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Cómo preparar a un gato para una visita al veterinario sin tanto estrés
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Cómo preparar a un gato para una visita al veterinario sin tanto estrés

La etóloga Aoife Ortega O’Sullivan ofrece algunos consejos y pautas para lograr que el desplazamiento y las visitas al veterinario sean lo más agradables posible para los gatos
Transportín gato visita veterinario
Todo lo invertido en bienestar animal durante los momentos estresantes, evitará que más adelante el gato presente problemas orgánicos o alteraciones en el comportamiento.

Llevar al gato al veterinario suele ser una tarea ardua para algunos tutores e incluso acaban por meterlos a la fuerza porque se ven agobiados que no llegan a tiempo. Es conocido que la mayoría de felinos no lo pasan bien cuando viajan, son animales fuertemente vinculados a su territorio y se sienten muy vulnerables fuera de su hogar. 

 

Si encima esta operación se realiza de manera agresiva o invasiva, la experiencia se vuelve todavía más traumática tanto para la mascota como para el tutor. Según explica Aoife Ortega O’Sullivan, especialista en etología clínica, veterinaria y bienestar animal por la Universidad Complutense de Madrid, y perteneciente al Grupo de Especialistas en Medicina del Comportamiento (GEMCA) de AVEPA, "el estrés agudo puede generar problemas de agresividad, comportamientos compulsivos como acicalamiento excesivo, autolesionarse, problemas urinarios de origen agudo. El estrés crónico en los gatos puede traducirse en problemas físicos como cistitis, brotes de herpesvirus, trastornos digestivos o problemas agudos cuando existen ya enfermedades respiratorias. Además de problemas de comportamiento como agresividad defensiva o redirigida".

 

Ortega O’Sullivan ofrece algunos consejos y pautas para poder hacer del trasportín un elemento positivo, y lograr que el desplazamiento y las visitas al veterinario sean lo más agradables posible. 

 

Transportar a un gato al veterinario


De acuerdo con la etóloga, "el primer aspecto a tener en cuenta es el modelo de trasportín. Es fundamental hacer que el gato se sienta protegido dentro". Deberemos escoger uno que sea cómodo, suficientemente grande para que el animal pueda acomodarse a su gusto sin estar apretado, y de fácil apertura (los transportines en los que la parte de superior se puede quitar, son los mejores, suelen conocerse como rígidos).

 

"También es importante que el transportín sea lo suficientemente rígido para soportar el peso del gato. Durante el traslado hay que evitar movimientos bruscos que hagan ir al animal de lado a lado", sugiere ella. Otro punto a favor de los transportines rígidos, desde el punto de vista de los médicos veterinarios, es que permite evaluar al gato desde fuera, explorándole en su zona segura. "Siguiendo todos los parámetros antes mencionados, los transportines duros, con una tapa que se abre a través de pestañas, paredes cerradas, ventilación a través de rendijas, tamaño suficiente para que el felino pueda acomodarse sin sentirse apretujado, son la mejor opción", indica Ortega O’Sullivan. 

 

Después de elegir el modelo de transportín adecuado, "el segundo aspecto a trabajar es la desensibilización del gato frente a él. El objetivo es que lo asocie con experiencias positivas y, para lograrlo, el transportín debe ser una parte más del mobiliario del hogar". La mejor recomendación es que, al principio, se retire la parte de arriba y se pongan las mantas que le gustan al animal, además de objetos familiares y de su gusto como juguetes. El fin es que se sienta cómodo y lo considere una zona de caricias y tranquilidad.

 

Una vez asegurado que el gato ha asociado el trasportín con situaciones agradables, pondremos la parte de arriba, sin la puerta, y seguiremos trabajando de la misma manera. El siguiente paso es agregar la puerta, pero sin cerrarla, y repetir las mismas pautas. "Con esta desensibilización paulatina, conseguiremos que nuestro gato sea capaz de entrar en el trasportín sin lucha, y su experiencia no comenzará desde el primer momento como algo estresante que le genera pánico", señala la médica veterinaria. 


"La seguridad durante el traslado tiene una enorme importancia", añadió la etóloga. Una vez dentro del trasportín, con sus respectivas mantas y juguetes, debemos comprobar a fondo que todas las pestañas están bien cerradas y que la puerta está bloqueada. Después, cubriremos el trasportín con una manta o toalla. En la oscuridad, el gato se sentirá más seguro y protegido.

