A medida que el cambio climático remodela nuestro medio ambiente, la reciente aparición del serotipo 3 de la lengua azul en Europa ha despertado preocupación tanto entre los ganaderos como entre los profesionales veterinarios.
La lengua azul es una enfermedad viral transmitida por vectores que infecta a rumiantes (como ovejas, vacas y cabras) y se transmite por mosquitos. Históricamente, ha sido endémica en los trópicos y subtrópicos, donde la temperatura y la humedad son ideales para la supervivencia de los mosquitos. Sin embargo, comenzó a migrar a la cuenca mediterránea y al sur de Europa a finales de los años 90.
Según datos del Sistema Mundial de Información Sanitaria Animal (WAHIS), el virus se desplazó lentamente hacia el centro y el norte de Europa, donde, dadas las temperaturas más bajas y los diferentes entornos, no se esperaba que el vector sobreviviera. Este cambio en la distribución de la enfermedad hizo que 28 países europeos informaran más de 58.000 brotes inesperados de la enfermedad entre 2007 y 2010. En 2023 se produjeron episodios epizoóticos similares en latitudes más altas de Europa debido a un serotipo recién surgido del virus de la lengua azul: el serotipo 3, que se reportado actualmente en varios países europeos.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) está siguiendo de cerca la propagación del serotipo 3 de la lengua azul, ya que este serotipo es particularmente amenazador y causa altas tasas de mortalidad en las ovejas. Aunque la lengua azul no afecta la salud humana, puede ser devastadora para el sustento humano.
Su impacto sobre los animales, en términos de mortalidad y reducción de la producción de leche, así como pérdidas indirectas, como el impacto en el comercio o las actividades de control de enfermedades, hacen que los ganaderos sean especialmente vulnerables a las consecuencias de la enfermedad.
UN CAMBIO EN LAS ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR VECTORES
La propagación de la lengua azul desde el norte de África al sur, centro y norte de Europa es un ejemplo de cómo el cambio climático, la idoneidad del hábitat del vector, la densidad de población animal, la distribución y el movimiento interactúan para cambiar el patrón de la enfermedad.
Tal y como destaca la OMSA, para que una enfermedad transmitida por vectores se produzca en una nueva zona geográfica, el vector debe poder sobrevivir en esa región. Y, con el aumento de las temperaturas a nivel mundial, estamos viendo que la lengua azul y otras enfermedades transmitidas por vectores (como la fiebre de Crimea-Congo, la encefalitis transmitida por garrapatas, la fiebre hemorrágica epizoótica y la fiebre del Nilo Occidental) se propagan por regiones templadas tras los aumentos de la temperatura global. "Esto es especialmente preocupante teniendo en cuenta que alrededor de un tercio de las 91 enfermedades de los animales terrestres enumeradas por la OMSA en 2024 se transmiten por vectores, y entre ellas algunas son zoonosis potencialmente graves", recalcan.
También es crucial la duración cambiante de la temporada de transmisión. La hibernación, que es la capacidad de un virus para sobrevivir durante el invierno y resurgir en la primavera, se ve afectada por las condiciones climáticas, según explica el Dr. Christopher Sanders, investigador del Instituto Pirbright
En el Reino Unido, es probable que el cambio climático haya alargado el período de transmisión del virus de la lengua azul, lo que aumenta la probabilidad de supervivencia del virus entre estaciones. "Básicamente, los mosquitos están activos antes y continúan su actividad hasta más adelante en el año", explica Sanders, "y eso significa que la brecha entre las estaciones de transmisión en realidad se reduce, lo que puede permitir que el virus pase el invierno más fácilmente".
CONTROLAR LA PROPAGACIÓN DE LA LENGUA AZUL
Es fundamental garantizar que el movimiento de ganado vacuno, ovino, caprino y otras especies susceptibles no provoque la propagación de la lengua azul a grandes distancias. Los estándares internacionales de la OMSA establecen códigos de conducta con base científica para un comercio internacional seguro. Cuando se trata de controlar la propagación del virus, las campañas de vacunación siguen siendo la medida de control más eficaz.
"Es importante asegurarse de que la vacuna se haya fabricado de acuerdo con los estándares de la OMSA y brinde protección contra los serotipos específicos que circulan en el área. Existen vacunas contra varios serotipos de lengua azul que reducen la propagación del virus y controlan los signos clínicos, pero no siempre están disponibles. Por tanto, es fundamental que los sectores público y privado colaboren para comprender los riesgos asociados a los serotipos circulantes y la demanda de vacunas. Las recomendaciones actuales para la vigilancia de la enfermedad se pueden encontrar en los Estándares Internacionales de la OMSA", recuerdan.
“Dada la situación epidemiológica de la lengua azul”, afirma Paolo Tizzani, epidemiólogo veterinario de la OMSA, “cuya dinámica está determinada por los movimientos del virus, los vectores y el estado de la cobertura de vacunación, es importante determinar el riesgo de dónde podrían establecerse un vector y un patógeno." En este sentido, los profesionales veterinarios desempeñan un papel importante en el seguimiento y control de enfermedades, así como en la mitigación de las consecuencias futuras del cambio climático.
El cambio climático afecta al medio ambiente, a los animales y a los seres humanos por igual. Y, a medida que las enfermedades transmitidas por vectores se trasladan a zonas templadas, la vigilancia se vuelve más importante para la prevención y el control de las enfermedades. En este marco, informar a WAHIS es crucial para el control de enfermedades, además de adoptar un enfoque de Una Salud que abarque la innovación y la colaboración. "Seguir invirtiendo en estos enfoques es crucial", insiste Fediaevsky, "sobre todo porque benefician tanto al sector de la salud pública como a los animales".