre los posibles factores de riesgo para este evento. Por tanto, los objetivos de un estudio realizado por los veterinarios portugueses Sara Clemente Oliveira, María Joana Dias y Rodolfo Oliveira Leal, y las veterinarias españolas Carolina Arenas, Marina Domínguez Ruiz y Eva Prosper fueron describir las principales características de los perros diagnosticados de CanL que fueron tratados con alopurinol y desarrollaron xantinuria, así como evaluar la existencia de potenciales factores de riesgo para su desarrollo.
Se realizó un estudio observacional, retrospectivo y multicéntrico que incluyó perros diagnosticados con CanL entre octubre de 2011 y febrero de 2022 que fueron tratados con alopurinol. Se creó una base de datos única con información obtenida de las respectivas bases de datos médicas.
Cuando estuvo disponible, la información recopilada incluyó lo siguiente: momento del diagnóstico de CanL, edad, sexo, raza, estado reproductivo, condición corporal, peso, dieta, títulos serológicos, época del año en que se estableció el diagnóstico, estadificación clínica de LeishVet, signos clínicos, valores de presión arterial sistémica, hallazgos clinicopatológicos (hemograma completo, perfil bioquímico, electrolitos, electroforesis de proteínas séricas, análisis de orina y relación proteína-creatinina urinaria) en el momento del diagnóstico de CanL, enfoque terapéutico realizado y fecha y método de diagnóstico de xantinuria.
Se seleccionaron perros que desarrollaron xantinuria (grupo X) y aquellos sin xantinuria (grupo NX). En total, se seleccionaron 90 perros, 45 para cada grupo.
En el grupo X, el diagnóstico de CanL se realizó principalmente en diciembre, 13.3 % (6/45); mayo, 11.1 % (5/45); julio, 11.1 % (5/45); y agosto, 11.1 % (5/45) y en el grupo NX, en los meses de noviembre, 16.7 % (7/42); marzo, 14.3 % (6/42); febrero, 11.9 % (5/42); y mayo, 11.9 % (5/42). Tres perros del grupo NX solo tenían información respecto al año del diagnóstico de CanL.
La edad media del grupo X fue de 4 años. En detalle, el 46,7 % (21/45) de los perros tenían entre 1 y 3 años. En el grupo NX, la edad media fue de 6 años, donde el 35,6 % (16/45) tenían entre 4 y 6 años y el 28,9 % (13/45) entre 7 y 9 años. En este estudio, la edad fue estadísticamente diferente entre los grupos, siendo los animales del grupo X más jóvenes. Los perros de 4 años o menos tenían 3,14 veces más probabilidades de desarrollar xantinuria en comparación con los mayores.
Además, el sexo y el estado reproductivo no fueron estadísticamente diferentes entre los grupos. Del mismo modo, no hubo diferencias significativas entre los grupos en términos de peso y condición corporal.
Respecto a la dieta, en el grupo X, en el momento del diagnóstico de CanL, se cambió la dieta en el 23,7 % (9/38) de los casos y de estos, 5 de 9 cambiaron a una dieta baja en purinas. En el grupo NX, hubo un cambio en la dieta en 7/45 de los casos, de los cuales 2 cambiaron a una dieta baja en purinas. Los autores descubrieron que no hubo diferencias significativas con respecto al cambio de dieta en el momento del diagnóstico de CanL y el consumo de una dieta con bajo contenido de purinas.
En cuanto a las pruebas realizadas, ninguna de las anormalidades encontradas en el hemograma y perfil bioquímico fue estadísticamente diferente entre los grupos. No obstante, las probabilidades de tener alfa-1-globulinas normales (en lugar de disminuidas) fueron 4,3 veces mayores en el grupo X en comparación con el grupo NX.
El desarrollo de xantinuria se observó entre 4 y 2190 días después del inicio del tratamiento con alopurinol. La mediana de tiempo hasta el desarrollo de xantinuria después de comenzar con alopurinol fue de 150 días.
En los perros con información disponible, el valor de pH urinario se encontró dentro del rango de referencia (5,5 ≤ pH ≤ 7,5) en el 71 % (22/31) de los casos, mientras que fue ≥ 7 en el 67,7 % (21/31) de los perros.
Así, concluyen que “teniendo en cuenta nuestros resultados, los perros con diagnóstico de CanL a una edad más temprana y sin una disminución de la concentración de alfa-1 globulinas en el proteinograma realizado en el momento del diagnóstico de esta enfermedad parecen ser más propensos a desarrollar xantinuria después del tratamiento con alopurinol”. Estos resultados sugieren que “se debe instaurar un seguimiento más estrecho de los perros con estas características para determinar el posible desarrollo de xantinuria en una etapa temprana y permitir la aplicación de medidas para reducir la probabilidad de su desarrollo”.