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Elevada carga de parásitos intestinales en perros y gatos atendidos en clínicas veterinarias de Madrid
EDICIÓN

Elevada carga de parásitos intestinales en perros y gatos atendidos en clínicas veterinarias de Madrid

Los autores consideran que los veterinarios tienen el deber de notificar a los dueños de mascotas sobre los hallazgos parasitológicos y educarlos sobre su potencial zoonótico
Perro veterinario (2)
Los perros bien cuidados son portadores de parásitos protozoarios entéricos zoonóticos de importancia para la salud pública.

Tener una mascota puede tener un impacto positivo en la salud humana, proporcionando beneficios de bienestar emocional, social y físico. Se ha demostrado que interactuar con perros y gatos es beneficioso para mejorar la salud mental al reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, y al promover sentimientos de felicidad y compañerismo. Tener una mascota también fomenta la actividad física y contribuye a mejorar la condición física y la salud cardiovascular.


Sin embargo, tener una mascota conlleva el riesgo de sufrir infecciones zoonóticas. Los perros y gatos domésticos pueden ser portadores de una gran variedad de patógenos bacterianos, virales y parásitos que pueden transmitirse a los humanos a través de mordeduras, rasguños, saliva, orina, heces o superficies contaminadas.


Entre los parásitos, los protistas entéricos y los helmintos son causas importantes de morbilidad y mortalidad en perros y gatos, particularmente cachorros y gatitos, animales mayores o aquellos con sistemas inmunológicos debilitados. Estos parásitos incluyen helmintos (p. ej., miembros de las familias Ancylostomatidae, Dipylididae, Taeniidae, Toxocara canis, Toxocara cati, Toxascaris leonina, Strongyloides sp. y Trichuris vulpis), así como protistas (p. ej., Giardia duodenalis, Cryptosporidium sp., Cystoisosporasp.), y son causas importantes de diarrea con posterior deshidratación, pérdida de peso, dolor abdominal y, ocasionalmente, anemia.


El tratamiento antiparasitario regular de los perros es la medida más eficaz para minimizar el riesgo de infección y transmisión de enfermedades zoonóticas. Sin embargo, el tratamiento antiparasitario comúnmente utilizado en la práctica clínica consiste en la administración de fármacos antihelmínticos, conocidos por ser ineficaces contra las infecciones causadas por parásitos protistas, incluidos G. duodenalis y Cryptosporidium sp.


Además, los tratamientos prescritos son genéricos y no tienen en cuenta factores de riesgo epidemiológicos como la probabilidad de reinfecciones o las variantes genéticas del parásito implicado en la infección. Asimismo, los complejos ciclos de transmisión de los helmintos parásitos, que incluyen múltiples huéspedes y etapas de la vida, a menudo plantean desafíos importantes para los esfuerzos de tratamiento y requieren dosis específicas y medicamentos activos para una erradicación efectiva. Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente, se deben realizar exámenes coproparasitológicos periódicos de muestras fecales caninas y felinas para controlar y evaluar la eficacia de los tratamientos prescritos.


ESTUDIO SOBRE PERROS Y GATOS


En base a dichas cuestiones, un trabajo realizado por Marta Mateo y Ana Montoya de la Universidad Complutense de Madrid; David CarmenaBegoña Bailo, Pamela Köster, Alejandro Dashti, Carolina Hernández y José M. Saugar del Instituto de Salud Carlos III; y Pablo Matas, de la Universidad Alfonso X El Sabio, en colaboración con la Universidad Agrícola del Sur de China, se ha propuesto investigar la aparición de parásitos helmínticos y protistas entéricos en perros y gatos atendidos en el centro de España, destacando la importancia de realizar análisis coproparasitológicos para un tratamiento oportuno y reducir la probabilidad de eventos de transmisión zoonótica.


Se realizaron estudios moleculares adicionales para investigar la frecuencia y diversidad de variantes genéticas de G. duodenalis y Cryptosporidium sp. circulando en la población canina encuestada.


El trabajo se trata de un estudio epidemiológico observacional, retrospectivo, que resume los resultados de los análisis coproparasitológicos realizados en muestras fecales de perros (n = 252) y gatos (n = 35) atendidos en un municipio de Madrid. Los dueños de mascotas recogieron tres muestras fecales consecutivas de cada perro o gato investigado después de la defecación espontánea de sus animales.


NUEVA FAMILIA DE CRYPTOSPORIDIUM CANIS


En general, los autores descubrieron que el 48,8 % de los perros y el 48,6 % de los gatos estaban infectados por parásitos entéricos.


En perros, G. duodenalis fue la especie más prevalente (40,9 %), seguida de Cystoisospora sp. (7,1 %) y Toxocara canis (5,2 %). En gatos, Joyeuxiella sp. y Toxocara cati fueron las especies dominantes (20,0 % cada una), seguidas de G. duodenalis (14,3 %), D. caninum (5,7 %) y Cystoisospora felis y Toxascaris leonina (2,9 % cada una).


Los cachorros de perro y los gatitos tenían más probabilidades de albergar parásitos intestinales y desarrollar signos clínicos. Además, descubrieron que las infecciones por parásitos entéricos fueron significativamente mayores en los meses de invierno, y las muestras de heces blandas se asociaron significativamente con infecciones por cualquier parásito entérico.


Por otro lado, “el análisis de secuencia confirmó la presencia de una nueva familia de subtipos de C. canis que denominamos XXi1 de acuerdo con la nomenclatura establecida para las familias de subtipos de Cryptosporidium”.


Ante estos hallazgos, los investigadores comentan que “este trabajo resalta que los perros bien cuidados son portadores de parásitos protozoarios entéricos zoonóticos de importancia para la salud pública”, ya que “uno de cada dos perros y gatos estaba infectado por al menos una especie de parásito protozoario, nematodo o cestodo”.


En cuanto a las prácticas de higiene adecuadas y el tratamiento veterinario de rutina, consideran que “son esenciales para prevenir infecciones zoonóticas, y que las poblaciones vulnerables deben evitar el contacto con cachorros/gatitos con diarrea”.


Añaden que “los perros infectados podrían ser los principales contribuyentes a la contaminación ambiental con huevos de helmintos transmitidos por el suelo”.


Por último, apuntan que “los veterinarios tienen el deber de notificar a los dueños de mascotas sobre los hallazgos parasitológicos y educarlos sobre su potencial zoonótico y Implicaciones para la salud pública”.

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