 

Para cargar el transportín con el gato dentro, la forma correcta es con ambas manos. Es más seguro sostenerlo desde abajo (y no desde la agarradera). 

 

Si el transporte es el coche, intentaremos que esté en una zona firme y plana. Si lo vamos a transportar caminando, lo más recomendable es utilizar un carrito. Sujetar el trasportín con cuerdas elásticas al citado carrito reducirá el movimiento y hará que el gato se sienta más seguro.

 

En la clínica veterinaria y regreso


Siempre que no sea una urgencia, es muy recomendable pedir cita previa. "Eso reducirá el tiempo de espera y permitirá que el veterinario organice las consultas con previsión para intentar ahorrar al gato ciertas situaciones estresantes en la sala de espera, como ladridos, lloriqueos o gritos", destacó Ortega O’Sullivan. Si es posible facilitarle una zona silenciosa sin otros animales cerca, estará mucho mejor.

 

"La vuelta de la clínica hará que el gato llegue a casa en una situación anómala. Ya sea simplemente con olores nuevos, con cirugías que requieren mallas postquirúrgicas o con algún signo de sedación o anestesia (según el tratamiento recibido); en todos los casos se tratará de una situación inusual ante su vida cotidiana. Por eso, si tenemos otros gatos, es importante que no se junten hasta que el que llega se haya relajado, acicalado y recuperado de los efectos secundarios de algunos fármacos. De esta manera, evitaremos un conflicto que pueda escalar en agresividad entre nuestros felinos", explicó la etóloga. 

 

"Lo más recomendable es que antes de salir de casa, tengamos una habitación ya acondicionada con arenero, agua, comida, luz tenue y poco ruido. Así al volver, podremos ir directamente y dejar el trasportín con la puerta abierta, para que nuestro gato decida cuando quiere salir", agregó. 

 

Casos especiales


Para ciertos gatos especialmente nerviosos y miedosos, que, a pesar de realizar todo lo anterior, siguen sufriendo estrés en las visitas al veterinario, existen varias alternativas para un tratamiento previo a la consulta. "Antes de administrar cualquier fármaco, es necesario que el veterinario haya realizado una exploración. Si tu gato lo pasa mal en las visitas, aborda este tema con tu veterinario para que pueda recomendarte tratamiento previo para la siguiente visita", sugirió Ortega O’Sullivan. 

 

Entre las indicaciones más comunes se encuentran:

 

Feromonas. Las feromonas faciales felinas se secretan naturalmente de las glándulas de la cara del gato y generan señales importantes de seguridad y familiaridad. Existe una versión sintética, que es común en todos los gatos domésticos, disponible en aerosol o difusor. Se puede rociar en el transportín 15 o 20 minutos antes de que el animal entre.


Gabapentina. Administrada por vía oral, ha demostrado ser efectiva en la reducción de la ansiedad, el estrés y la agresividad durante el transporte y el examen en la consulta.


Trazodona. Administrada por vía oral. Al igual que la Gabapentina, disminuye la ansiedad y el estrés.
 

Pregabalina. Administrada por vía oral. Es eficaz en disminuir el miedo y la ansiedad aguda.


Como es lógico, todas estas medicaciones deben ser administradas siguiendo estrictamente las recomendaciones del veterinario y con la antelación pautada.

 

En algunos casos, en los que es imposible medicar por vía oral al gato antes de la visita veterinaria, o en animales en los que aunque se administre algún psicofármaco, sigue siendo imposible poder explorar o realizar ciertas pruebas que pueden ser dolorosas o muy incómodas para el paciente, "estará recomendada la sedación en la clínica. A los cuidadores o tutores es lógico que les intranquilice esa palabra. Si no es posible explorar al animal y hacerle pruebas, será muy complicado acertar en el diagnóstico y el tratamiento. Será pues el profesional veterinario quien, evaluando las ventajas y los inconvenientes, os propondrá mejor opción", comentó la experta. 

 

En definitiva, la etóloga apunta que, con estos sencillos consejos, "podemos lograr que la experiencia de preparación, traslado y consulta en la clínica veterinaria sean lo menos traumáticas posibles para los gatos y los tutores. Todo lo que invirtamos en bienestar animal durante los momentos estresantes, evitará que más adelante nuestro gato presente problemas orgánicos o alteraciones en el comportamiento como consecuencia del estrés".

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