La resistencia a los antimicrobianos es la propiedad de las bacterias que les permite sobrevivir a tratamientos específicos con antibióticos. En la actualidad, las infecciones causadas por cepas resistentes y multirresistentes se están extendiendo cada vez más, lo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se convertirá en una de las 10 principales amenazas para la salud mundial en el siglo XXI.
Los probióticos son microorganismos vivos que, al ingresar al cuerpo, ejercen efectos beneficiosos sobre todo el organismo huésped. La mayoría pertenecen a cepas bacterianas que se producen naturalmente en el intestino. Las especies pertenecientes a los géneros Enterococcus, Lactobacillus y Bifidobacterium se utilizan comúnmente para este propósito, que es el mantenimiento o restauración del equilibrio del microbioma intestinal. Aunque se han realizado numerosos estudios sobre sus efectos en el cuerpo humano, se han realizado significativamente menos investigaciones sobre sus efectos en los animales de compañía.
Además de los efectos intestinales, es probable que los probióticos ejerzan efectos inmunomoduladores y reductores del estrés en los animales de compañía y ayuden a equilibrar los parámetros sanguíneos relacionados con la digestión. Ciertas cepas probióticas también exhiben efectos antimicrobianos contra bacterias gastrointestinales patógenas específicas. La investigación existente sugiere que los efectos de los probióticos son más favorables para las especies de bacterias específicas del huésped, especialmente en enfermedades gastrointestinales. Para los organismos probióticos, puede ser deseable tener resistencia antibacteriana para sobrevivir al tratamiento con antibióticos. Sin embargo, las bacterias pueden transferir genes de resistencia entre sí de forma vertical u horizontal, por lo que pueden transferir genes de resistencia a bacterias patógenas. El tracto gastrointestinal de los mamíferos proporciona condiciones favorables para la transferencia de genes. En el caso de los productos para el ganado, las regulaciones prohíben la inclusión de genes de resistencia relevantes desde una perspectiva de salud pública, pero dicha regulación no existe para los animales de compañía.
PROBIÓTICOS COMERCIALIZADOS PARA ANIMALES DE COMPAÑÍA
Durante el examen de la cepa de Bacillus amyloliquefaciens utilizada como probiótico, se encontró que, aunque era sensible a las fluoroquinolonas, exhibía una sensibilidad reducida a grupos antibacterianos más antiguos. Sin embargo, otro estudio no detectó genes de resistencia en esta especie. La resistencia intrínseca es característica de las especies de Lactobacillus, que generalmente muestran resistencia a múltiples grupos de antibióticos, como aminoglucósidos, glucopéptidos, inhibidores de la síntesis de ácidos nucleicos e inhibidores de la síntesis de folato.
Se han detectado genes de resistencia contra la penicilina en varios aislados en varios estudios. También se ha detectado resistencia a la oxacilina y a las cefalosporinas en Lactobacillus plantarum y Lactobacillus rhamnosus.
Por lo tanto, es particularmente importante regular adecuadamente los productos probióticos comercializados para animales de compañía en términos de la presencia de genes de resistencia a los antimicrobianos. En un trabajo reciente, se investigaron los productos probióticos para animales de compañía más comunes disponibles en Hungría a través de la secuenciación de próxima generación y compararon los resultados con los perfiles de resistencia fenotípica de las cepas aisladas de estos productos.
El estudio investigó 10 productos probióticos disponibles comercialmente para gatos y perros. Inicialmente, realizaron pruebas fenotípicas mediante la determinación de la concentración inhibitoria mínima (CIM) para antibióticos importantes en la salud animal y pública. Posteriormente, llevaron a cabo la secuenciación de próxima generación (NGS) de los productos para dilucidar el trasfondo genético detrás de la disminución de la sensibilidad fenotípica.
DISTINTOS TIPOS DE GENES DE RESISTENCIA A LOS ANTIMICROBIANOS
En total, se identificaron 19 tipos de genes de resistencia a los antimicrobianos (ARG), de los cuales el 57,9 % se encontraron en plásmidos y en dos casos se encontraron portación como elementos genéticos móviles. Uno de los genes identificados fue el gen APH(3 ′)-Ia, capaz de inactivar antibióticos aminoglucósidos a través de la regulación de la producción de la enzima fosfotransferasa, mientras que el otro fue el gen tetS, capaz de conferir sensibilidad reducida a antibióticos tetraciclínicos a través de la protección de dianas.
Durante la determinación de los valores de CMI, se pudo observar una correlación entre los valores de resistencia y los ARG identificados en las cepas de Enterococcus faecium de varios productos. Los autores explican que la expresión del gen AAC(6 ′ )-Ii enzimáticamente (acetiltransferasa) conduce a la resistencia a los antibióticos aminoglucósidos. Este gen “se encontró en todos los productos analizados y podría ser uno de los genes responsables de la resistencia observada en todas las cepas”.
En base a los resultados, los autores recomiendan en la práctica considerar la introducción de regulaciones más estrictas durante la producción y autorización de comercialización de probióticos, asegurando la reducción de genes de resistencia a los antimicrobianos en los productos a un nivel mínimo, con especial atención a la exclusión de genes que puedan tener importancia significativa para la salud pública.
Podemos concluir que, entre las cepas probióticas estudiadas, “la bacteria Enterococcus faecium es la que porta más genes de resistencia, de acuerdo con la literatura existente”. Entre las especies de Lactobacillus y Pediococcus, “identificamos genes de resistencia de cepas de Enterococcus en la mayoría de los casos, también en consonancia con la literatura”.
En resumen, “nuestros hallazgos subrayan la importancia de abordar las investigaciones sobre la resistencia a los antimicrobianos desde una perspectiva más amplia”. Asimismo, los autores sugieren que se justifican más estudios en esta área y “planteamos preguntas sobre la necesidad de ampliar los trabajos exigidos por ley sobre los productos probióticos desde su uso en el ganado de uso comercial hasta su uso en animales de compañía”.