Kristina Vassileva Trancheva, licenciada por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, presentó recientemente una investigación sobre la reabsorción dental felina (FTR, por sus siglas en inglés), una enfermedad dolorosa y silenciosa que afecta hasta al 75 % de los gatos domésticos, y que a menudo no se diagnostica debido a sus síntomas sutiles.
Esta condición conduce a la destrucción progresiva de los tejidos dentales, causando dolor y molestias, sin embargo, muchos gatos no muestran signos obvios hasta que la enfermedad está avanzada. La detección temprana a través de radiografías dentales es clave para un diagnóstico y tratamiento adecuados.
De acuerdo con Vassileva Trancheva, este trabajo ayuda a dar visibilidad a una enfermedad altamente prevalente pero subdiagnosticada. “Muchos veterinarios no incluyen la exploración dental detallada en sus consultas rutinarias, y los tutores suelen desconocer la gravedad del problema”. Al resaltar la importancia de la detección temprana, esta indagación puede contribuir a que más gatos reciban atención antes de que la enfermedad cause dolor severo y pérdida dental irreversible.
En segundo lugar, esta investigación refuerza la necesidad de incluir radiografías dentales intraorales en los protocolos diagnósticos. “La FTR a menudo pasa desapercibida en la inspección visual, por lo que el uso de esta técnica debería implementarse de manera más amplia, especialmente en gatos mayores de seis años o con antecedentes de enfermedad dental. Aunque no todos los tutores pueden permitirse exámenes dentales completos de manera rutinaria, al menos se debería considerar esta prueba en gatos con signos clínicos de enfermedad oral o en aquellos con antecedentes de problemas dentales previos”, precisa Kristina en declaraciones a Diario Veterinario.
Otro de los impactos significativos de este proyecto es la revisión de las posibles estrategias preventivas. Aunque aún no existe una cura o prevención definitiva, el estudio subraya la importancia de la higiene oral, la dieta adecuada y las revisiones regulares para reducir el avance de la enfermedad. Esto puede influir en las recomendaciones que los veterinarios hagan a los tutores sobre el cuidado dental en casa.
“Cuando hice la Selectividad y obtuve una buena nota, dudaba entre estudiar odontología o veterinaria, ya que tenía acceso a ambas. Inicialmente, mi primera opción fue odontología, pero en el último momento decidí cambiar a Veterinaria. Aun así, siempre sentí que me había quedado con la espinita de la odontología”, expresa la veterinaria egresada de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Durante la carrera, Kristina apenas tuvo la oportunidad de profundizar en la especialidad de odontología, lo que despertó aún más su curiosidad por aprender sobre esta área. “En ese momento, tenía claro que me interesaban dos áreas en particular: la anestesia y la odontología veterinaria, ya que ambas me resultaban fascinantes y, sin embargo, habíamos visto muy poco sobre ellas en clase”, profundiza.
“Además, quería realizar mi trabajo de fin de grado con un profesor con quien tuviera afinidad y que tuviera buenas referencias. Por ello, consulté con el profesorado si tenía alguna propuesta relacionada con anestesia, odontología o medicina felina, y acertó de lleno con este tema”, añadie.
La investigación da a conocer que la FTR es una enfermedad dolorosa y silenciosa que afecta entre el 20 % y el 75 % de los gatos adultos, pero que a menudo pasa desapercibida en la clínica veterinaria.
Uno de los hallazgos más importantes es que su diagnóstico temprano es complicado, ya que los gatos tienden a ocultar el dolor y las lesiones iniciales no son visibles sin radiografías. Además, los gatos más reservados o agresivos pueden dificultar la exploración oral en la clínica, lo que impide que el veterinario detecte lesiones en la inspección visual. “En estos casos, la sedación y las radiografías dentales son fundamentales para realizar un diagnóstico preciso”, recomienda la autora. También es importante considerar que algunos cambios de conducta, como la disminución del apetito, la irritabilidad o el rechazo al contacto en la zona de la cabeza, pueden ser signos indirectos de dolor dental.
