La brucelosis canina es una infección producida por un cocobacilo gramnegativo llamado Brucella canis, y, aunque rara vez se presentan casos en humanos, supone un peligro potencial a nivel zoonótico. Las principales fuentes de infección son los fluidos vaginales de las perras infectadas, la orina, la sangre o la saliva. Las vías de entrada son venéreas, nasales o a través de la mucosa conjuntiva.
Los síntomas más significativos son abortos tardíos en perras, epididimitis en machos e infertilidad en ambos sexos. También produce linfadenitis generalizada y uveítis. Además, es uno de los muchos patógenos responsables de la discoespondilitis en perros y las infecciones requieren un tratamiento específico.
Los países con una alta población de perros callejeros a menudo tienen una mayor incidencia de Brucella canis, ya que se transmite con mayor frecuencia a través del contacto reproductivo entre perros. En ciertos casos, los seres humanos también pueden ser contagiados de Brucella y, como consecuencia, padecer síntomas graves que requieran incluso hospitalización.
Aunque se sabe poco sobre la situación epidemiológica en Europa, la brucelosis es considerada una enfermedad emergente. En un estudio sobre la prevalencia de la enfermedad en perros de distintas regiones de Europa, como Italia, España, Francia o Dinamarca, se identificó anticuerpos de Brucella canis en el 5,4 % de las muestras enviadas.
NUMEROSOS CASOS Y EL PRIMERO EN HUMANOS EN PAÍSES BAJOS
Diferentes países europeos han mostrado su preocupación en las últimas fechas. En Reino Unido, las estadísticas revelan un preocupante aumento de los casos, ya que antes de 2020 solo había tres casos confirmados, sin embargo, desde principios de 2020 hasta finales de 2021, se identificaron un total de 87 perros positivos. Los países de origen fueron Rumania, Bosnia, Sudáfrica, Grecia, Afganistán y Bielorrusia, más un perro del Reino Unido que estuvo de vacaciones en el extranjero. Solo desde principios de 2022, se han detectado 20 casos, todos ellos importados, criados con perros importados o con antecedentes de viajes al extranjero.
En Francia, entre diciembre de 2021 y enero de 2022, se confirmaron infecciones por Brucella canis en cuatro granjas de perros ubicadas en cuatro departamentos franceses diferentes. Los diagnósticos se dieron tras detectar varios abortos tardíos en perras de diferentes razas, particularmente en animales introducidos recientemente desde Rusia o Bielorrusia a través de compras online.
Asimismo, un estudio reciente recoge el primer caso de una persona infectada de Brucella canis en los Países Bajos. Al parecer, contrajo la enfermedad tras la exposición continuada a perros infectados en su criadero. Ante dicho caso, las autoridades sanitarias indicaron que la propagación transfronteriza de brucelosis se producía “a través de la importación ilegal de perros infectados de países endémicos a países no endémicos de Europa”.
¿QUÉ SITUACIÓN EXISTE EN ESPAÑA?
En España, el año pasado, dentro del 5,4 % de muestras positivas que se detectaron en el estudio europeo de prevalencia de la brucelosis, el 11,7 % procedían de España. No obstante, Antonio Arenas, catedrático de la Universidad de Córdoba y vicepresidente de la Asociación de Epidemiología y Medicina Preventiva Veterinaria, sostiene que “no existen motivos de alarma”, aunque incide en la importancia de la prevención para evitar la propagación de enfermedades infecciosas como esta.
“Es difícil que esta enfermedad se dé en humanos, porque la brucelosis canina no se puede transmitir entre personas, el contagio siempre se da entre un perro y otro perro o entre un perro y una persona, aunque este último caso, como digo, es más raro”, explica el catedrático. “Lo importante, como en todas las zoonosis, es estar atento a los posibles casos y aislarlos enseguida para evitar su propagación”, advierte.
“Por ejemplo, si en una perrera hay una perra potencialmente infectada que va a dar a luz, es muy importante que, durante el parto, se encuentre totalmente aislada, porque todos los desechos del mismo, como la placenta, son altamente contaminantes, y si entran en contacto con otros animales, la enfermedad puede propagarse rápidamente”, concluye Arenas.
LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN
Según explican los expertos, los perros infectados que no han sido castrados representan el mayor riesgo. Para reducirlo, los veterinarios aconsejan asegurarse de que cualquier perro importado de países donde esté presente la Brucella canis sea examinado aproximadamente un mes antes de la importación y, si es posible, deben ser esterilizados.
“Debe explicarse a los posibles propietarios el riesgo de infección por Brucella canis en perros importados de países endémicos, especialmente a aquellos que se determina que tienen un mayor riesgo de infección”, indican.
Además, el veterinario debe tener presentes otras consideraciones. “Si un perro importado con signos clínicos que sugieran una posible infección por Brucella canis se presenta en la clínica, el personal que atiende el caso debe usar el equipo de protección personal adecuado y considerar la posibilidad de tomar muestras y enviarlas a los laboratorios para su análisis”.