La familia Flaviviridae es un gran grupo de virus de ARN monocatenario de sentido positivo no segmentados, con un tamaño de genoma de aproximadamente 10–11 kb que comprende varios patógenos humanos importantes, como los virus del dengue (DENV), la fiebre amarilla y el virus del Nilo Occidental (WNV).
El virus Bagaza (BAGV) pertenece al género Orthoflavivirus. El nombre del género Flavivirus fue cambiado en los últimos años a Orthoflavivirus por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV). Se mantiene a través de un ciclo epidemiológico que involucra a los mosquitos como vectores competentes y a las aves como reservorios naturales y amplificadores del virus. Se ha descubierto que el genoma de BAGV es muy similar al virus de la meningoencefalomielitis del pavo de Israel, pero aún se consideran dos agentes diferentes según el ICTV.
BAGV fue aislado por primera vez en Bagaza, República Centroafricana, en 1966, de un grupo de mosquitos Culex spp. Después de eso, también se ha encontrado en mosquitos en otros países. Al igual que otros Orthoflavivirus, como el virus Usutu (USUV), se ha dispersado a Europa. En este continente, BAGV se detectó por primera vez en España en 2010, y también por primera vez en huéspedes vertebrados. Desde entonces, se ha descrito en diferentes especies de aves silvestres, además de mosquitos.
Es indiscutible que Europa ha estado experimentando cambios climáticos en los últimos años, y la situación se está volviendo impredecible. El cambio climático tiene una influencia en la transmisión de patógenos transmitidos por vectores: influye en la epidemiología de ciertas enfermedades, favorece la dispersión de vectores y puede contribuir al desencadenamiento de algunos brotes, dando lugar a millones de infecciones. En las últimas décadas, ha habido un aumento en la aparición y propagación geográfica de una variedad de infecciones por flavivirus transmitidas por mosquitos, que tienen aves silvestres como reservorios.
Los entornos que promueven la reproducción y acumulación de mosquitos aumentan significativamente el riesgo de infecciones por flavivirus. Los mosquitos adquieren el virus durante una alimentación de sangre de un huésped infectado. El virus se replica en el huésped amplificador aviar y se transmite incidentalmente a huéspedes terminales, como humanos o caballos, en el caso del WNV y USUV. BAGV fue identificado como un patógeno emergente y reemergente con el potencial de causar infecciones en humanos. Fue detectado serológicamente en humanos, pero su patogenicidad en personas aún es desconocida. Considerando que ya existen enfermedades endémicas causadas por flavivirus en Europa, a saber, la encefalitis transmitida por garrapatas y la fiebre del Nilo Occidental, que pueden conducir a condiciones neurológicas graves, se recomienda cuidado y atención.
El potencial zoonótico de BAGV aún está poco estudiado, y la vigilancia del virus y los vectores asociados permitirá medidas de control más efectivas y rápidas, disminuyendo su impacto negativo en la salud pública y animal. Un estudio realizado en Portugal tuvo como objetivo recopilar toda la información disponible sobre la detección de BAGV en Europa en forma de una revisión sistemática.
La búsqueda inicial arrojó un total de 114 artículos encontrados en las tres bases de datos. Después de aplicar los criterios de exclusión y leer completamente los artículos restantes, se consideraron elegibles 12 artículos. La mayoría de los artículos eran de España (n = 9), dos de Portugal y uno de Francia. Once estudios detectaron BGAV en aves, y solo uno se refiere a mamíferos ungulados.
En la clase Aves (pájaros), el orden más representado es Galliformes y la familia más representada es Phasianidae. La perdiz roja (Alectoris rufa) y el faisán común (Phasianus colchicus) están descritos en nueve y cinco estudios, respectivamente. Al parecer, según los informes hasta la fecha, este virus afecta especialmente a los faisánidos, de los cuales algunas especies se consideran animales de caza en todo el mundo.
En cuanto a los signos clínicos inducidos por la infección por BAGV, la pérdida de peso grave fue el hallazgo principal en los animales infectados, y también apatía, debilidad, renuencia a moverse y síntomas neurológicos que incluyen parálisis, desorientación, ataxia y falta de respuesta (también se observaron círculos y cuello torcido). Además del sistema nervioso central, BAGV parece tener un tropismo por las células endoteliales y causa un proceso hemolítico grave. En los países más afectados, como Portugal y España, explican que los veterinarios no deben subestimar estos signos clínicos no específicos y comenzar a incluir la infección por BAGV en la lista de diagnósticos diferenciales, es decir, en aves con anemia hemolítica de origen desconocido.
En cuanto al origen y transmisión del virus, la revisión concluye que las aves migratorias pueden haber contribuido a la transferencia de BAGV entre continentes, al igual que con otros flavivirus, pero esta teoría aún no se ha confirmado. Más recientemente, un análisis en profundidad de la secuencia de BAGV aislada de Portugal reveló una proximidad filogenética al BAGV de España, lo que indica que el virus probablemente haya llegado a través de la ruta transfronteriza. “Esto podría tener un gran impacto en términos de conservación ecológica, ya que hay especies con estado de conservación amenazado que son endémicas de la Península Ibérica”, comentan los investigadores. Así, alertan de que cualquier amenaza compartida entre los dos países debe tenerse en cuenta y abordarse conjuntamente, ya que “el patrimonio genético de las especies con pocos individuos vivos en la naturaleza es muy significativo”.
En conclusión, “la perdiz roja se considera una especie diana adecuada para la vigilancia del BAGV, y se necesita una investigación epidemiológica más amplia en aves susceptibles para controlar la introducción, el mantenimiento y la propagación de la enfermedad”. También sugieren que se podrían llevar a cabo estudios de vigilancia más activos, con muestreos a gran escala de aves capturadas en la naturaleza. “El BAGV es una amenaza potencial creciente para las aves silvestres de la Península Ibérica, considerada una zona de alto riesgo, y la prevención es la mejor estrategia para mitigar esa amenaza”, rematan los investigadores.