La leishmaniosis es una enfermedad zoonótica transmitida por vectores causada por el protozoo Leishmania spp., endémica en la Península Ibérica, que afecta a numerosos mamíferos, incluido el ser humano. En España, el perro se considera el principal reservorio peridoméstico de la infección, que se transmite a través de la picadura de flebótomos hembra. Además de en perros y humanos, la infección por L. infantum se ha documentado en otros mamíferos domésticos y salvajes en España, como carnívoros: oso pardo, gato, hurón, gineta, lince ibérico, lobo ibérico, zorro rojo, mangosta, murciélagos, erizos europeos, ardilla, lagomorfos y roedores.
Asimismo, se ha descrito la infección en animales salvajes alojados en cautividad, como en orangutanes en el Zoológico de Madrid y Centro de Rescate y Rehabilitación de Primates (Rainfer). Desde entonces, más veterinarios de zoológicos han incluido la leishmaniosis como diagnóstico diferencial en animales que viven en áreas endémicas o que proceden de estas áreas, como ha sucedido en el estudio de esta enfermedad en tigres en un zoológico de Italia y con el primer caso de leishmaniosis en una nutria europea en un zoológico de Murcia. Además, se han descrito los primeros casos de leishmaniosis en dos maras patagónicas en el Zoológico de Madrid.
La búsqueda de nuevos reservorios y la realización de varios estudios de leishmaniosis en animales salvajes en Europa fue desencadenada por el hecho de que en 2010, el mayor brote de leishmaniosis humana en Europa ocurrió en el suroeste de Madrid, siendo conejos y liebres los principales reservorios de leishmaniosis, en lugar de perros. Por lo tanto, se han llevado a cabo estudios de xenodiagnóstico y xenomonitorización para buscar nuevos reservorios y comprender mejor el ciclo selvático.
El objetivo de un estudio elaborado por Pablo Moraleda-Berral, Juan Pedro Barrera, Efrén Estévez-Sánchez, Lourdes Cano, Rocío Checa, María Ángeles Jiménez-Martínez, Ana Montoya y Guadalupe Miró de Universidad Complutense de Madrid; Rosa Gálvez de la Universidad Autónoma de Madrid; Eva Martínez-Nevado y Juncal García del Zoo de Madrid; y Lino Pérez de Quadros y Manuel de la Riva-Fraga de Faunia, fue describir la infección por L. infantum en suricatas (Suricata suricatta) y describir los primeros casos clínicos de leishmaniosis en suricatas.
El estudio se llevó a cabo entre diciembre de 2020 y enero de 2023 en dos parques de fauna salvaje de la Comunidad de Madrid, el Zoológico de Madrid y Faunia. En total, se analizaron siete suricatas, cinco del Zoo de Madrid y dos de Faunia. De ellas, cuatro eran machos y tres hembras. Todas ellas nacieron en el Zoo de Madrid, a excepción de una suricata procedente de una granja escuela, que nació en Fuenlabrada, al sur de la Comunidad de Madrid.
Se realizaron pruebas serológicasy moleculares para detectar ADN de Leishmania. Además, se llevó a cabo un estudio entomológico en ambos parques zoológicos, con pruebas moleculares realizadas a hembras de flebótomos Phlebotomus perniciosus para determinar su fuente de alimentación de sangre y detectar ADN de Leishmania.
Dos suricatas resultaron positivas para L. infantum. Un macho de 9 años del Zoo de Madrid falleció de forma súbita, presentando mucosas pálidas y alopecia no inflamatoria bilateral e hiperpigmentación en la zona lateral de los ojos. Se obtuvieron resultados positivos en serología, PCR (sangre, frotis conjuntival y oral, pelo, bazo, ganglio linfático, hígado, riñón y piel), así como numerosos amastigotes en las muestras de tejido hepático y renal. La otra suricata, un macho de 12 años de Faunia que aún está vivo, presentó una lesión alopécica en la base de la cola. Se obtuvieron resultados positivos mediante PCR de diferentes tejidos como sangre, pelo, frotis oral y conjuntival. Se trató con alopurinol oral (25 mg/kg) y miltefosina (2 mg/kg), pero el diagnóstico molecular se mantuvo positivo después de 8 meses, considerándose una fase leve de la enfermedad. El resto de suricatas analizadas fueron negativas.
Por otro lado, comentan los autores que también se detectó la presencia de flebótomos P. perniciosus en ambos zoológicos. Aunque no se detectó ADN de L. infantum en ninguno de los flebótomos analizados, se determinó que sus fuentes de alimentación eran conejos y humanos.
Por tanto, concluyen que “hasta donde sabemos, este estudio describe, por primera vez, la detección e infección por L. infantum en suricatas”. A pesar de la confirmación de la leishmaniosis clínica en las suricatas del Zoo de Madrid y de Faunia, “aún se desconoce el papel de esta especie en la transmisión de la enfermedad”. Así, consideran “crucial investigar si estos animales pueden verse afectados por la enfermedad, como se ha observado en estos casos, o si pueden actuar como reservorios”. Aunque se han llevado a cabo estudios de xenomonitorización en parques periurbanos de fauna salvaje del sureste de España y del sur de Italia para determinar la fuente de alimentación de los flebótomos, consideran que “son necesarios más estudios de xenodiagnóstico”.