La meningoencefalomielitis no infecciosa (NIME) abarca un grupo de enfermedades idiopáticas, probablemente inmunomediadas, del sistema nervioso central (SNC), que afectan comúnmente a los perros. Su gravedad, combinada con el desafío diagnóstico y terapéutico, hacen de la NIME una de las enfermedades más complejas en neurología veterinaria.
Hasta ahora la etiología de la meningoencefalomielitis no infecciosa es desconocida, aunque parece estar implicada una desregulación del sistema inmunitario, desencadenada por susceptibilidad genética, factores ambientales y agentes infecciosos.
Las NIME se clasifican en tres subtipos según sus características histológicas: meningitis-arteritis sensible a esteroides (SRMA), meningoencefalitis eosinofílica (EME) y meningoencefalomielitis de origen desconocido (MUO). A su vez, la MUO puede subclasificarse en dos subcategorías: meningoencefalitis granulomatosa (GME) y encefalitis necrotizante (que incluye leucoencefalitis necrotizante (NLE) y meningoencefalitis necrotizante (NME)).
Si bien la SRMA y la EME pueden reconocerse ante-mortem, a través de las características citológicas del análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR), la GME, la NLE y la NME solo pueden confirmarse mediante un examen histopatológico, que rara vez se puede realizar en la mayoría de los centros veterinarios especializados.
El riesgo para el paciente, los altos costes y la demora en proporcionar los resultados de estas pruebas diagnósticas comprometen la implementación de un tratamiento temprano y eficiente.
Por lo tanto, la necesidad de comprender los mecanismos moleculares involucrados en NIME, para encontrar nuevos enfoques de diagnóstico, es imperativa. Los biomarcadores moleculares han demostrado ser herramientas indispensables en el cribado, diagnóstico, caracterización y seguimiento de enfermedades.
Debido a su íntimo contacto con el SNC y a la separación entre el parénquima nervioso y el lecho vascular capilar por la barrera hematoencefálica, el líquido cefalorraquídeo comprende un conjunto de proteínas único y distinto para el SNC y, por lo tanto, el LCR sería una fuente ideal de biomarcadores de enfermedades neurológicas. Junto con el LCR, la sangre se ha considerado otra fuente importante de biomarcadores, dada su fácil accesibilidad y la posibilidad de muestreo repetido con mínimas molestias para el paciente.
En este sentido, un trabajo realizado por Mercedes Aradillas Pérez, Espinosa López, Ortiz Guisado, Eva Martín Suárez, Guadalupe Gómez Baena y Alba Galán Rodríguez, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Córdoba, se ha propuesto comparar los proteomas del LCR y del suero de perros con NIME (incluidos MUO y SRMA) y perros de control, aquellos con mielopatía de la médula espinal debido a enfermedad del disco intervertebral, para identificar diferencias que puedan ayudar en el diagnóstico preciso de la meningoencefalomielitis no infecciosa.
Se incluyeron muestras de suero y LCR de 11 perros, con el grupo de control compuesto por pacientes que presentaban enfermedad del disco intervertebral (IVDD, n = 6), y el grupo de estudio compuesto por perros que sufrían NIME (n = 5). Todos los pacientes eran machos, con una distribución de edad que oscilaba entre los siete y los 10 años, y una edad media de 8,3 años. La proteómica cuantitativa basada en espectrometría de masas reveló un conjunto de 36 proteínas con una abundancia diferencial significativa en las muestras de LCR.
Las proteínas reguladas positivamente en el LCR de perros con meningoencefalomielitis no infecciosa incluyeron inmunoglobulinas, inhibidor de la cadena pesada 2 de la inter-alfa-tripsina, fosfodiesterasa similar a la esfingomielinasa ácida y proteína 1 similar a la quitinasa 3, todas asociadas con la respuesta inmune y la inflamación.
Por el contrario, las proteínas significativamente reguladas a la baja incluyeron la molécula de adhesión celular neuronal, la contactina-1 y el potenciador de la procolágeno C-endopeptidasa, que están involucradas en el desarrollo neurológico y la plasticidad sináptica. No se observaron diferencias en los perfiles séricos entre los grupos.
Este estudio, concluyen los autores, identificó un panel de candidatos a biomarcadores proteicos del LCR para NIME, y proporcionó nuevos conocimientos sobre la patogénesis de la enfermedad, lo que sugiere que la “disfunción neuronal y la desregulación inmunológica pueden estar involucradas”.