El cáncer es la principal causa de mortalidad en animales de compañía, especialmente perros y gatos, y plantea un desafío cada vez mayor dentro de la medicina veterinaria. Mientras que la oncología humana abarca varias décadas de acumulación de riesgos, los animales de compañía enfrentan esperanzas de vida reducidas, lo que lleva a tasas de incidencia de cáncer anuales más altas que las observadas en humanos. Entre los perros, casi la mitad de los mayores de diez años tienen probabilidades de desarrollar cáncer. Aunque los datos sistemáticos para los gatos son menos completos, sus tasas de morbilidad y mortalidad relacionadas con el cáncer son igualmente preocupantes.
Estos patrones subrayan la necesidad urgente de contar con herramientas más eficaces para diagnosticar y controlar el cáncer en sus etapas más tempranas y tratables, una brecha crítica que no es totalmente abordada por los diagnósticos convencionales, que a menudo detectan la enfermedad demasiado tarde para una intervención terapéutica óptima.
Los perfiles tumorales comunes en caninos y felinos brindan evidencia adicional de esta necesidad. En los perros, los tumores de piel son notablemente frecuentes, representando aproximadamente el 49,5 % de todos los tumores, y casi la mitad (48,4 %) resultan malignos. Los tumores de la glándula mamaria en las perras comúnmente muestran una proporción de malignidad de aproximadamente el 40-50 %. Los tumores orales, que representan 6 % de todas las neoplasias caninas, tienen una proporción de malignidad de alrededor del 39 %. Si bien los tumores óseos son comparativamente menos comunes, cuando ocurren, son malignos en aproximadamente el 90 % de los casos. Los tumores hematopoyéticos, como el linfoma, son casi invariablemente malignos y, por lo tanto, siguen siendo un desafío clínico persistente.
Los gatos presentan un escenario igualmente preocupante. Los tumores de piel tienen una prevalencia del 39,6 %, y alrededor del 63 % muestra un comportamiento maligno. Los tumores de la glándula mamaria en las gatas son especialmente alarmantes, con una proporción de malignidad de 85 %, significativamente más alta que la observada en los perros. Los tumores orales en los gatos, que representan aproximadamente el 3-12 % de todos los tumores felinos, son malignos en 78 % de los casos. Estos datos enfatizan que el cáncer es común y grave en los animales de compañía, lo que requiere enfoques de diagnóstico que puedan identificar las malignidades de manera temprana para mejorar los resultados terapéuticos.
Más allá de las implicaciones clínicas, las cargas emocionales y financieras del cáncer en animales de compañía son sustanciales. A medida que las mascotas asumen cada vez más roles análogos a los de los miembros humanos de la familia, los propietarios esperan una atención compasiva respaldada por diagnósticos de última generación. Sin embargo, la oncología veterinaria actual a menudo va a la zaga de la oncología humana en la adopción de tecnologías emergentes.
La oncología comparada amplifica aún más la importancia de estos avances. Los cánceres que se producen de forma natural en animales de compañía comparten características biológicas y moleculares clave con las neoplasias malignas humanas, lo que proporciona modelos valiosos que mejoran nuestra comprensión de la biología, la progresión y la respuesta terapéutica de los tumores.
De este modo, el aprovechamiento de los modelos de cáncer de animales de compañía puede impulsar una innovación que beneficie tanto a los pacientes animales como a los humanos, mejorando la eficiencia de la investigación mundial sobre el cáncer y reduciendo los esfuerzos redundantes.
A la luz de estas consideraciones, una revisión internacional ha evaluado las tecnologías de diagnóstico emergentes con el potencial de mejorar la detección temprana del cáncer en animales de compañía, examinando la accesibilidad y adaptabilidad de estas nuevas herramientas en diversos entornos clínicos. También han explorado las contribuciones de la oncología comparativa para refinar la precisión diagnóstica y orientar estrategias de tratamiento más efectivas. A través de estos objetivos, los autores pretenden delinear un camino hacia diagnósticos de cáncer avanzados, accesibles y de relevancia global que mejoren el bienestar animal y al mismo tiempo informen sobre la oncología humana y la salud pública.
Las tecnologías de diagnóstico emergentes, que incluyen imágenes mejoradas con inteligencia artificial (IA), biopsias líquidas, diagnósticos moleculares y detección basada en nematodos, “pueden mejorar las capacidades de detección temprana en medicina veterinaria”.
Sobre el último, comentan que “el cribado basado en nematodos utilizando Caenorhabditis elegans ofrece un enfoque innovador y prometedor para la detección temprana del cáncer en oncología veterinaria, con especial énfasis en la accesibilidad y asequibilidad”.
A diferencia de las técnicas moleculares o de imagen que requieren equipo especializado y experiencia técnica sustancial, este método, indican, aprovecha las capacidades olfativas de C. elegans para detectar compuestos orgánicos volátiles asociados al cáncer presentes en fluidos corporales, como la orina.
Respecto a las biopsias líquidas, celebran que introducen una capacidad transformadora en oncología, permitiendo la detección de biomarcadores circulantes, como ADN tumoral circulante y células tumorales circulantes, a través de extracciones de sangre mínimamente invasivas.
Estas herramientas, tal y como exponen, ofrecen métodos no invasivos o mínimamente invasivos para facilitar la detección temprana y la planificación del tratamiento, abordando las limitaciones de los diagnósticos tradicionales, como la radiografía y las biopsias de tejidos.
Los avances recientes en oncología comparativa, que aprovechan las similitudes biológicas entre los cánceres humanos y de animales de compañía, subrayan su valor traslacional para mejorar los resultados en todas las especies.
Uno de los ejemplos más ilustrativos de oncología comparada destacados en la revisión es la investigación sobre el osteosarcoma. Los perros desarrollan osteosarcoma de forma natural a una tasa diez veces mayor que los humanos, con características histológicas, mutaciones genéticas y comportamiento metastásico similares. Como resultado, sirven como modelos invaluables para estudiar la progresión de la enfermedad y la eficacia terapéutica.
Asimismo, han destacado que los avances tecnológicos en genómica, bioinformática y aprendizaje automático están impulsando un cambio hacia la medicina de precisión, lo que permite la detección temprana, los tratamientos personalizados y el seguimiento de la progresión de la enfermedad.
Otros asuntos tratados han sido las barreras financieras y la accesibilidad, los desafíos de infraestructura y adaptación tecnológica, especialmente en zonas rurales o clínicas pequeñas, o la educación y formación para tecnologías emergentes.
Así, concluyen que la revisión destaca los avances clave en las tecnologías de diagnóstico y su aplicación en la oncología veterinaria, con un enfoque en la mejora de la detección temprana, la accesibilidad y la precisión en la atención oncológica. “Al fomentar la adopción de estas innovaciones, la oncología veterinaria puede lograr un nuevo estándar de atención, mejorando los resultados tanto para los animales como para los humanos a través de la lente de la oncología comparativa”.