En la actualidad, las mascotas ocupan un lugar relevante en la vida de las personas, y los propietarios se preocupan cada vez más por su calidad de vida. Las gastroenteropatías son comunes en perros y gatos: los signos asociados (diarrea, vómitos, pérdida de peso, etc.) son un motivo frecuente de consulta veterinaria. Estudios que investigaron la prevalencia de enteropatías en Inglaterra informaron un 17,8 % entre perros y un 10 % entre gatos. Sin embargo, se sabe que muchos pacientes llevados al veterinario presentaban antecedentes de enfermedad en los días previos o una diarrea complicada. Por lo tanto, el número real podría ser mayor, ya que muchas afecciones son autolimitadas. El tratamiento suele ser empírico, incluyendo manejo nutricional, con o sin antibióticos y, a veces, probióticos.
La microbiota intestinal es un conjunto de microorganismos del sistema gastrointestinal del huésped, cuya composición y metabolismo, como la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), tienen efectos bien conocidos sobre la salud. La microbiota mejora funciones como el desarrollo y la permeabilidad gastrointestinal, la inmunomodulación, la protección frente a patógenos, la producción de nutrientes, etc., y su influencia trasciende más allá del sistema digestivo.
Entre los AGCC primarios destaca el butirato como principal fuente energética. Presenta efectos intestinales proabsortivos, antisecretores y antiinflamatorios, junto con posibles beneficios extraintestinales. Sobre la composición bacteriana, actualmente existe controversia sobre los filos predominantes en gatos, especialmente con respecto a la relevancia de Actinomycetota (Actinobacteria), aunque Bacillota parece ser predominante. Existe información limitada sobre el papel que juega la proporción entre los filos más predominantes en gatos. Se sabe que el microbioma se altera en estados patológicos. Por todo ello, en los últimos años ha aumentado el interés por terapias dirigidas a su modulación, abarcando diversas patologías.
El microbioma puede modificarse con la suplementación con probióticos, prebióticos, simbióticos y postbióticos, en adelante denominados “bióticos”. La Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) define los probióticos como “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped”. Los prebióticos son “un sustrato que es utilizado selectivamente por los microorganismos del huésped confiriendo un beneficio para la salud”.
Los ejemplos más reconocidos incluyen los fructooligosacáridos (FOS), como la inulina, y los galactooligosacáridos (GOS). Los simbióticos son “una mezcla que comprende microorganismos vivos y sustrato(s) utilizado(s) selectivamente por microorganismos hospedadores que confieren un beneficio para la salud al hospedador”. Los posbióticos son una “preparación de microorganismos inanimados y/o sus componentes que confiere un beneficio para la salud al hospedador”. Todas estas definiciones implican que se requiere evidencia suficiente de su eficacia en el hospedador.
Existe evidencia ambigua respecto a la efectividad de los bióticos en el tratamiento o prevención de gastroenteropatías en mascotas, a pesar de su uso diario.
El objetivo de una revisión realizada por A. López Martí, Carlos Montero Palma, Helena López Martí y Antonio Ranchal Sánchez de la Universidad de Córdoba, fue evaluar los efectos de la suplementación biótica sobre la salud gastrointestinal de los gatos, específicamente su eficacia en el tratamiento y la prevención de gastroenteropatías y en la reducción de los signos gastrointestinales asociados con la administración de antibióticos.
Se realizó una revisión sistemática mediante la búsqueda de publicaciones anteriores al 2 de agosto de 2024 en cuatro bases de datos. Las publicaciones elegibles fueron ensayos que incluían gatos sanos o con gastroenteropatías, suplementados con bióticos (y un control inactivo), que estudiaban resultados como la consistencia fecal, la microbiota fecal o los vómitos. Se evaluó el riesgo de sesgo y la calidad de los informes.
Los objetivos de la revisión se estructuraron formulando tres preguntas: ¿La suplementación biótica, como tratamiento único o coadyuvante, es eficaz en el tratamiento de las gastroenteropatías en gatos en comparación con ninguna suplementación o placebo?, ¿Es efectiva la suplementación biótica para prevenir gastroenteropatías en gatos sanos en comparación con ninguna suplementación o placebo?, y ¿Es efectiva la suplementación biótica para reducir los signos gastrointestinales asociados con la administración de antibióticos en gatos?
