Un estudio reciente de los expertos Michael Barchilon y Carol R Reinero, de la Universidad de Missouri, se basa en proporcionar las herramientas adecuadas para otros veterinarios en cuanto a la selección y usos de tratamiento y equipo para gatos que requieren inhaloterapia. Dicho trabajo se centra en tres de los más frecuentes trastornos crónicos de las vías respiratorias altas en gatos: asma alérgica, bronquitis crónica y bronquiectasias.
Este padecimiento es ocasionado por la respuesta inmunitaria de células T helper 2 ante aeroalérgenos. Esta reacción se ve acompañada por citocinas que catalizan tres importantes procesos: la hiperreactividad (broncoespasmo) de las vías respiratorias, la inflamación eosinofílica, y la remodelación de las vías respiratorias.
El tratamiento primario por elección son glucocorticoides (que actúan contra la inflamación), y broncodilatadores (que ayudan con el broncoespasmo). Ambos pueden administrarse vía oral, inyectable, o por inhalación. Es importante señalar que “los gatos que desarrollan broncoespasmo grave, necesitarán uso de glucocorticoides de por vida”.
Los problemas que derivan de esta enfermedad, se deben, según los autores del estudio, al daño de las células epiteliales ciliadas de las vías respiratorias que, entre otras cosas, ocasionan disfunción mucociliar perpetuada, hipersecreción de moco, remodelación celular, y una inflamación que se caracteriza por presentar neutrófilos no degenerados. El tratamiento primario recomendado se basa en glucocorticoides, y no se sugieren broncodilatadores puesto que, en general, los pacientes con bronquitis crónica no desarrollan broncoespasmos. Cabe mencionar que el método diagnóstico que puede ayudar al veterinario a diferenciar el asma de la bronquitis, y que resulta el más contundente, “es la citología de vías respiratorias. Mientras que en bronquitis se encontrará neutrofilia, en asma se encontrará eosinofilia”, explican.
Este padecimiento se produce, tal y como explican los investigadores, por la destrucción del tejido muscular y elástico de las paredes de las vías respiratorias, provocando, a su vez, dilatación bronquial, inflamación, y predisposición a adquirir infecciones bacterianas. Es poco frecuente y se trata con glucocorticoides, dando opción a un tratamiento antimicrobiano en caso de presentarse una infección bacteriana secundaria.
Algunas infecciones respiratorias en los gatos pueden ser provocadas por parásitos. Tal es el caso de Aelurostrongylus abstrusus, Dirofilaria immitis y Toxocara cati. Bajo estas circunstancias, “la terapia se enfocará en varias etapas; detectar al huésped, dar el debido tratamiento antiparasitario, y atender los daños secundarios ocasionados en el tejido pulmonar con glucocorticoides”. A diferencia de las otras enfermedades, “la bronquitis de tipo parasitario sí puede curarse”.
Como la vía de administración de estos fármacos debe ser directa en vías respiratorias bajas, los dispositivos de terapia inhalatoria resultan “la opción más óptima”. Actualmente se pueden encontrar en el mercado inhaladores de dosis medidas presurizados (IDMp), los IDMp accionados por la respiración (IA), los inhaladores de polvo seco (IPS) y los nebulizadores. En su estudio, los autores se enfocaron sólo en los nebulizadores y los inhaladores de dosis medidas, puesto que los otros requieren de la inhalación consciente del paciente, y no son aptos para gatos.
Estos dispositivos trabajan con unos tubos espaciadores colocados entre la mascarilla y el fármaco. Su función es regular el paso de los medicamentos. Son de fácil manejo para los propietarios, pero se recomienda un periodo de aclimatación con el paciente. Aunque el uso de estos equipos produce menos efectos secundarios que otros, se han reportado casos de demodicosis cutánea en el área del hocico por glucocorticoides inhalados.
