La Facultad de Veterinaria de Lugo ha organizado una charla sobre la figura del inspector veterinario en la producción acuícola, ofrecida por Pedro Gandarillas Iglesias, jefe del Servicio de Inspección y Control de los Recursos de Guardacostas de Galicia.
En este servicio trabajan hasta 24 personas y realizan al año “mínimo 1.800 0 2.000 actuaciones obligatorias”. El inspector explica que cuando llegó al equipo, en 2012, había 13 personas “que se fue actualizando y renovando con personal joven”. Estos cambios han significado que, “en 2011, 13 inspectores hicieron 79 actuaciones”, mientras que hasta julio de este año, “una media de 20 personas han hecho 1.981”.
Gandarilla recalca que los inspectores no tienen “padrinos”, sino que su herramienta de trabajo y quien los ampara es la ley. Sin embargo, recuerda que además de inspectores “somos veterinarios. Actuemos con sensatez, no peguemos con la ley en la cabeza”. Son, por tanto, una unidad de carácter administrativo “que tiene como objetivo garantizar el cumplimiento de la legislación vigente”. Por esta razón, advierte que “los veterinarios de mar tenemos fama de malos y no nos importa serlo. Los veterinarios de mar somos malos porque es necesario”.
“El delito siempre va por delante del control”, admite. “Es muy sencillo engañar, pero a veces la confianza del infractor es de tal magnitud que los pillamos porque la documentación es contradictoria”. El furtivismo es un grave problema, sobre todo en Galicia, que tiene 1480 kilómetros de costa y está vigilada por menos de 150 guardacostas e inspectores: “hay especies, como la langosta, que prácticamente han desaparecido de nuestras costas”, y otras, como la cigala, “están en periodo de recuperación”. “Por cada persona que pillamos va a haber diez o doce delinquiendo", asegura.
CONTROL DE LAS CAPTURAS
Gandarilla señala que se puede entender que “un señor cogiendo almeja fina en la playa, si tiene permiso para coger 3 kilos haya capturado sin querer 4, aunque teóricamente tienen gran experiencia”, pero hay casos en los que “personas con permiso para pescar, por ejemplo, 1000 kilos de sardinas, cogen 4000 por equivocación”. En los casos en los que hay excedente y los animales están vivos, se devuelven al mar o a la playa, pero “si están muertos se donan a centros benéficos”.
La pesca deportiva puede suponer un problema para la conservación de algunas especies “como la faneca o la lubina”. La Unión Europea prepara una nueva reglamentación “con la que se va a tener que hacer un registro de la pesca deportiva, porque tiene una influencia terrible sobre la cuota”. Además, señala que lo que se captura de esta manera “sólo puede tener dos destinos”: autoconsumo o donación a un centro benéfico, aunque muchas personas “lo comercializan a restaurantes”.
Uno de los principales retos a los que se enfrenta este sector es el bienestar animal. En este aspecto no existe ninguna normativa europea, solo una recomendación, que no es de obligado cumplimiento. Esto lleva a situaciones en las que los inspectores deben actuar “sin una base legal”, como “el sacrificio de salmones en jaulas a palazos, que teóricamente es un método autorizado”.
EL FUTURO DEL SECTOR
En los últimos años la acuicultura “está comiendo terreno a la pesca, porque los recursos del mar son limitados”. Este sistema de producción crece “porque hay dinero para ello, existen los fondos FEMPA”, Fondo Europeo y Marítimo de Pesca y Acuicultura. La UE “entiende que se tiene que incrementar la producción por encima del rendimiento natural y no extraer de la naturaleza para evitar acabar con las especies”. Gandarillas asegura que “la acuicultura es el futuro, siempre respetando el medio ambiente”.
Advierte que al masificar un sector “se puede provocar un daño medioambiental irreparable o complicado de recuperar”, como ha sucedido con la mejilla en la Ría de Arousa. Para masificar la producción de mejillones “se han modificado sus ciclos productivos. Antes tenían un descanso en verano y primavera, ahora no”. Cada individuo filtra de media unos 120 litros de agua al día, y en 2018 en Galicia se produjeron 265.000 toneladas. Esto supone que “al solapar las producciones y no dejar periodo de descanso, el gran problema que surge es la falta de reclutamiento, porque filtran y se comen también a sus formas reproductivas”.
Lamenta que “era previsible que esto se pudiera producir, y se está solventando con palos de ciego a última hora”. En Galicia hay 3.637 bateas autorizadas de mejillón, y 2.300 están en la Ría de Arousa. “La gente no se da cuenta de que cuando masificas terriblemente las producciones tiene unas consecuencias en el medio ambiente”. Indica que, “de hecho, no hay problema de mejilla en la Ría de Vigo, ni en la de Muros”.
El cambio climático afecta a la acuicultura y a la pesca por el calentamiento de los mares, pero también provoca el movimiento de nuevas especies y, con ellos, el de nuevos patógenos. En Cantabria “han aparecido especies exóticas en lonjas”, y en Galicia “están apareciendo especies que nunca habían aparecido, entre las que hay muchas peligrosas”. Esto obliga a elaborar un programa “de monitorización no solo de agentes infecciosos, sino también para el tema de animales exóticos y migración de especies de interés comercial”.
“Los movimientos de animales en barcos, aviones, de especies ornamentales también son peligrosos”, advierte. Pueden venir acompañados de especies que no se pueden ver macroscópicamente y que “debido a los cambios de temperatura del agua pueden provocar invasiones”. El cambio climático tiene repercusiones en muchos aspectos “no solo en producción y sanidad, sino también en la comercialización”. Hoy “sabemos que especies como la caballa, la merluza o la sardina se están yendo al frío y nos están abandonando. Ahora empieza a faltar un poquito de todo”.