Las leishmaniasis son un grupo de enfermedades zoonóticas causadas por Leishmania spp. que son parásitos protozoarios, transmitidos por flebótomos. Son endémicas de climas tropicales y subtropicales, incluido el sur de Europa. Entre las 31 Leishmania spp. que infectan a humanos y animales en todo el mundo, Leishmania infantum es la única especie autóctona en Europa, salvo casos esporádicos de transmisión local de Leishmania tropica en Grecia y Leishmania donovani sensu stricto en Chipre.
Los perros son el principal reservorio de infección doméstica de L. infantum y la especie huésped más susceptible, mientras que los humanos se consideran huéspedes accidentales. La leishmaniasis canina (CanL) es típicamente una enfermedad multiorgánica y potencialmente mortal.
Leishmaniasis humana (HumL) causada por L. infantum adopta distintas formas clínicas de gravedad variable: leishmaniasis visceral (LV), que es una afección potencialmente mortal, leishmaniasis cutánea (LC), que es más comúnmente localizada y autocurativa y leishmaniasis mucosa (ML) que es una afección rara y grave que afecta a la mucosa nasal y faringo-laríngea.
La distribución de la leishmaniasis es dinámica espacial y temporalmente, sujeta a factores relacionados con la sociedad y el medio ambiente, incluido el movimiento de animales y personas infectados, cambios en la incidencia de comorbilidades como infecciones por el virus de la inmunodeficiencia humana, urbanización de áreas endémicas de vectores y cambio climático.
En 2020, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) encargó una revisión de la epidemiología y el control recientes de la leishmaniasis humana y animal en la Unión Europea y los países vecinos. En una encuesta realizada con un cuestionario, la mayoría de las autoridades veterinarias y de salud pública de estos países consideraban que la leishmaniasis era una enfermedad emergente desatendida con recursos insuficientes en cuanto a su prevención y control.
Por lo tanto, y como parte de la revisión encargada por el ECDC, un equipo de investigadores internacionales, entre los que se encuentran los españoles María Ortuño, Clara Muñoz, Zarima Jumakanova, Pedro Pérez Cutillas y Eduardo Berriatúa de la Universidad de Murcia; Begoña Monge del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, han analizado los datos publicados sobre la distribución espacial de la leishmaniasis autóctona y sobre la frecuencia de los casos de leishmaniasis notificados por las autoridades competentes en salud humana y animal.
REVISIÓN DE DATOS DE LA OMS, OMSA, Y LOS MINISTERIOS DE SALUD
El artículo resume los principales hallazgos de este estudio para los países europeos, incluidos la distribución espacial de las infecciones autóctonas por L. infantum en animales y humanos con base en información científica publicada entre 2009 y 2020, la incidencia y evidencia de aparición de leishmaniasis visceral y cutánea humana según casos notificados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Ministerios de Salud (MoH) de algunos países, entre 2005 y 2020, la frecuencia de los brotes de leishmaniasis animal y los casos notificados a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE-WAHIS) entre 2005 y 2020, y las posibles actividades futuras para prevenir y controlar la enfermedad en la región.
El trabajo se basó en una revisión de la literatura científica y los datos informados por la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal y los Ministerios de Salud, incluidas las altas hospitalarias en algunos países. Se informaron infecciones autóctonas en la literatura científica de 22 países, incluidos 13 y 21 países que informaron infecciones en humanos y animales, respectivamente. En contraste, solo 17 países reportaron casos de leishmaniasis humana autóctona a la OMS y 8 países infecciones animales a la WOAH.
El número de casos informados por WOAH fue de 4203, incluidos 4183 casos caninos y 20 casos en la vida silvestre. De los 8.367 casos humanos notificados por la OMS, el 69 % fueron casos de leishmaniasis visceral, de los cuales el 94 % fueron autóctonos, y el 31 % casos de leishmaniasis cutánea, de los cuales el 53% fueron importados y en su mayoría en Francia.
La incidencia acumulada resultante por 100 000 habitantes de leishmaniasis visceral entre 2005 y 2020 fue más alta en Albania (2,15 casos), seguida de Montenegro, Malta, Grecia, España y Macedonia del Norte (0,53 a 0,42), también destaca el estudio Italia (0,16), Portugal (0,09) y menor en otros países endémicos (0,07–0,002). Sin embargo, según las altas hospitalarias, la incidencia estimada de leishmaniasis humana fue de 0,70 en Italia y la incidencia de leishmaniasis visceral fue de 0,67 en España y 0,41 en Portugal.
