Las dietas para mascotas basadas en carne cruda se han vuelto más populares en los últimos años y se pueden encontrar en casi cualquier tienda de artículos para mascotas. Por ello, últimamente se ha discutido los potenciales riesgos para la salud de estas dietas tanto para las mascotas como para las personas que conviven con ellas. Así, se ha documentado que tanto los alimentos crudos para mascotas como las carnes crudas que se venden para el consumo humano tienen altas tasas de contaminación con bacterias peligrosas, muchas de las cuales son resistentes a los antibióticos (RAM).
A pesar de esto, muchos dueños de mascotas aún desconocen los riesgos para la salud humana de los alimentos crudos para mascotas.
Sobre este tema, un trabajo reciente del Reino Unido tuvo como objetivo identificar las dietas basadas en carne cruda (RMD) y las dietas no crudas (NRMD) más comúnmente seleccionadas por los dueños de perros en el Reino Unido.
Además, investigó la presencia de RAM en bacterias Enterobacteriaceae en muestras de RMD preparadas previamente y croquetas comerciales preparadas para perros.
Para ello, se elaboró una encuesta on line que exploraba las preferencias dietéticas de los dueños de perros en el Reino Unido. A partir de esto, se determinaron las 10 marcas principales de dietas de croquetas crudas y cocidas preparadas previamente y se compraron 134 muestras (110 RMD, 24 piensos) y se sometieron a pruebas microbiológicas.
ENVASES DAÑADOS Y CONTAMINADOS
Se llevó a cabo el recuento bacteriano de E. coli y otras enterobacterias, y se determinó la presencia de Salmonella spp. y RAM- E. coli dentro de las muestras determinadas. Asimismo, se realizó la secuenciación del genoma completo de Salmonella spp. y aislados de E. coli resistentes a cefalosporinas de tercera generación.
Los dueños de perros que alimentaron con RMD seleccionaron con mayor frecuencia RMD preparado previamente, y los dueños que alimentaron con NRMD alimentaron con mayor frecuencia alimentos secos comerciales completos cocinados.
Los autores observaron envases dañados y con fugas en muestras de RMD, junto con una gran variabilidad en la información proporcionada sobre la trazabilidad del producto.
Además, se identificaron recuentos de E. coli y otras enterobacterias superiores a >5000 UFC/g en muestras de RMD. Se aislaron tres variedades de E. coli productora de RAM en el 39, 14 y 16 % de las muestras de RMD, respectivamente. A su vez, S. enterica se aisló del 5% de las muestras de RMD, pero “no se aislaron enterobacterias en ninguna de las muestras de croquetas cocidas”, explican.
En resumen, “el presente estudio sugiere que los RMD preparados para perros en el Reino Unido pueden estar contaminados con bacterias zoonóticas y RAM”. Por lo tanto, “los RMD son potencialmente una preocupación importante desde una perspectiva veterinaria y One Health”, y los profesionales médicos y veterinarios, los minoristas de alimentos para mascotas y los dueños de mascotas “deben ser conscientes de estos riesgos; y se deben realizar medidas estrictas de higiene si los propietarios deciden alimentar con RMD a sus mascotas”, alertan.
PRESENCIA DE PARÁSITOS EN DIETAS CRUDAS
Las bacterias no son los únicos agentes patógenos que parecen estar presentes en las dietas crudas elaboradas para animales, o dietas BARF. Los parásitos presentes en los alimentos de esta categoría también pueden suponer un riesgo para la salud de las mascotas y las personas.
Otro estudio se ha encargado de explorar la relación entre estas dietas y la presencia de ciertos parásitos en mascotas. Para ello, las muestras fecales de 89 animales de compañía mantenidos con dieta BARF se sometieron a un examen coprológico seguido de análisis moleculares. Seis de ellos arrojan huevos de Dicrocoelium dendriticum. Este resultado se confirmó con PCR, y en un caso también se demostró el ADN de Fasciola hepatica.
Además, “se hallaron ooquistes de Cystoisospora canis, una especie similar a Cystoisospora ohioensis. y Eimeria stiedai, así como esporocistos de Sarcocystis sp”. No obstante, “todas las muestras fueron negativas para Neospora caninum y Toxoplasma gondii”.
Ante estos datos, los autores concluyen que, si bien no se encontró evidencia de infección de perros y gatos alimentados con BARF con parásitos que habitualmente se asocian con esta dieta y se consideran factores de riesgo clínico-patológicos para estas mascotas (p. ej., N. caninum, T. gondii), “sí se demostró la presencia de huevos de fasciolas (probablemente procedentes de rumiantes) y ooquistes de E. stiedai (del hígado de conejo presente en el alimento)”.
En este sentido, añaden que “estas especies generalmente no se consideran entre los riesgos asociados a parásitos de la alimentación con BARF, pero sí puede afectar a otros animales que convivan con las mascotas”.
Así, “cuando existen huéspedes intermediarios de D. dendriticum en zonas urbanas, la alimentación con BARF puede afectar indirectamente a otros perros y gatos”.
Los autores también demostraron que “la alimentación con BARF puede contribuir a la contaminación del medio ambiente con ooquistes de E. stiedai, aumentando así los riesgos de coccidiosis biliar en conejos domésticos vivos cercanos que de otro modo no tendrían acceso a estos parásitos”.