La brucelosis es una enfermedad zoonótica mundial causada por Brucella spp. Su patobiología en mamíferos ha sido ampliamente estudiada debido a la importancia para la salud pública. En muchos países de la UE, la prevención, control y erradicación de la brucelosis está regulada legalmente, y se incluye la vigilancia y manejo de B. abortus, B. melitensis y B. suis en animales de producción y vida silvestre.
La brucelosis porcina es una enfermedad causada por el biovar 2 de Brucella suis (BSB2). Los cerdos domésticos adquieren B. suis a través del contacto con reservorios de vida silvestre (liebres y jabalíes).
En Francia, siete casos humanos de brucelosis causados por BSB2 fueron reportados en el país entre 2004 y 2016, todos los cuales tuvieron contacto directo con jabalíes mientras cazaban o preparaban su carne para el consumo, destacando cómo esta especie podría ser un patógeno emergente en personas a través de la exposición a canales contaminadas.
En el caso de los perros, en Europa Occidental, las infecciones suelen deberse a Brucella canis, y ocurrieron solo esporádicamente con B. melitensis, B. abortus o B. suis en canes en estrecho contacto con ganado o animales salvajes infectados.
Los perros pueden infectarse a través del consumo, el contacto o la inhalación de secreciones contaminadas. Hasta la fecha, todos los casos notificados de infecciones en perros en los que se realizó un análisis de biovariedades de B. suis se refieren únicamente a las biovariedades 1 y 5.
Sin embargo, ningún estudio ha analizado sistemáticamente la circulación de la infección por B. suis en perros, incluidas las encuestas serológicas en países europeos, lo que sugiere que la brucelosis canina debida a esta Brucella especie está potencialmente subestimada, probablemente debido a las limitaciones de un diagnóstico preciso, la falta de regulación y la baja probabilidad de infección humana.
PERROS SIN CONTACTO CON GRANJAS PORCINAS
Ahora, un estudio realizado en Francia ha encontrado dos perros infectados con dicha variedad de Brucella por primera vez en el país.
El primer caso ocurrió en un border collie castrado macho de 13 años con signos clínicos de prostatitis. El urocultivo reveló la excreción de niveles significativos de Brucella en la muestra. El segundo caso se trataba de un pastor alemán con orquitis bilateral, en el que se pudieron detectar colonias de Brucella tras la esterilización.
Los métodos clásicos de biotipificación clasificaron ambas cepas aisladas como BSB2, en contraste con la esperada B. canis, “que suele ser el agente etiológico de la brucelosis canina en Europa”, explican los autores.
Los análisis destacaron la proximidad genética de dos aislamientos a las cepas BSB2 originarias de la vida silvestre. No había granjas porcinas en las proximidades de la residencia de ninguno de los perros, lo que descartaba un posible contagio de cerdos infectados. No obstante, “los perros solían pasear por los bosques de los alrededores, donde era posible el contacto con la fauna (es decir, jabalíes o liebres, o sus excrementos)”.
Estos casos, indican los expertos, “resaltan la importancia de adoptar un enfoque de One Health para controlar la presencia de bacterias zoonóticas en animales salvajes y evitar contagios en animales domésticos y, potencialmente, en humanos”.
Esta investigación también subraya “la relevancia de las pruebas serológicas para las especies clásicas de Brucella en el diagnóstico en perros, ya que la brucelosis canina se relaciona con frecuencia con solo cepas de B. canis”.