DATOS DEL INFORME RESPECTO A ESPAÑA
El número de altas hospitalarias de leishmaniasis humana entre 2005 y 2020, entre casos autóctonos e importados, fue de 8.260 para 4.946 pacientes (el 40% de los pacientes tuvo más de una alta). El número de pacientes fue mayor que los informados por la OMS, y las diferencias entre fuentes variaron considerablemente entre años, al igual que las tendencias de incidencia correspondientes. La forma clínica se especificó para el 81 % de los pacientes e incluyeron LV (91%), CL (6%) y ML (4%).
La incidencia acumulada de altas hospitalarias notificadas entre 2005 y 2020 fue de 0,67 casos por 100.000 habitantes, incluidos 0,49 casos de LV, 0,03 casos de CL, 0,02 casos de ML y 0,13 casos para los que no se especificó la forma clínica.
La leishmaniasis se notificó en la mayoría de las regiones de España, y la incidencia de LV y CL aumentó significativamente entre 2005 y 2020 en Alicante, Castellón y Valencia. La mediana de HumL en esta región fue de 0,63 en 2005–2008, 0,62 en 2009–2012, 0,96 en 2013–2016 y 1,48 en 2017–2020. Por el contrario, la incidencia en la región de Cataluña disminuyó gradualmente de 0,55 en 2005-2008 a 0,25 en 2013-2016 y aumentó a 0,34 en 2017-2020.
Los hombres representaron el 65 % y el 72 % de los pacientes con CL y VL, respectivamente. El porcentaje de casos entre 0-4 años, 5-14 años, 15-64 años y 65-96 años fue 18 %, 3 %, 65 % y 14 % para LV y 10 %, 5 %, 56 % y 29 % para CL, respectivamente. El porcentaje de pacientes seropositivos fue del 31 % y supusieron el 44 % del total de altas hospitalarias.
CONTROL AMBIENTAL DE LA ENFERMEDAD
Croacia, Grecia, Italia, Malta y España, explican los autores, tienen programas nacionales o regionales de control de la leishmaniasis con pruebas serológicas periódicas de perros (en su mayoría animales callejeros y de refugio) y administración de insecticidas a perros (Grecia, Italia y España), y Albania realiza fumigaciones con insecticidas de acción residual.
Los antiparasitarios también se usan comúnmente en perros domésticos en Europa occidental, aunque “las recomendaciones del fabricante rara vez se siguen estrictamente en algunos países, lo que reduce en gran medida su eficacia para prevenir infecciones”. No obstante, en Europa se han comercializado dos vacunas contra CanL (una ya ha sido retirada).
Estas limitaciones y “la notificación insuficiente de casos”, representan “obstáculos importantes para el control del parásito”.
Asimismo, y excepcionalmente, la infección humana puede no estar asociada con la infección en perros, como en el gran brote comunitario de Fuenlabrada en Madrid, “donde la infección se asoció a lagomorfos que se comportaron como un reservorio primario inusual de L. infantum, y el pico de este brote en 2011, se refleja en la incidencia comparativamente alta reportada este año en España”.
En general, los autores consideran que “no hubo evidencia de un aumento generalizado de la incidencia de leishmaniasis humana autóctona por L. infantum en países europeos”.
La incidencia de leishmaniasis visceral siguió una tendencia decreciente en Albania, Italia y Portugal, y alcanzó su punto máximo en Grecia en 2013, 2014 y 2017, y en España en 2006-2007 y 2011-2013.
No obstante, la leishmaniasis cutánea animal y humana “sigue siendo muy poco notificada”. En humanos, las bases de datos de altas hospitalarias brindan la información más precisa sobre la leishmaniasis visceral y pueden ser una valiosa fuente indirecta de información para identificar puntos críticos de leishmaniasis animal. Por lo tanto, “es necesario mejorar la vigilancia y la notificación integradas de la leishmaniasis siguiendo el enfoque de One Health para mejorar el control de la enfermedad”.