Otro aspecto clave es que la causa exacta sigue sin conocerse, aunque factores como la edad, la genética, la dieta y el estrés mecánico pueden influir en su desarrollo.
“Además, mi investigación confirma que no existe un tratamiento preventivo eficaz y que la extracción dental sigue siendo la mejor opción para evitar el dolor y la progresión de la enfermedad”, señala.
Asimismo, destaca la importancia de la concienciación tanto en veterinarios como en tutores para mejorar la detección y el manejo de esta patología, promoviendo chequeos dentales regulares y el uso de radiografías intraorales en pacientes de riesgo.
Aunque actualmente no existe una estrategia de prevención completamente efectiva para la reabsorción dental felina, ya que su origen es multifactorial y aún no se comprende del todo, “hay ciertas medidas que pueden ayudar a reducir su incidencia o retrasar su progresión”, explicó Kristina.
La higiene bucal es fundamental: el cepillado regular con productos específicos para gatos puede disminuir la acumulación de placa y reducir el riesgo de inflamación, que podría estar relacionada con la enfermedad.
También se ha observado que dietas con una adecuada proporción de minerales como calcio, fósforo y magnesio pueden tener un efecto protector.
“Otro factor relevante es la alimentación. Los gatos que mastican más su comida, ya sea por consumir croquetas secas o una dieta más variada, parecen tener menor incidencia de FTR en comparación con aquellos que ingieren únicamente comida blanda o húmeda”, puntualizó la investigadora.
Por último, las revisiones dentales periódicas con radiografías intraorales son clave para detectar la enfermedad antes de que cause daño irreversible.
Para su trabajo de fin de grado, Kristina realizó una revisión bibliográfica exhaustiva, recopilando y analizando artículos científicos, revistas especializadas y libros veterinarios recientes.
“El objetivo principal de mi trabajo fue sintetizar y resumir la información más relevante sobre la enfermedad en un solo documento, facilitando su lectura y comprensión para los veterinarios en ejercicio. Además, buscaba aportar una herramienta útil para los estudiantes de Veterinaria, ayudándoles a familiarizarse con la patología y su abordaje clínico”, comenta la profesional.
Otro aspecto clave de su investigación fue su difusión. Kristina quería que este conocimiento llegara no solo a profesionales y estudiantes, “sino también a una audiencia más amplia a través de redes sociales y revistas especializadas como la vuestra, contribuyendo así a una mayor concienciación sobre la enfermedad y su impacto en la práctica veterinaria”.
A pesar de la alta prevalencia de la reabsorción dental felina, “con este trabajo he podido observar que parece que hay una falta de concienciación tanto en veterinarios como en tutores”, lamenta la médica veterinaria.
Muchos veterinarios no incluyen radiografías dentales en sus chequeos de rutina, lo que hace que esta enfermedad pase desapercibida hasta fases avanzadas.
Por otro lado, los dueños de gatos suelen prestar menos atención a la salud bucodental de sus mascotas en comparación con otros aspectos de su bienestar. Como los gatos continúan comiendo a pesar del dolor, los tutores pueden no notar señales de enfermedad hasta que los daños son irreversibles.
“Solo con un mayor conocimiento y prevención se podrá mejorar la calidad de vida de los gatos afectados por esta enfermedad silenciosa”, reflexiona.
Para la recién egresada, finalizar la carrera de Veterinaria ha sido un gran logro, pero también un momento de reflexión.
“Durante los años de estudio, he aprendido muchísimo, aunque también me he dado cuenta de las carencias en algunos aspectos, especialmente en la formación práctica. Enfrentarme a la realidad del mundo laboral me ha hecho valorar aún más la necesidad de una enseñanza que combine teoría con experiencia clínica real”, asegura.
“Por un lado, estoy satisfecha con lo aprendido, ya que la carrera me ha proporcionado una base sólida en diferentes áreas de la Medicina Veterinaria. Sin embargo, al salir al mundo profesional, me he dado cuenta de que muchos procedimientos clínicos comunes, como la interpretación avanzada de pruebas diagnósticas o ciertas técnicas quirúrgicas, apenas se tocan en la universidad”, comenta.
