Las vacunas veterinarias representan un avance notable para mejorar la supervivencia y el bienestar de los animales. Sin embargo, sus beneficios no fueron accesibles de manera uniforme para todas las especies desde el principio.
En 1979 y 1998, las especies de aves y bovinos emergieron como pioneras en la inmunización, centrándose particularmente en Pasteurella multocida y Bacillus antracis, respectivamente. Por el contrario, los peces obtuvieron la inmunización en 1949 contra Aeromonas salmonicida. Las vacunas comerciales contra Yersinia ruckeri y Aliivibrio salmonicida no estuvieron disponibles para peces hasta 1976.
Si bien la prevención de patógenos específicos en animales terrestres y acuáticos se produjo en diferentes momentos, su logro facilitó uniformemente la cría intensiva con fines productivos. En consecuencia, el valor de estas especies como fuente de alimento e ingresos aumentó para millones de personas en todo el mundo. La capacidad de prevenir numerosas enfermedades infecciosas no solo reforzó la rentabilidad, sino que también fomentó el comercio seguro de alimentos, mitigó el sufrimiento de los animales, redujo la transmisión de infecciones zoonóticas, minimizó el uso de antibióticos y, lo más importante, evitó hambrunas a gran escala en todos los casos.
Actualmente, mantener o ampliar estos éxitos plantea un desafío importante para la industria biofarmacéutica mundial. Satisfacer la gran demanda de vacunas adaptadas a las especificidades de cada patógeno y especie requiere sistemas de producción sólidos capaces de producir de manera estable.
INFORMACIÓN NO DISPONIBLE PARA FABRICANTES DE VACUNAS
La Organización Mundial de Sanidad Animal (WOAH, por sus siglas en inglés) establece estándares internacionales para vacunas en el “Manual de pruebas de diagnóstico y vacunas para animales terrestres y acuáticos (mamíferos, aves, abejas y peces)”. Sin embargo, los expertos consideran que estas recomendaciones no son suficientes para desarrollar nuevas vacunas; "es necesario ampliarlos con información actualizada sobre los avances científicos y tecnológicos obtenidos en vacunología para cada especie animal". Desafortunadamente, este conocimiento, al estar disperso en diferentes campos de la ciencia, no siempre es visible para los fabricantes, por lo que les resulta difícil tomar las mejores decisiones con un mínimo riesgo de fracaso, ingresar rápidamente al mercado y aprovechar de manera óptima todas las ventajas.
A este respecto, un grupo de científicos han realizado una investigación con el objetivo de comparar las tendencias globales en la fabricación y comercialización de vacunas aviares, bovinas y de peces.
Se realizó una investigación observacional. La fuente principal de información consistió en documentos técnicos disponibles públicamente en los sitios web oficiales de las diferentes empresas biofarmacéuticas veterinarias. Inicialmente se identificaron 29 entidades biofarmacéuticas veterinarias, siendo finalmente 11 incluidas en el estudio. La distribución por países arrojó que EE UU fue el líder con tres, seguido de Argentina con dos, mientras que otros países participantes como Chile, España, Países Bajos, Francia, Irán y Egipto estuvieron representados en cada caso por una organización.
INFORMACIÓN TÉCNICA DE 587 FORMULACIONES
Para caracterizar el mercado internacional de vacunas utilizadas en la prevención de enfermedades infecciosas veterinarias en aves, bovinos y peces durante el año 2022, se utilizó información técnica de 587 formulaciones desarrolladas, producidas y comercializadas por las 11 empresas biofarmacéuticas.
La primera característica distintiva de las formulaciones incluidas en la base de datos fue el predominio de las vacunas aviares y bovinas, que representan el 42,59 % (250/587) y el 35,43 % (208/587), respectivamente. Los peces ocuparon la última posición del sector, representando el 21,98 % (129/587) de las vacunas comerciales disponibles.
En este punto, los autores esperaban el éxito de las vacunas aviares y bovinas, ya que ambas especies productivas “desempeñan un papel vital en la industria alimentaria mundial al suministrar huevos, carne, leche, pieles y derivados a millones de personas”. Otros factores que contribuyen a su dominio incluyen la necesidad de una producción de proteína animal más eficiente para satisfacer las crecientes demandas globales y un aumento de los mercados que buscan reducir los residuos químicos en los alimentos.
La importante y creciente contribución del pescado, en particular de la especie Salmo salar, al suministro mundial de proteínas de alta calidad para el consumo humano “aparentemente no tuvo un efecto suficiente en el uso de vacunas preventivas”, añaden.
