Un centenar de científicos de más de 100 centros de investigación de todo el mundo han demostrado que el calentamiento global afecta al éxito de reproducción anual de las aves. Así, los resultados de un análisis recientemente publicado muestran un descenso general en el número de pollos en más de la mitad de las poblaciones de aves estudiadas, según se desprende de los datos analizados entre 1970 y 2019 en todos los continentes.
Sin embargo, la respuesta de las diferentes especies de aves al aumento de temperaturas tiene matices, porque ese descenso es más acusado en las especies migratorias y en las de mayor tamaño mientras que en algunas especies sedentarias más pequeñas el número de crías ha aumentado, como ha sido el caso del Herrerillo y Carbonero.
Existe evidencia científica de que el cambio global ha modificado el calendario de reproducción de aves, pero esta es la primera vez que se analiza su impacto en el número de pollos criados. En concreto, se han estudiado más de 200 poblaciones de 104 especies de aves. “Analizamos el número de crías en cada reproducción porque es un indicativo del éxito reproductor y, además, podemos inferir a partir de ahí qué puede ocurrir con la población. El tamaño de una población de aves va a depender de manera directa del número de pollos que esa población sea capaz de sacar adelante llegando a individuos adultos”, explica el investigador Alfonso Marzal, uno de los autores de este estudio junto con Florentino de Lope, ambos catedráticos de la Universidad de Extremadura.
Las aves actúan como especies centinelas porque comparten su ecosistema con el ser humano y pueden alertar de riesgos para la salud global. “Nuestro trabajo se enmarca en la estrategia One Health, es decir, una salud y un mundo. Estudiamos las especies que viven con nosotros en nuestras ciudades, nuestros parques, nuestros bosques, porque si algo está pasando con ellas también nos afecta a nosotros, es un indicador de lo que está sucediendo en nuestro mundo”, subraya Marzal. Por este motivo, y tras comprobar estos datos, los investigadores ahora se plantean una serie de interrogantes que tienen que ver con el porqué de la disminución del éxito reproductor ante el aumento de temperaturas. “¿Es consecuencia de un proceso en la fisiología de los animales, se debe al aumento de parásitos, a un sistema inmune más débil? Tenemos que investigar qué mecanismos, qué fisiología, qué ruta metabólica está siendo afectada para que se produzca este descenso”, afirma Marzal.
LAS AVES DE GRAN TAMAÑO Y LAS MIGRATORIAS, LAS MÁS AFECTADAS
De acuerdo con los investigadores, las especies más afectadas son las aves de gran tamaño y las migradoras. Las especies de gran tamaño tardan más tiempo en responder a los cambios climáticos o ambientales que se producen en su entorno debido a que tienen, en general, menor fecundidad. Mientras que una especie de pequeño tamaño pone 4 o 5 huevos, una de gran tamaño pone 1 o 2 huevos. El pollo, además, necesita más tiempo hasta alcanzar la madurez y poder reproducirse, frente a otras especies pequeñas que pueden criar al cabo de pocos meses. Marzal matiza que “la menor fecundidad y el mayor tiempo hasta alcanzar la madurez hacen que el tiempo de generación sea más largo de 2 o 3 años, es decir, desde que nace un pollo hasta que se pasa a la siguiente generación. En las especies de pequeño tamaño ya hay un tiempo de generación en un año o un poco más”.
En el caso de las especies migradoras, los investigadores apuntan a una descoordinación de fenologías como causa posible del descenso de número de pollos porque estas aves pasan el invierno en una zona del mundo y la época reproductora en otra diferente. Según explica el investigador, esa descoordinación de fenología puede producirse si ante un aumento de temperatura, por ejemplo, en África, una población inicia la migración y cuando llega a España o a Europa se encuentra que las condiciones siguen siendo de frío y no son las idóneas. O, por el contrario, una especie migradora prolonga su estancia en África si no hay aumento de temperatura tan importante y, cuando llega a Europa se encuentra que las mejores condiciones ambientales se habían adelantado por un aumento de temperatura. Esa descoordinación de 2 o 3 semanas puede conllevar una reducción de alimento disponible para los pollos.
En cambio, las especies sedentarias tienden a aumentar su reproducción porque, en general, ponen más de una puesta al año, y hacen coincidir su época reproductora con los meses de buen tiempo y vegetación abundante.