Se incluyeron veinte informes que presentaban un riesgo bajo de sesgo. La mayoría de los ensayos estudiaron el efecto de los bióticos en gatos sanos (14 ensayos). Pocos estudios evaluaron la respuesta en gatos enfermos (tres ensayos) y en gatos que recibieron antibióticos (cuatro ensayos). Es una hipótesis razonable, consideran los autores, que los gatos sanos no se beneficiarán tanto de la suplementación como los enfermos. Además, “el tamaño de la muestra por grupo de intervención fue generalmente bajo (de cuatro a seis gatos en la mitad de los ensayos), lo que limitó la precisión de los resultados”.
Sobre los resultados, han comentado que en algunos ensayos, la suplementación empeoró la consistencia fecal: en algunos de ellos, se utilizaron dosis altas. En comparación con la dosis recomendada en humanos, “estos individuos podrían haber estado recibiendo dosis hasta 10 veces mayores”, y “los resultados adversos podrían deberse a un efecto osmótico y lesiones en la mucosa, como alteración de la barrera intestinal debido a altas concentraciones de butirato”.
A su vez, la efectividad de los bióticos también puede verse afectada por la duración de la administración, que fue de 28 días (moda) en esta revisión. No obstante, con la evidencia disponible, la duración de los efectos proporcionados por los bióticos es incierta, por lo que los ensayos cruzados pueden ser menos confiables.
Asimismo, solo tres estudios reportaron diferencias significativas en la microbiota después de la suplementación, detectando la presencia de especies probióticas en heces o una reducción de las patógenas. La manipulación del microbioma es solo una parte de los efectos de los bióticos, y “pueden ser efectivos incluso sin modificarlo: los probióticos no tienen por qué colonizar el intestino, pero sí desplazan a los patógenos, promoviendo la colonización de comunidades beneficiosas”.
También ha explicado que diferentes especies de probióticos tienen un papel específico en la modulación del microbioma, pero los resultados varían en función de las enfermedades estudiadas: por lo tanto, “el efecto de los bióticos también depende del equilibrio biótico del huésped antes de la suplementación”.
Con la evidencia actual, “sería necesario explorar el beneficio de los bióticos en futuras investigaciones para defender su uso frente a otras terapias”. En otros grupos de riesgo, como los gatos que reciben antibióticos, “la suplementación pareció reducir los vómitos solo levemente, pero la certeza de la evidencia fue muy baja: hubo un alto riesgo de sesgo de deserción que se inclina al efecto nulo”.
En este sentido, apuntan que la evidencia actual no permite evaluar con alta confianza la eficacia de los bióticos en el tratamiento o prevención de gastroenteropatías, debido a los pocos ensayos realizados. Se necesitan más investigaciones antes de defender su uso, evaluando su uso en pacientes enfermos y como preventivo para grupos de riesgo. “Los probióticos mostraron, con baja certeza, una reducción significativa en la relación Bacillota/Actinomycetota en gatos adultos sanos”. Por su parte, “los simbióticos no presentaron un efecto clínicamente relevante en la reducción de los vómitos asociados a antibióticos, con muy baja certeza”. No obstante, algunos probióticos mejoraron el perfil inflamatorio en gatos jóvenes y gatitos, y aumentaron la producción de ácido butírico en gatos sanos.
Ante tales hallazgos, sugieren que la evidencia no permitió una evaluación de alta confianza de la eficacia de los bióticos, aunque cinco de los siete ensayos con probióticos mostraron efectos beneficiosos sobre la consistencia fecal. “Los simbióticos no presentaron un efecto clínicamente relevante en la reducción de los vómitos asociados a los antibióticos, con muy baja certeza, en un metanálisis que incluyó a 32 gatos adultos”. Por otro lado, “los probióticos reducen significativamente la relación Bacillota/Actinomycetota, con baja certeza, en un metanálisis que incluyó a 34 gatos adultos jóvenes sanos”. Después del recuento de votos, “los probióticos mejoraron el perfil inmunológico en los gatos jóvenes y aumentaron la concentración de ácido butírico en los gatos sanos”.
Por lo tanto, concluyen que “los datos actuales resaltan la necesidad de realizar más investigaciones, especialmente centradas en los grupos de riesgo y los gatos enfermos, antes de recomendar el uso de suplementos bióticos”.