“En general, la carrera no prepara completamente para el mundo laboral, al menos no en todas las áreas. Como mencioné antes, la formación teórica es buena, pero hay una brecha entre lo que aprendemos en la facultad y lo que realmente se necesita en la clínica. Los primeros meses de trabajo suelen ser un gran reto para cualquier recién graduado porque es cuando realmente se aprende a manejar casos reales, a comunicarse con los tutores y a tomar decisiones rápidas bajo presión. Por eso, creo que los programas de internado y prácticas bien estructuradas son fundamentales para que los estudiantes se enfrenten a la realidad profesional con mayor seguridad”, subraya.
La idea de ampliar la carrera para aumentar las horas de prácticas es un tema que genera debate. “Por un lado, creo que añadir más formación práctica sería beneficioso, especialmente en áreas como la cirugía, la anestesia y la gestión de casos clínicos. Muchos estudiantes salen con una preparación teórica excelente, pero sin la confianza suficiente para desenvolverse en el día a día de una clínica o un hospital veterinario”, opina Kristina.
Si bien, destaca que ampliar la carrera también “implicaría un mayor esfuerzo económico y de tiempo para los estudiantes”.
“Quizás una solución más viable sería reformular la estructura actual de la carrera, integrando más prácticas obligatorias desde los primeros años o fortaleciendo los programas de internado y prácticas externas. También se podría ofrecer un modelo más flexible, con especializaciones opcionales en los últimos años, permitiendo que los alumnos elijan áreas de mayor interés para su futuro profesional”.
Durante los últimos seis meses de carrera, Kristina ha tenido la oportunidad de realizar prácticas extracurriculares en Virbac España, dentro del departamento de Marketing. En este puesto, ha brindado apoyo a los tres Product Managers de Nutrición, Petcare y Prescripción, así como al Digital Marketing Specialist. “Esta experiencia me ha abierto los ojos a una nueva posibilidad profesional, combinando dos mundos que me apasionan: la Veterinaria y el Marketing. Antes de esto, me sentía desmotivada, ya que pensaba que la clínica era la única opción profesional (dejando de lado la producción, la investigación y la salud pública, áreas que tampoco me atraían). Sin embargo, al descubrir el sector farmacéutico veterinario, recobré la ilusión y las ganas de seguir formándome”, celebra.
En un futuro próximo, su objetivo es especializarse más en esta área, posiblemente a través de un Máster en Marketing Farmacéutico, y continuar desarrollando su carrera en el sector de la industria veterinaria.
“Sé que es una salida poco conocida y, en muchas ocasiones, los veterinarios en la industria farmacéutica estamos infravalorados. Por eso, me gustaría destacar que un veterinario en esta industria tiene diversas salidas profesionales”, aclara Kristina.
En marketing, puede desempeñarse como Product Manager, encargado de estrategias de lanzamiento y promoción de medicamentos veterinarios. En ventas, puede ser delegado comercial o Key Account Manager, gestionando la relación con clínicas y distribuidores. En investigación y desarrollo (I+D), puede trabajar como científico en formulación de nuevos fármacos o en estudios clínicos. En farmacovigilancia, puede ocupar el puesto de responsable de seguridad de medicamentos, supervisando efectos adversos y garantizando el cumplimiento normativo.
También puede trabajar en asuntos regulatorios, ocupando puestos como Regulatory Affairs Manager, encargándose de la aprobación y cumplimiento normativo de medicamentos. En calidad, puede desempeñarse como Responsable de Garantía o Control de Calidad, asegurando que los productos cumplan con los estándares exigidos. En asesoría técnica, puede ser Technical Services Veterinarian, brindando formación y soporte a clientes y equipos comerciales. De igual forma, puede dedicarse a gestión de negocios, en roles como Business Development Manager, identificando oportunidades de mercado y expansión.
“Personalmente, lo que más me atrae de este sector es que ofrece mejores condiciones laborales en comparación con la clínica, con horarios más equilibrados y salarios más competitivos. Además, permite viajar, lo cual me encanta, y trabajar en un entorno dinámico con clientes internacionales, brindándome la oportunidad de practicar inglés constantemente. También disfruto el hecho de que este trabajo implique interacción directa con veterinarios y clientes, lo que me permite seguir conectada con la profesión, aunque desde otra perspectiva”, comparte la investigadora.
