Una de las bondades del silvopastoreo es el hecho de que si “un bovino se alimenta de una dieta más diversa y balanceada. También le permite aumentar el consumo, por lo que se espera mejor productividad”, explica, el zootecnista Sebastián Montoya Uribe, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
Con el silvopastoreo las áreas de pastoreo son diversas en número de especies de forraje y en su disponibilidad, dependiente del piso térmico en el que se encuentre y del periodo de descanso que se les garanticen a los bovinos.
Para la investigación se establecieron unidades experimentales centradas en los terrenos o potreros que oscilan entre 2.500 y 5.000 metros cuadrados en los que se asignan lotes de alrededor de 40 vacas que permanecieron allí un día.
El estudio se efectuó en dos etapas. Un primer experimento consistió en la oferta forrajera y en consumo bovino en las fincas, para lo cual fue necesario cortar y pesar determinados volúmenes del material vegetal. Específicamente en la Eco-región cafetera y en el valle alto del río Cauca, se analizaron los arbustos Tithonia diversifolia (hemsl Gray) y Leucaena leucocephala e identificó que la pastura más destacada es Cynodon plectostachyu, mientras que en la región ganadera del valle del río Cesar evaluó forrajes de Gliricidia sepium. Allí la pastura más abundante es Panicum maximum, asociada a árboles de Eucalyptus melliodora y Samanea saman.
Otra región de estudio fue el Bajo Magdalena, donde se analizaron las especies Bothriochloa pertusa, la pastura Panicum maximum c.v.. Mombaza, el arbusto forrajero Leucaena leucocephala y Gliricidia sepium, además de la especie arbórea Samanea saman, y en el Piedemonte del Orinoco, en el Meta, Brachiaria decumbens y Tithonia diversifolia.
También, en regiones lecheras de Boyacá y Santander, Cenchrus clandestinus Trifolium repens y Sambucus en las zonas altas. En esa zona bajas, el componente forrajero es totalmente diferente y los forrajes de mayor presencia son Brachiaria decumbens y Tithonia diversifolia.
Con respecto al forraje consumido por el ganado, otro propósito fue analizar la oferta disponible, pues es una variable que define ambos sistemas de pastoreo: el que está mediado por la técnica tradicional es más libre y es difícil generar un control sobre él, y el silvopastoreo, que, por sus condiciones, contribuye con el bienestar animal.
En ese sentido, el modelo de estudio permitió la comparación con el pastoreo convencional que usa monocultivo de forraje y la metodología empleada se definió con el propósito de que fuera adaptada al productor.
De esa forma se estableció, por ejemplo, que las eficiencias de los sistemas silvopastoriles dependen de las zonas en las que se desarrollen. En aquellas en las que predomina el clima caliente el ganado se resguarda bajo la sombra de árboles, donde puede rumiar y no está supeditado a una sola especie de pasto, mientras que en el método tradicional los animales expuestos a altas temperaturas se acercan a los abrevaderos y reducen el consumo de forraje.
COMPARACIÓN DE BOVINOS EN ESTABLOS Y EN PASTOREO LIBRE
El segundo experimento consistió en comparar bovinos en establos y en pastoreo libre. Los primeros fueron alimentados con dietas típicas de sistemas silvopastoriles y los segundos en condiciones naturales. A todos se les monitorearon actividades de forrajeo, rumia de pie y acostados, y descanso de pie y acostados durante 48 horas seguidas.
Entre los resultados está que la incorporación de arbustos aumenta la productividad y calidad del forraje, diseñado para aumentar la eficiencia y con cuya implementación se incrementa la oferta de nutrientes como proteínas y minerales, además de que, en periodos cortos de ocupación de los bovinos en las áreas de pastoreo, se disminuye el riesgo de ausencia forrajera en periodos climáticos críticos.
Según el profesor Rolando Barahona Rosales, del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Medellín, director de esta investigación, una contribución importante es al entendimiento de los beneficios ambientales de los sistemas silvopastoriles, “generando indicadores numéricos de dichos beneficios en lo referente a la conducta ingestiva y consumo de materia seca y de agua”.
Acerca de ese último aspecto, el investigador llama la atención: “si llega una época de sequía y tienes un árbol en un potrero cuya raíz profunda que (por ejemplo) puede ir llegando a 25 metros, el agua empieza a percolar o a subir y favorece la durabilidad de ese establecimiento”.
En ese sentido, los pasos y leyes del punto de bienestar se dan, en esencia, en torno a tres factores que son: la dieta mejorada de los animales, el confort térmico y la constancia en la disponibilidad del alimento.
El experimento se aplicó con la ayuda del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV), que hace varios años, junto con la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan) estableció este modelo en Colombia.