Durante la pandemia, muchas personas incluyeron a nuevas mascotas en sus casas sin tener la preparación y los conocimientos adecuados para ello, y esa situación ha provocado algunas consecuencias no tan positivas que ahora son abordadas por los trabajadores veterinarios.
Hace poco, una auxiliar veterinaria de Reino Unido contó la difícil situación de tratar con nuevos dueños de mascotas que llegan a las consultas con distintas cargas emocionales como el estrés o la ansiedad.
Una de las problemáticas que refleja es el aumento en los niveles de preocupación que a menudo están acompañados con un comportamiento irracional, así como la creciente exigencia de los propietarios. “Un hombre se volvió violento cuando le recomendamos que trasladara a su perro a una clínica diferente y más especializada. Comenzó a amenazar con acciones legales, se sintió tan frustrado que pateó una pared y tuvimos que llamar a la policía”, describe en un artículo publicado en The Guardian.
Por otro lado, el dinero también ha sido un factor importante. Esta auxiliar afirma que “regularmente se nos dice que estamos tratando de estafar a la gente”, y eso ha ocasionado que algunos propietarios retrasen la visita al veterinario cuando sus mascotas se enferman. Esto causa una mayor ansiedad y una necesidad de que sean atendidos inmediatamente, por ejemplo “una mujer nos llamó a las cuatro de la tarde un viernes, su mascota había estado enferma toda la semana. Observé que no era una emergencia y le dije que tendría que venir al día siguiente porque estábamos con todas las horas completas. Ella se volvió verbalmente agresiva y exigió una cita”.
También recuerda como hace poco cometió un pequeño error en la receta de una mascota, algo menor que no hubiese cometido ningún daño al animal pero la dueña estaba furiosa, “le dijo a mi gerente que era una completa incompetente y que nunca debería volver a tratar con su mascota. Finalmente, se calmó y se disculpó, pero ese no es siempre el caso”.
Otra problemática que refleja es la creciente fuga de personal que se ha dado a raíz del Brexit, por otra parte, muchas mujeres veterinarias han tenido que apartarse de la profesión por otras responsabilidades, “nuestra industria se ha visto fuertemente dominada por las mujeres, pero muchas se van o se ven obligadas a estar a tiempo parcial después de tener familias”.
Finalmente reflexiona afirmando que “trato de tomarme el mal comportamiento con calma, pero algunos miembros del personal lo encuentran realmente molesto. Es doloroso que nos digan que no nos importa o que estamos por el dinero. Es un trabajo vocacional y solo quiero ayudar a las mascotas y sus dueños”.