“Es cierto que, al principio, puede ser difícil asumir que no trabajas directamente con los animales. A veces, incluso, desde la propia comunidad veterinaria te hacen sentir que "no eres veterinario" si no te dedicas a la clínica. Sin embargo, he aprendido que la Veterinaria va mucho más allá de la consulta y que es posible contribuir al sector desde otros ámbitos igual de importantes, como la industria farmacéutica, la investigación o la divulgación científica. Además, siempre existe la posibilidad de compaginar este trabajo con la clínica, ya sea colaborando en hospitales veterinarios de manera ocasional o participando en proyectos específicos. De esta manera, se puede disfrutar de ambas facetas sin renunciar a ninguna”, revela Kristina.
De aquí a cinco años, a la médica veterinaria le gustaría haber consolidado su carrera en un puesto estable y bien remunerado, dentro de un área que le apasione y motive a seguir creciendo. Aspira a continuar formándose, adquirir nuevas habilidades y conocimientos que le permitan evolucionar profesionalmente y asumir mayores responsabilidades.
“No quiero conformarme, sino seguir avanzando y explorando nuevas oportunidades. En lo personal, mi prioridad es mantener un equilibrio entre el trabajo y mi vida personal, disfrutando de buena salud, rodeada de mi familia y amigos. También me gustaría llevar un estilo de vida activo, practicando deporte, comiendo bien y, si es posible, viviendo cerca de la playa, ya que el mar siempre ha sido un lugar que me llena de energía y bienestar”.
Además, uno de sus grandes sueños es viajar mucho, tanto por trabajo como por placer. “Me encanta descubrir nuevos lugares, conocer diferentes culturas y vivir experiencias únicas. Si mi futuro profesional me permite combinar mi pasión por los viajes con mi carrera, sería el escenario ideal”.
Para Kristina, el sector veterinario tiene luces y sombras. “Por un lado, es un campo en constante evolución, con avances científicos y tecnológicos que mejoran la calidad de los tratamientos y diagnósticos”. Por otro lado, ella asegura que sigue habiendo problemas estructurales importantes, como los bajos salarios, la precariedad laboral y la falta de reconocimiento de la profesión en comparación con otros sectores sanitarios.
“Muchos compañeros sienten que el esfuerzo y la inversión que supone estudiar Veterinaria no siempre se ven reflejados en las condiciones laborales al salir al mercado. Además, la carga de trabajo y el estrés en muchas clínicas es alto, lo que hace que algunos veterinarios se replanteen su futuro en la profesión. A pesar de esto, creo que cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de mejorar la calidad de vida de los veterinarios y de impulsar cambios en el sector. Y sí, muchos estamos pendientes de las noticias relacionadas con la profesión, ya que afectan directamente a nuestro futuro”.
Para los estudiantes de Veterinaria, el consejo de Kristina es que aprovechen todas las oportunidades de aprendizaje práctico durante la carrera. “Que busquen hacer prácticas desde el primer momento, aunque sea como observadores, porque eso les dará una visión más realista de lo que es el día a día en la profesión. También les diría que no tengan miedo de preguntar y de cometer errores (siempre con responsabilidad), porque la experiencia es la mejor forma de aprendizaje”. Y, sobre todo, que recuerden que la Veterinaria es una carrera muy vocacional, pero que también es importante valorar aspectos como las condiciones laborales y el equilibrio entre la vida profesional y personal.
También resalta la importancia de seguir aprendiendo incluso después de terminar la carrera. La medicina veterinaria está en constante evolución, “y lo que sabemos hoy puede cambiar en unos años”. Por eso, “la formación continua es clave para ser un buen profesional”.
Para finalizar, quiere poner el foco en la importancia de hablar más sobre la salud mental en la Veterinaria. “Es una profesión maravillosa, pero también muy exigente, y es importante aprender a gestionar el estrés y a encontrar un equilibrio entre la vocación y el bienestar personal”.