Uno de los grandes enigmas en el estudio de la comunicación animal es entender cómo se mantiene la sinceridad de las señales, evitando que los individuos engañen a sus receptores. Durante décadas, la explicación más aceptada ha sido la «hipótesis de las señales costosas» o «hipótesis del Handicap». Según esta teoría, para que una señal sea fiable, debe suponer un coste para el emisor, de modo que fingir una condición mejor de la real resultaría perjudicial para su supervivencia.
Un ejemplo clásico de este tipo de comunicación se observa en las crías de muchas especies de aves. Los polluelos llaman insistentemente a sus padres para pedir alimento mediante vocalizaciones y posturas llamativas. La teoría sugiere que esta conducta es una señal honesta de su necesidad nutricional y que conlleva un coste fisiológico que impide que señales falsas sean sostenibles. No obstante, hasta ahora, las pruebas empíricas para demostrar este coste han sido inconsistentes.
Muchos estudios han intentado comprobar si la petición de alimento afecta la salud de los polluelos, manipulando experimentalmente la intensidad de sus llamadas en dos grupos: uno con mayor esfuerzo y otro control. Algunos resultados han sugerido que este comportamiento compromete el crecimiento, la inmunidad o el equilibrio energético de los pollos. Sin embargo, otros estudios han obtenido resultados contradictorios y han presentado limitaciones metodológicas, como diferencias en el nivel de estimulación entre grupos o el uso de pocos marcadores fisiológicos, lo que impide una visión completa del impacto real de la petición.
Para abordar estas cuestiones, un equipo de científicos del Grupo de Investigación en Ecología y Gestión de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) y la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), llevó a cabo un experimento con pollos de estornino negro (Sturnus unicolor). En este estudio, se manipuló la intensidad o el esfuerzo de la petición en dos grupos de pollos: uno debía esforzarse más para recibir alimento, mientras que el otro tenía un nivel de petición más bajo. A diferencia de estudios previos, los investigadores se aseguraron de que ambos grupos experimentaran niveles similares de estimulación y estrés, y analizaron hasta 12 marcadores de salud, crecimiento, inmunidad y estrés oxidativo, proporcionando un análisis completo y fiable.
Los resultados fueron reveladores: los pollos que pidieron alimento con más intensidad no mostraron diferencias significativas en ningún marcador fisiológico en comparación con los polluelos del grupo de control. En otras palabras, un mayor esfuerzo en la petición no afectó negativamente su salud. Este hallazgo es robusto, ya que se controlaron múltiples fuentes potenciales de error, se usaron diversos enfoques estadísticos y se analizaron varios indicadores fisiológicos para evitar sesgos.
Este estudio desafía las ideas centrales de los modelos centrales sobre la evolución de la comunicación entre padres e hijos en aves y sugiere que los costes de la petición, si existen, deben cumplir condiciones muy específicas. Además, plantea la posibilidad de que otras alternativas, como los costes dependientes de la condición del individuo, los relacionados con el daño causado a otros miembros de la familia por una petición exagerada, el riesgo de depredación o la existencia de señales baratas y poco informativas, también puedan influir en la evolución de estas señales.
En definitiva, este trabajo no solo amplía nuestra comprensión sobre la comunicación en aves, sino que también cuestiona la aplicabilidad de la «hipótesis de las señales costosas» en otros sistemas de comunicación animal. Una nueva puerta se abre para seguir explorando los misterios de la comunicación en la naturaleza.