Un estudio de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Cornell ha revelado la primera evidencia genética de transmisión del coronavirus felino (FCoV) entre un gato doméstico y un gato salvaje cautivo. El descubrimiento ha sido posible gracias a un enfoque novedoso que utiliza secuenciación genética de nueva generación con captura por hibridación. El hallazgo comprende implicaciones para combatir este virus poco comprendido y sus consecuencias, así como otras enfermedades.
"No sabemos completamente de qué es capaz el FCoV y cómo se transmite", afirmó Gary Whittaker, profesor y autor del artículo, que fue publicado en Microbiology Spectrum. Asimismo, la primera autora del artículo es Ximena Olarte Castillo, asociada postdoctoral en el laboratorio de la coautora Laura Goodman.
Cabe destacar que investigaciones anteriores han identificado dos genotipos distintos de coronavirus felino, llamados tipos 1 y 2. Se diferencian en su proteína de pico viral (S), que determina qué tipos de células puede infectar el virus. La evidencia actual sugiere que ciertas mutaciones en cualquiera de las versiones de FCoV pueden permitir que algunos subtipos ataquen diferentes tipos de células y conviertan el virus de una forma de baja patogenicidad a una forma altamente patógena.
Si bien FCoV generalmente solo causa signos leves y puede estar presente durante años sin causar ningún problema en la mayoría de los gatos domésticos, algunas cepas sufren mutaciones y causan peritonitis infecciosa felina (PIF).
Descrita por primera vez por el Dr. Jean Holzworth, la PIF causa con frecuencia signos sistémicos y neurológicos y se consideraba casi habitualmente letal hasta el desarrollo relativamente reciente de medicamentos antivirales seguros y eficaces (el más impactante es un compuesto llamado GS-441524). Actualmente no existe una vacuna eficaz para la prevención de la peritonitis infecciosa felina en gatos.
Debido a que los felinos salvajes (gatos) son parientes genéticos cercanos de los gatos domésticos, pueden ser particularmente susceptibles a infectarse con enfermedades como el coronavirus felino y, en consecuencia, sucumbir a la PIF. La comida para gatos destinada a gatos callejeros, por ejemplo, puede atraer a los félidos salvajes, aumentando el riesgo de transmisión.
Más recientemente, Whittaker y otros investigadores han estado caracterizando un brote en curso de un nuevo FCoV-2 en gatos salvajes, callejeros y en libertad, en Chipre, con un aumento de 40 veces en las muertes relacionadas con el virus reportadas en la isla.
Concretamente, el artículo actual analiza un caso de transmisión de FCoV-1 entre un gato doméstico y un félido salvaje que tuvo lugar en una institución zoológica de EE.UU. en 2008. El gato doméstico y un gato joven de Pallas, una especie nativa de Asia central y occidental, compartieron habitación y ambos murieron de PIF. Al examinar muestras de tejido congelado de ambos animales, los investigadores esperaban avanzar en un misterio importante sobre el coronavirus felino.
Aunque se ha informado de coronavirus felino en muchas especies de felinos silvestres, el genotipo específico (FCoV-1 o FCoV-2) seguía siendo desconocido debido a los desafíos técnicos de secuenciar el gen S altamente variable. "Al utilizar un enfoque semidirigido, conocido como captura por hibridación, junto con la secuenciación de nueva generación, pudimos detectar y secuenciar el genoma completo del FCoV-1 tanto en los tejidos del gato doméstico como del gato Pallas", señalaba Olarte Castillo. "Las principales diferencias entre FCoV-1 y FCoV-2 se encuentran en regiones muy variables. Por lo tanto, debemos pasar de apuntar a genes específicos a la secuenciación del genoma completo, y esta técnica parece muy prometedora".
Si bien el estudio actual fue retrospectivo, "ahora que tenemos la tecnología, nos dimos cuenta de que esta muestra podría servir como prueba de principio para una respuesta eficaz al brote", afirmaba Whittaker. Con este fin, el Cornell Feline Health Center (FHC) proporcionó recientemente financiación de respuesta rápida para un secuenciador NextSeq 1000 de última generación, ubicado en los laboratorios del Instituto Baker.
"La FHC hizo una gran inversión para que, en el caso de un brote futuro, podamos estar listos y determinar muy rápidamente con qué cepa estamos lidiando", explicaba Goodman. "Esperamos poder brindar a los médicos la información que necesitan lo antes posible para responder y contener la situación emergente".
"Este estudio tiene un gran impacto porque no sólo proporciona la primera evidencia de transmisión de FCoV-1 entre un gato doméstico y un felino salvaje, sino también porque lo hace utilizando tecnología de vanguardia que se puede aplicar para mejorar los esfuerzos de vigilancia de FCoV y otros patógenos en especies de felinos domésticos y salvajes en todo el mundo", exclamaba Bruce Kornreich, director de la FHC.
A largo plazo, los investigadores esperan que sus esfuerzos por secuenciar el coronavirus felino (y otras enfermedades) ayuden a comprender mejor el potencial de resistencia a los medicamentos del virus ahora que el uso de antivirales para la peritonitis infecciosa felina está generalizado, y a determinar las mejores prácticas de gestión para la conservación. "Necesitamos obtener conocimientos básicos para determinar qué tipo de gestión se necesita de cara al futuro", afirmaba Whittaker.