La desproporción entre especies de aves, bovinos y peces podría explicarse por múltiples factores, como el retraso histórico en el uso de estas formulaciones en la práctica clínica, las limitaciones en la comprensión de las relaciones patógeno-hospedador y la variabilidad de sus hábitats. Otras barreras importantes que deben considerarse “son los bajos rendimientos y los altos costos de los inmunógenos, la gran diversidad de sistemas de cría y múltiples especies cultivadas con diferentes vulnerabilidades a las enfermedades infecciosas”, matizan.
No obstante, “con el interés de la industria acuícola en la inmunoprevención de enfermedades infecciosas, la situación desfavorable observada puede cambiar en los próximos años”.
La necesidad de prevenir la propagación de patógenos a poblaciones silvestres y reducir el uso y la resistencia a los antibióticos se encuentran entre los factores motivadores que podrían influir en el futuro de estas vacunas.
CARACTERÍSTICAS DE LAS VACUNAS COMERCIALES
Desde otra perspectiva, los autores identificaron una marcada polarización en el uso de plataformas tecnológicas para fabricar vacunas veterinarias comerciales. Los tipos de vacunas dominantes en el mercado fueron las inactivadas (58,9 %, 346/587) y vivas (37,6 %, 221/587), seguidas de las vacunas recombinantes (1,7 %, 10/587).
Por otro lado, los autores han destacado la capacidad de ciertos países para producir sus propias vacunas tradicionales utilizando cepas locales circulantes, así como los bajos costes de desarrollarlas y fabricarlas, “contribuyen al desarrollo, asegurando la rentabilidad de los productores locales”.
Por el contrario, la escasez de vacunas modernas en los catálogos de las empresas incluidas en el estudio “indica que gran parte del nuevo conocimiento científico permanece en el campo exploratorio, y pocas vacunas se convierten en productos comercializables”.
El panorama del mercado internacional de vacunas veterinarias se esclareció aún más mediante la identificación de grupos de formulaciones con perfiles similares y opuestos. Las vacunas polivalentes constituyeron el área más grande, representando el 63,20 % de las formulaciones, especialmente en vacunas para bovinos y aves. Los peces continúan en la última posición, representando el 55,04 % de las vacunas polivalentes comerciales disponibles durante 2022. Por otra parte, las formulaciones monovalentes fueron las menos representativas y constituyeron el 36,80 % de los datos recopilados.
El gran interés de las empresas farmacéuticas en comercializar vacunas con múltiples antígenos virales o bacterianos en todas las especies “surge de las necesidades sanitarias de las especies avícolas, bovinas y acuícolas”. En este punto, consideran que existen “beneficios innegables al evitar numerosas enfermedades por dosis, facilitar el rápido cumplimiento del calendario de vacunación y aumentar la cobertura de inmunización”.
Sin embargo, sus principales limitaciones incluyen la posibilidad de interferencia de antígenos, la incertidumbre a la hora de determinar el momento ideal de administración y la dificultad para asignar responsabilidades en caso de reacciones adversas.
ADYUVANTES “NO IDEALES”
El análisis de la estructura asociativa entre las categorías: adyuvantes, tecnología de producción de vacunas, tipo de vacuna (inactivada, recombinante, subunidad y ADN), patógeno [bacterias, virus, mixtas (bacterias+virus) y parásitos], formulaciones y especies animales, fue igualmente interesante. Se demostró la cercanía significativa de las siguientes categorías: compuestos de aluminio-bovino y aceite mineral-pescado.
La preferencia por los compuestos de aluminio en las vacunas bovinas y el aceite mineral en las vacunas para peces demuestra que los fabricantes mundiales de vacunas veterinarias dan prioridad a los coestimulantes de bajo coste, la facilidad de adquisición y la confianza en su seguridad y eficacia.
Esta tendencia, apuntan, se debe a los bajos precios medios de venta de las vacunas veterinarias en el mercado mundial, que generan ingresos 30 veces inferiores a los de las vacunas humanas. Tal situación “requiere la implementación de estrategias comerciales adyuvantes con menos recursos, a pesar de la complejidad y variedad de huéspedes y patógenos”.
Sobre este asunto, el hidróxido de aluminio y el aceite mineral “no son adyuvantes ideales. Sin embargo, desempeñan papeles importantes desde un punto de vista industrial, reduciendo la cantidad de antígeno por formulación y prolongando la presentación del antígeno al sistema inmunológico mediante la formación de depósitos”.
A pesar de la ausencia de datos de algunas empresas biofarmacéuticas veterinarias, “este es el enfoque domina a escala mundial para las vacunas comerciales dirigidas a las aves de corral, el ganado vacuno y la acuicultura”, comentan.
Por último, añaden que los adyuvantes tradicionales (sales minerales a base de aluminio y aceite mineral), particularmente el hidróxido de aluminio, “tienen hegemonía comercial a pesar de la existencia de moléculas coestimuladoras atractivas en el sistema inmunológico”.