En cuanto a los nebulizadores, explican que funcionan convirtiendo fármacos líquidos en niebla tipo aerosol. Se sugiere su uso con mascarilla para minimizar el desperdicio de medicamentos. Son considerados los dispositivos más fáciles de usar, y se dividen en tres grupos.
Por un lado, los nebulizadores de chorro, que son los más austeros en cuanto a tecnología se refiere, utilizan aire comprimido, y aunque son los más económicos, alargan los tratamientos.
Por otro lado, los nebulizadores ultrasónicos funcionan con un cristal de alta frecuencia que genera ondas en el medicamento líquido, fragmentándolo en finas gotas. Son relativamente más costosos que los nebulizadores anteriores, pero acortan los tiempos de tratamiento, y son mucho menos ruidosos.
Por último, los nebulizadores de malla vibratoria, que como indica su nombre, forman un aerosol derivado de la vibración de la malla con el medicamento. Son los más caros, pero los más eficientes.
En la terapia de este tipo, como en cualquier otro tipo de tratamiento, “se deben tomar en cuenta todos los factores que puedan intervenir en el proceso, como son; el paciente, el propietario, el dispositivo o el medicamento”. Es importante “considerar estos puntos antes y durante el tratamiento para tener un resultado lo más exitoso posible. Respecto al pronóstico, en general, estos padecimientos suelen resolverse de manera favorable”.
Aunque en la práctica clínica los glucocorticoides orales son bastante utilizados, en este tipo de afecciones se sugiere el uso de glucocorticoides inhalados, pues, como explican, tienen una mayor potencia tópica. Son primordiales para combatir la inflamación derivada de la enfermedad de vías respiratorias altas, y son la opción ideal en pacientes que no soportan la alternativa oral por alguna afección comórbida, como diabetes mellitus o insuficiencia cardiaca congestiva. Por otro lado, “debe tomarse en cuenta que los glucocorticoides inhalados no generan una respuesta inmediata, por lo tanto, se recomienda administrar a la par un tratamiento oral con glucocorticoides orales durante 7 a 10 días, antes de retirar estos últimos”.
Por otro lado, los broncodilatadores son medicamentos que actúan sobre las paredes respiratorias, específicamente sobre el músculo liso, evitando o disminuyendo la contracción que pueden provocar los alérgenos o los irritantes inespecíficos. “Los más socorridos en pacientes felinos son los agonistas β2, las metilxantinas y, los anticolinérgicos”.
La recomendación es utilizarlos en pacientes con sibilancias o dificultad espiratoria, y como tratamiento de primera elección en casos de asma.
En este sentido, los agonistas β2 explican que suelen ser una buena elección para controlar los signos clínicos.
No obstante, recomiendan tener precaución en seleccionar el producto correcto para el tratamiento: mientras que el R-albuterol tiene un efecto broncodilatador, acción desinflamatoria débil, y una rápida metabolización en pulmón, el S-albuterol es broncoconstrictor, proinflamatorio, y con una metabolización y eliminación más lenta, que promueve la acumulación y un efecto dominante.
En cuanto a las metilxantinas no hay estudios de su uso en gatos, pero en humanos no se sugieren por su poca biodisponibilidad y poca tolerancia.
Por otra parte, los dos anticolinérgicos que se han estudiado en gatos son el ipratropio, capaz de reducir el broncoespasmo, y el tiotropio, cuyos efectos incluyen desinflamación y menor hiperreactividad de las vías respiratorias.
En resumen, a pesar de que la terapia sistémica es la vía más utilizada en este tipo de enfermedades, “la terapia inhalatoria aventaja por varias razones; permite una dosificación más elevada a nivel local, se pueden optimizar la farmacocinética y farmacodinamia, y también, produce menos efectos inmunes y endocrinos”.
Es, sin duda alguna, un tratamiento viable y efectivo, “que mejorará la calidad de vida del paciente, y lo ayudará a sobrellevar de mejor manera su padecimiento”, concluyen.