Descubren una nueva especie de mamífero susceptible de sufrir leishmaniasis en Europa

Las enfermedades transmitidas por vectores son una preocupación emergente en todo el mundo que está entrelazada con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, la heterogeneidad de los paisajes, la urbanización y la degradación forestal local. Estos factores podrían conducir a un aumento tanto en la distribución de los vectores como en la exposición del huésped a los vectores.

La leishmaniosis es una importante y desatendida enfermedad zoonótica transmitida por vectores, endémica en la cuenca mediterránea, donde está ampliamente distribuida. Esta enfermedad es causada por protozoos intracelulares obligados del género Leishmania (Euglenozoa: Kinetoplastea: Trypanosomatidae) que se transmiten por la picadura de flebótomos hembra infectados.

Aunque la ruta de transmisión del flebótomo es responsable del mantenimiento de la infección, la transmisión también puede ocurrir por otras vías secundarias, como la vertical, por heridas de mordeduras, la oral (mediante la ingestión de micromamíferos o vectores) o la sexual.

Una vez inyectado en la piel y tras la interacción con la primera respuesta inmune, el parásito ingresa a los macrófagos y es transportado a los ganglios linfáticos regionales. Luego, los protozoos pueden ser eliminados localmente, pueden permanecer alojados en la piel y los ganglios linfáticos, o diseminarse a otros órganos como la médula ósea, el bazo o el hígado, dependiendo de factores relacionados con el vector, la patogenicidad del parásito y el estado inmunológico del huésped.

Hay tres manifestaciones clínicas principales de la enfermedad: cutánea (CL; lesiones cutáneas), mucocutánea (ML; alteración de la piel y mucosas) y visceral (VL; infección sistémica que afecta al hígado, el bazo, el sistema hematógeno y linfático). Leishmania infantum es la única especie endémica de Leishmania y el principal agente causante de LV y CL en la mayoría de los países mediterráneos.

Aunque los perros son considerados el principal huésped reservorio de L. infantum, varios mamíferos salvajes y domésticos (principalmente carnívoros, lagomorfos, roedores y ungulados, pero también insectívoros y murciélagos) pueden contribuir a mantener su circulación. En entornos ecoepidemiológicos particulares, los lagomorfos y los carnívoros pueden desempeñar un papel fundamental en el mantenimiento y la propagación de los parásitos.

EXPANSIÓN DEL PARÁSITO

En las últimas décadas, las transformaciones ambientales y climáticas han permitido una propagación hacia el norte de L. infantum y su vector desde su zona originalmente endémica, es decir, el sur de Europa.

La mayor abundancia de vectores y/o la superposición espaciotemporal entre humanos y reservorios animales constituyen los mejores escenarios para la persistencia y transmisión de parásitos. En este sentido, la densidad y distribución de ungulados y carnívoros salvajes ha aumentado en Europa durante los últimos años, convirtiéndose en poblaciones localmente sobreabundantes en algunas zonas y aumentando su interacción con animales domésticos y humanos. En este contexto, la asociación de datos ecológicos y parasitológicos a través del seguimiento de algunas especies silvestres podría proporcionar información valiosa sobre la epidemiología de L. infantum y su endemicidad en determinadas zonas, contribuyendo al diseño de estrategias de control más efectivas.

En un estudio realizado por investigadores italianos y españoles se ha buscado evaluar la prevalencia de L. infantum en mamíferos salvajes de la región de Piamonte mediante análisis de PCR cualitativo y sus principales factores determinantes, para evaluar el papel de estos animales como huéspedes del parásito, aumentando el conocimiento disponible sobre el ciclo selvático en la epidemiología de L. infantum.

ANÁLISIS DE L. INFANTUM EN ANIMALES SALVAJES

De 2020 a 2022, se analizaron 304 animales salvajes en libertad para la detección de ADN de L. infantum en el bazo y el ganglio linfático poplíteo.

La prevalencia obtenida en jabalí (Sus scrofa) y corzo (Capreolus capreolus) fue superior a los reportados previamente. Asimismo, los autores comentan que el trabajo ha reportado el primer informe de este parásito infectando al coipo, o nutria rata.

L. infantum se detectó en todas las estaciones, incluidas aquellas libres de flebotomos adultos, y las diferencias estacionales fueron mínimas, lo que sugiere un curso prolongado de la infección. Los modelos revelaron que los animales de zonas lluviosas con mayor verdor durante el verano, altamente pobladas por humanos y predominantemente cubiertas por superficies de agua tenían un mayor riesgo de L. infantum.

En resumen, este estudio contribuye a “confirmar hallazgos previos sobre la existencia de un ciclo selvático para L. infantum en determinadas regiones de Italia, así como sobre el posible papel epidemiológico del corzo para este parásito dada la elevada prevalencia encontrada”.