La epilepsia en gatos es un problema común que afecta aproximadamente al 1 % al 2 % de la población general de gatos domésticos, y los fármacos antiepilépticos (FAE) son la base del tratamiento. Si bien el fenobarbital es un medicamento anticonvulsivo de primera línea seguro y eficaz para la mayoría de los gatos, algunos gatos no pueden tolerar el fenobarbital de forma segura o tienen convulsiones que no se controlan adecuadamente con fenobarbital solo.
En perros, el bromuro de potasio es una alternativa o complemento al FAE seguro y eficaz; sin embargo, en los gatos, las reacciones adversas, incluida la neumonitis de tipo alérgico, ocurren hasta en un 40 % a 50 %, por lo que ya no se recomienda. Faltan estudios de eficacia de los FAE más allá del fenobarbital y el bromuro de potasio en gatos y, a diferencia de los perros, no existe un consenso para el tratamiento de las convulsiones.
La zonisamida es un FAE más nuevo aprobado en los Estados Unidos y Europa como FAE complementario para tratar las convulsiones focales en adultos humanos. Aunque se utiliza de forma anecdótica para controlar las convulsiones en gatos, no se han publicado estudios de eficacia que evalúen la zonisamida para las convulsiones en gatos. La zonisamida es eficaz en modelos animales para controlar las convulsiones focales y generalizadas, y los estudios clínicos en perros que reciben zonisamida han demostrado una eficacia del 60 % como monoterapia y del 60 % al 80 % como terapia complementaria.
Los estudios existentes sobre zonisamida en gatos son limitados. Si bien la zonisamida parece segura y bien tolerada clínicamente en gatos, no se ha establecido su eficacia para el control de las convulsiones y la prevalencia de efectos adversos en gatos con convulsiones.
En consecuencia, el objetivo principal de un estudio realizado en EE UU fue explorar los gatos epilépticos que reciben zonisamida como parte de su tratamiento de las convulsiones y evaluar la frecuencia mensual de las convulsiones antes y después de comenzar con la zonisamida. La hipótesis barajada fue que los gatos epilépticos tratados con zonisamida tendrán una disminución significativa en la frecuencia de las convulsiones.
El objetivo secundario del informe fue realizar un análisis de subgrupos de la frecuencia de las convulsiones en gatos diagnosticados con epilepsia idiopática y describir los efectos adversos clínicos y clínico-patológicos de los gatos bajo tratamiento con zonisamida.
Se reclutaron un total de cincuenta y siete gatos con antecedentes de convulsiones tratados con el medicamento a probar. Se comparó la mediana del número de convulsiones por mes y el número de días de convulsiones por mes antes y después de la administración de zonisamida en todos los gatos, en un subgrupo de gatos con epilepsia idiopática (EI) y un subgrupo de gatos que recibieron zonisamida como tratamiento único.
Antes de iniciar el tratamiento con zonisamida, las convulsiones fueron generalizadas sólo en 29/57 gatos, focales sólo en 12/57 gatos y tanto focales como generalizadas en los 15/57 gatos restantes. La mayoría de los gatos (39/57) tuvieron episodios de convulsiones en racimo.
En el conjunto de todos los animales, el número de convulsiones por mes disminuyó significativamente en una mediana de 1 convulsión después de comenzar con zonisamida. El número de días de convulsiones por mes disminuyó en una mediana de 1 día después de la administración oral de zonisamida. Asimismo, el porcentaje de gatos que respondieron a la zonisamida considerando el número de convulsiones por mes fue del 62 %.
En el subgrupo de epilépticos idiopáticos, el número de convulsiones por mes disminuyó en una mediana de 1 convulsión. El número de días de convulsiones por mes disminuyó marcadamente en una mediana de 2 días, y el porcentaje de gatos con epilepsia idiopática que respondieron a la zonisamida considerando el número de convulsiones por mes fue del 69,2 %.
Por otra parte, en el subgrupo de tratamiento único, el número de convulsiones por mes disminuyó en una mediana de 1 convulsión, el número de días de convulsiones por mes disminuyó notablemente en una mediana de 1 día, y el porcentaje de gatos que recibieron zonisamida como tratamiento único que respondieron a la zonisamida fue del 70 %.
En cuanto a los efectos adversos clínicos más comunes fueron sedación (17 %), ataxia (11 %), hiporexia (17 %) y emesis (5 %). Un gato desarrolló anemia leve no regenerativa, 2 gatos desarrollaron acidosis metabólica leve y 6 gatos mostraron aumentos leves de ALT y ALP.
Ante los hallazgos demostrados, los autores han comentado que “la frecuencia de las convulsiones mensuales disminuyó significativamente después de administrar zonisamida, con un nivel bajo aceptable de efectos adversos en esta evaluación retrospectiva de gatos epilépticos”.
A su vez, los efectos adversos, como sedación, ataxia y malestar gastrointestinal, “fueron en su mayoría transitorios, pero podrían tardar hasta varias semanas en resolverse”.
En consecuencia, “la zonisamida se puede utilizar como alternativa o terapia complementaria al fenobarbital o levetiracetam para el control de las convulsiones en gatos”, aunque “se necesitan estudios prospectivos adicionales para determinar la dosis y frecuencia más adecuadas en diferentes muestras de gatos con epilepsia”.
A modo de resumen, los autores han concluido que “este estudio retrospectivo respalda el uso de zonisamida como una alternativa o terapia complementaria aparentemente efectiva para controlar las convulsiones en gatos, con una tasa de respuesta general del 56 % al 77 %, similar a los estudios de eficacia de zonisamida en perros”.