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Investigadores españoles exploran los factores genéticos del huésped en la susceptibilidad a la fiebre Q

Investigadores españoles exploran los factores genéticos del huésped en la susceptibilidad a la fiebre Q

Los resultados sugieren un posible papel de los factores genéticos inmunitarios adaptativos en la susceptibilidad a la fiebre Q
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La población del estudio consistió en 38 pacientes con diagnóstico serológico de fiebre Q.

La fiebre Q es una zoonosis distribuida globalmente causada por Coxiella burnetii, una gamma-proteobacteria intracelular perteneciente a la familia Coxiellaceae.

 

La relevancia de esta enfermedad radica en varios aspectos clave: es una de las causas más comunes de fiebre de duración intermedia, junto con Rickettsia typhi, citomegalovirus y virus de Epstein-Barr; puede llevar a manifestaciones graves, como endocarditis; y representa un importante problema de salud pública debido a su potencial para causar grandes brotes epidémicos.

 

La principal vía de transmisión en humanos es la inhalación de aerosoles contaminados, lo que explica su alta capacidad de diseminación. Se ha observado una discrepancia entre la alta seroprevalencia de C. burnetii en las Islas Canarias y la incidencia relativamente baja de casos diagnosticados clínicamente en entornos hospitalarios. Aunque no se pueden descartar factores microbianos, varios hallazgos indirectos sugieren que los factores relacionados con el huésped desempeñan un papel significativo en la susceptibilidad a la infección y la gravedad de la enfermedad. En este sentido, la persistencia de la fiebre en algunos pacientes a pesar del tratamiento antimicrobiano adecuado, que requiere terapia con corticosteroides, sugiere la participación de mecanismos inmunológicos.

 

Factores genéticos del huésped en la susceptibilidad a la fiebre Q

 

Para explorar esta hipótesis, los investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José María Robaina Bordón, José Luis Pérez Arellano, Michele Hernández-Cabrera, Elena Pisos-Álamo y Cristina Carranza-Rodríguez, Olga Montes-Ares, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, y Alberto Torio-Ruiz, del Hospital General Universitario de Albacete, quisieron investigar el papel de los polimorfismos TLR2 y TLR4, así como la posible influencia de los alelos HLA, en el desarrollo de la fiebre Q aguda. En concreto, el objetivo fue identificar si ciertos polimorfismos TLR2 o TLR4, o alelos específicos de HLA-DRB1, actúan como factores de riesgo o de protección para el desarrollo de la fiebre Q aguda.

 

Se seleccionó prospectivamente a un total de 38 pacientes con fiebre Q aguda. El diagnóstico se confirmó mediante métodos serológicos, basados ​​en títulos de anticuerpos por inmunofluorescencia indirecta contra antígenos de Coxiella burnetii en fase II [IgG > 1:320 e IgM > 1:80] o seroconversión entre muestras pareadas obtenidas durante las fases aguda y convaleciente [con un intervalo de 2 a 4 semanas].

 

Se seleccionó un número idéntico de controles potencialmente expuestos según los siguientes criterios: exposición ocupacional similar y exposición familiar más cercana. Además, se incluyeron los resultados de la tipificación HLA de 121 donantes de sangre de Gran Canaria para fines comparativos.

 

En ambos casos y controles, se analizaron muestras de sangre para los siguientes parámetros: tipificación HLA clase II [DRB1] y polimorfismos en TLR2 [Arg753Gln] y TLR4 [Asp299Gly, Thr399Ile]. En el grupo control, también se evaluó la presencia de anticuerpos IgG e IgM contra Coxiella burnetii.

 

La población del estudio consistió en 38 pacientes con diagnóstico serológico de fiebre Q [12 mujeres y 26 hombres], con una edad media de 39,2 ± 12 años. Cada caso se apareó con un control [22 mujeres y 16 hombres] con una edad media de 44,4 ± 12 años [rango: 22-79 años].

 

En cuanto al estudio de los genes de inmunidad innata, no se observaron diferencias significativas en los tres polimorfismos de TLR analizados. Todos los pacientes y controles portaban el alelo GG del polimorfismo Arg753Gln de TLR2. En cuanto al polimorfismo Asp299Gly de TLR4, solo un paciente portaba el alelo CT, mientras que este se detectó en cuatro muestras de control [2,6 % frente a 10,5 %]. Por último, el alelo Thr399Ile AG de TLR4 se identificó en cinco muestras de pacientes y controles [13,1 %].

 

Factores genéticos inmunitarios adaptativos en la susceptibilidad a la enfermedad

 

Sin embargo, en relación con el estudio de la inmunidad adaptativa, se observaron diferencias significativas en la tipificación del HLA clase II [locus DRB1] entre pacientes y controles. En esta cohorte, se encontró una mayor frecuencia de DRB1*04 en los pacientes en comparación con los controles [47,3 % frente a 28,9 %;]. De forma similar, la frecuencia del alelo DRB1*16 fue mayor en los pacientes que en los controles [7,9 % frente a 0 %]. Por el contrario, el alelo DRB1*08 pareció tener un efecto protector, ya que su frecuencia fue menor en los pacientes en comparación con los controles [2,6 % frente a 13,1 %].

 

Al comparar las frecuencias de estos tres alelos en pacientes con las observadas en un grupo de 121 donantes de sangre sanos de la misma área geográfica, se observaron tendencias similares. Las frecuencias de DRB1*04 y DRB1*16 aumentaron en los pacientes, mientras que la frecuencia de DRB1*08 fue menor en comparación con los donantes. En el caso de DRB1*04, la diferencia entre pacientes y donantes sanos alcanzó la significación estadística [47,3 % frente a 24,8 %].

 

Así, han comentado que este estudio no encontró una asociación significativa entre los polimorfismos de TLR2 o TLR4 y la susceptibilidad a la fiebre Q aguda. Sin embargo, “las diferencias en las frecuencias del alelo HLA-DRB1, en particular la mayor presencia de DRB1*04 entre los pacientes, sugieren un posible papel de los factores genéticos inmunitarios adaptativos en la susceptibilidad a la enfermedad”. Las tendencias observadas “justifican una mayor investigación en cohortes más amplias para esclarecer la influencia de la inmunogenética del huésped en el riesgo de fiebre Q aguda y explorar su posible relevancia para la vacunación y la evaluación del riesgo”.

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