La leche cruda, aclamada por algunos como una alternativa natural y nutritiva a los lácteos pasteurizados, puede conllevar ciertos peligros. Y es que, según una investigación realizada en Estados Unidos, el virus de la gripe puede ser infeccioso en la leche cruda refrigerada durante cinco días.
Este hallazgo llega en un momento muy oportuno, pues los brotes de gripe aviar en el ganado lechero han generado preocupación sobre la posibilidad de una nueva pandemia. "Este trabajo destaca el riesgo potencial de transmisión de la influenza aviar a través del consumo de leche cruda y la importancia de la pasteurización de la leche", destaca la autora principal del estudio, Alexandria Boehm.
A diferencia de la leche pasteurizada, la leche cruda no se calienta para matar patógenos potencialmente dañinos. En este sentido, los defensores de la leche cruda afirman que deja más nutrientes, enzimas y probióticos beneficiosos que la leche pasteurizada y que puede mejorar la salud inmunológica y gastrointestinal.
Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU ha vinculado la leche cruda con más de 200 brotes de enfermedades y, junto con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del país, advierte que los gérmenes, como E. coli y Salmonella, en la leche cruda presentan riesgos "graves" para la salud, especialmente para niños, ancianos, mujeres embarazadas y personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Los investigadores del estudio exploraron la persistencia de una cepa del virus de la influenza humana en la leche cruda de vaca a temperaturas típicas de refrigeración. El virus de la gripe, llamado H1N1 PR8, sobrevivió y permaneció infeccioso en la leche hasta por cinco días.
"La persistencia del virus de la influenza infecciosa en la leche cruda durante días genera preocupación sobre posibles vías de transmisión", comenta uno de los coautores del estudio, Mengyang Zhang. "El virus podría contaminar superficies y otros materiales ambientales dentro de las instalaciones lecheras, lo que plantea riesgos para los animales y los humanos".
Además, los investigadores encontraron que el ARN del virus de la gripe (moléculas que transportan información genética pero que no se consideran un riesgo para la salud) permaneció detectable en la leche cruda durante al menos 57 días. En comparación a estos datos, la pasteurización destruyó por completo la influenza infecciosa en la leche y redujo la cantidad de ARN viral en casi un 90 % (no eliminó el ARN por completo).
Aunque la exposición al ARN del virus de la influenza no representa un riesgo para la salud, los métodos de prueba basados en ARN se utilizan a menudo para realizar vigilancia ambiental de patógenos como la influenza. "La persistencia prolongada del ARN viral tanto en la leche cruda como en la pasteurizada tiene implicaciones para las evaluaciones de seguridad alimentaria y la vigilancia ambiental, particularmente porque muchas de las técnicas utilizadas en la vigilancia ambiental detectan el ARN", afirma otro de los coautores del estudio, Alessandro Zulli.
Tan solo en Estados Unidos, los virus de la gripe infectan a más de 40 millones de personas y matan a más de 50 000 cada año. Estos tipos de virus pueden transmitirse de animales a humanos, como en el caso de la gripe porcina, que provocó hasta 1 400 millones de infecciones humanas en todo el mundo en 2009-2010.
Aunque la gripe aviar aún no ha demostrado ser peligrosa para las personas, podría mutar y llegar a serlo. Asimismo, la reciente detección de gripe aviar en el ganado ha planteado dudas sobre su posible transmisión a través de la leche y otros productos lácteos.
En este sentido, los hallazgos de este estudio subrayan la importancia de mejorar los sistemas de monitoreo, particularmente ahora que la gripe aviar continúa propagándose entre el ganado.
Cabe destacar que este trabajo complementa investigaciones anteriores (en las que participaron algunos de estos mismos investigadores) que fueron pioneras en el uso de aguas residuales para la detección de la influenza aviar y que reveló que los desechos lácteos comerciales e industriales eran las fuentes principales. Al analizar las aguas residuales, los funcionarios de salud pública podrían detectar la actividad del virus en las poblaciones de ganado cercanas.
"Nunca pensamos que las aguas residuales podrían usarse para detectar y responder a patógenos zoonóticos que circulan en la comunidad", explica Boehm. "Ha sido sorprendente observar nuestro trabajo sobre la detección de aguas residuales a escala en los Estados Unidos y el mundo".