Una derivación portosistémica es una conexión anómala entre el sistema porta vascular y la circulación general. La sangre de los órganos abdominales, que debería ser drenada por la vena porta hacia el hígado, es derivada a la circulación general por la derivación portosistémica o vaso de derivación. Esto significa que una parte de las toxinas, proteínas y nutrientes absorbidos por los intestinos eluden el hígado, lo que provoca una disminución del flujo sanguíneo hepático y una alteración de las funciones metabólicas hepáticas normales, y pasan directamente a la circulación general.
Existen dos categorías de derivaciones congénitas, según explica el Colegio Estadounidense de Cirujanos Veterinarios, extrahepáticas (fuera del hígado) e intrahepáticas (dentro del hígado). Aunque la mayoría de las derivaciones portosistémicas son congénitas (el perro o gato nace con la derivación), “en determinadas circunstancias, las derivaciones portosistémicas pueden adquirirse como consecuencia de otro problema hepático (derivaciones adquiridas)”.
Una investigación realizada en el Reino Unido ha buscado evaluar la incidencia y los hallazgos clínicos asociados con la presencia de urolitiasis de urato de amonio en perros con derivaciones portosistémicas congénitas.
Los autores realizaron una revisión retrospectiva de perros diagnosticados con shunts portosistémicos extrahepáticos o shunts portosistémicos intrahepáticos en 15 hospitales de referencia entre 2010 y 2023. Se recopilaron datos que incluían la anamnesis, los signos clínicos, los hallazgos del examen físico y los resultados de las pruebas clinicopatológicas en el momento del diagnóstico, y se registró la presencia de urolitiasis por urato de amonio.
Se incluyeron un total de 363 perros. La incidencia general de litiasis urinaria por urato de amonio fue del 19,3 %. Los perros con derivaciones portosistémicas extrahepáticas tenían más probabilidades de tener litiasis urinaria en comparación con aquellos con derivaciones portosistémicas intrahepáticas (32,2 % frente a 8,0 %). Los perros con litiasis urinaria tenían más edad (mediana de 40 frente a 8 meses) y tenían más probabilidades de ser machos castrados (51,4 % frente a 9,8 %). A su vez, comentaron que “los perros con litiasis urinaria tenían más probabilidades de tener hematuria en el análisis de tira reactiva y el examen de sedimento”.
Por lo tanto, han concluido que “los perros con derivaciones portosistémicas extrahepáticas tenían más probabilidades de tener litiasis urinaria en comparación con los perros con derivaciones portosistémicas intrahepáticas”. Del mismo modo, “los perros con niveles más elevados de amoníaco tenían menos probabilidades de tener litiasis urinaria por urato de amonio, y los perros mayores, los machos castrados o aquellos con evidencia de hematuria tenían una mayor incidencia de litiasis urinaria”.