Las neoplasias espinales representan alrededor del 9 % de los perros que presentan enfermedad de la médula espinal. El inicio clínico es típicamente subagudo-crónico y puede incluir hiperestesia espinal y déficits neurológicos. La neoplasia espinal está bien documentada en perros de razas grandes de mediana edad a mayores pero escasamente documentada en perros juveniles y jóvenes. Dos estudios retrospectivos, que investigaron 29 y 27 perros con neoplasia espinal, identificaron solo tres perros de < 7 meses. Otro estudio retrospectivo investigó las características de la resonancia magnética (MRI) de la neoplasia espinal extradural en 60 perros de entre cinco meses y 13 años, pero no especificó cuántos perros eran juveniles. El mismo estudio halló que los tumores de células redondas eran el segundo tipo tumoral más común. No se dispone de estudios más amplios sobre tumores espinales en perros jóvenes. Los informes de casos o series de casos pequeñas incluyen nefroblastoma, tumor neuroectodérmico primitivo, glioma, sarcoma y osteocondroma.
Un equipo de investigadores de varios países ha presentado el caso de un rottweiler de 10 semanas con ataxia progresiva aguda de las extremidades pélvicas y dolor espinal. Una masa de tejido blando altamente destructiva, detectada mediante resonancia magnética y que afectaba las vértebras L3-L4, se identificó histopatológicamente como un sarcoma espinal de células redondas. El sarcoma de células redondas se suma a la lista de tumores espinales en perros jóvenes y debe considerarse cuando se observa un tumor extradural en las imágenes.
La perra fue remitida con antecedentes de 4 días de ataxia progresiva de las extremidades pélvicas y dolor lumbosacro. Al momento de la presentación, la cachorra estaba despierta y alerta, paraparética no ambulatoria, pero capaz de ponerse de pie y soportar algo de peso con apoyo. Había una marcada respuesta de dolor a la palpación de la región lumbar. Las pruebas de pares craneales fueron normales. La colocación propioceptiva estaba disminuida en ambas extremidades pélvicas, más severamente en la izquierda. Todos los reflejos espinales eran normales y la cachorra podía orinar y defecar espontáneamente. Se sospechó una lesión medular T3-L3. El hematológico mostró anemia leve y monocitosis leve. La bioquímica fue normal. Los diagnósticos diferenciales iniciales incluyeron fractura, hemorragia, neoplasia, malformación congénita y discoespondilitis. Debido al dolor originado en la región lumbosacra, se tomaron radiografías de esta región para descartar una fractura espinal antes de realizar una resonancia magnética. Las radiografías no mostraron nada destacable.
Con la resonancia, se identificó una lesión ovoide, bien delimitada, que ejercía un efecto de masa y se extendía desde la parte media del cuerpo vertebral de L3 hasta la vértebra caudal de L4. La masa medía 2,8 cm x 1,3 cm x 1,1 cm (largo x ancho x alto) y ocupaba aproximadamente el 75% del área transversal del canal vertebral como máximo, causando un desplazamiento focal hacia la derecha y una compresión moderada de la médula espinal.
Como la masa era extensa y afectaba las estructuras óseas, el cachorro fue sacrificado debido a un mal pronóstico. Los hallazgos de la necropsia no fueron destacables, excepto por la lesión lumbar.
Histológicamente, se consideró que la neoplasia se originó en una ubicación extradural y cruzó el periostio y se expandió al hueso trabecular vertebral, donde las regiones estaban necróticas. La neoplasia consistía en láminas de células pleomórficas individuales, redondas a ligeramente angulares. Con base en la histomorfología y el patrón de tinción inmunohistoquímica, la neoplasia se diagnosticó como un sarcoma de células redondas pobremente diferenciado.
Esto, explican los autores, supone “el primer informe de un sarcoma espinal de células redondas en un perro joven”. En los seres humanos, los sarcomas de células redondas “suelen ser tumores de alto grado que pueden ser difíciles de diagnosticar debido a la mala diferenciación”.
Así, indican que, a pesar de la sospecha inicial de localización intradural del tumor en la resonancia magnética, la autopsia reveló una localización extradural. Recientemente, “en medicina humana se han investigado las discrepancias entre la localización en imágenes y la localización real del tumor, y se ha descubierto que los radiólogos suelen localizar erróneamente los tumores que invaden múltiples compartimentos”. En ocasiones, los tumores extradurales también se localizan erróneamente como intradurales.
A este respecto, consideran que, aunque rara vez se informa, debe considerarse la neoplasia cuando los individuos jóvenes desarrollan signos neurológicos espinales, aunque otras causas como traumatismos, malformaciones congénitas y enfermedades inflamatorias son más probables. También se han registrado diversas enfermedades y síndromes neurológicos y neuromusculares degenerativos en rottweilers jóvenes, “pero ninguna de ellas se corresponde con la presentación clínica del presente caso”.
En resumen, “nuestro informe de caso enfatiza la importancia de realizar una resonancia magnética para las mielopatías progresivas agudas, incluso en individuos jóvenes”. La detección temprana “puede evitar sufrimiento innecesario en casos con mal pronóstico o ayudar a orientar las opciones de tratamiento cuando sea posible”.