Todavía es posible descubrir nuevas especies de insectos, como lo ha demostrado un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), en colaboración con el Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores (CRETAV) del CIBIR en Logroño y la Universidad de Prešov (Eslovaquia). Se trata de una nueva especie de mosca ectoparásita, es decir, que vive en la superficie de otros animales y se alimenta de ellos, perteneciente al género Lipoptena. El equipo la ha denominado Lipoptena andaluciensis, en honor al lugar donde se ha descubierto, en la zona suroeste de España, en Andalucía.
Este descubrimiento se produjo casualmente tras una exhaustiva campaña de muestreo de mosquitos en casi 500 puntos distribuidos en las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. En estos muestreos se utilizan trampas que utilizan dióxido de carbono para atraer a los insectos. En total, se recolectaron 84 ejemplares de esta nueva especie de mosca, un dato que sugiere que puede tener una amplia distribución y ser relativamente abundante en la región. Posteriormente, fueron caracterizadas tanto morfológica como molecularmente.
La nueva especie se diferencia de otras especies similares por su tamaño y morfología. Según el investigador Mikel Alexander González, que ha liderado este estudio, “la nueva especie es morfológicamente muy similar a una especie exótica llamada Lipoptena fortisetosa, que se expande a gran velocidad por Europa. Sin embargo, el análisis molecular utilizando el gen COI permitió confirmar las sospechas de que se trataba de una nueva especie.”
Aunque se desconoce cuáles podrían ser sus hospedadores, este género de moscas comúnmente parasita a mamíferos como cérvidos y otros ungulados. Además, el estudio reveló la presencia en un ejemplar con ADN de la bacteria Coxiella burnetii, causante de una enfermedad con carácter zoonótico conocida como fiebre Q o coxielosis. La fauna silvestre actúa como reservorio de la infección y es de especial importancia, ya que puede ocasionar abortos y muertes perinatales en animales infectados. Asimismo, se detectaron dos bacterias endosimbiontes cuyo papel biológico requiere de más investigación. El estudio también destacó la eficacia de las trampas de dióxido de carbono como método para el estudio de estas moscas.
“Este hallazgo subraya la necesidad de evaluar el papel de Lipoptena andaluciensis en la transmisión de patógenos que pueden tener un impacto tanto en la salud humana como en la salud de otros animales”, señala Jordi Figuerola, líder del grupo de investigación Dado el limitado número de estudios publicados sobre Lipoptena, es posible que aún queden muchas especies de este género por descubrir.