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Leishmaniosis en México: "Ahora se presenta en zonas donde antes no existía"
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Leishmaniosis en México: "Ahora se presenta en zonas donde antes no existía"

“En el norte de México, la leishmaniosis hace años no era algo importante. Eran casos esporádicos, anecdóticos”, señaló el médico veterinario zootecnista Juan José Zárate Ramos
Juan José Zarate Ramos
Juan José Zárate Ramos, médico veterinario zootecnista especialista en Microbiología por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Recientemente la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó sobre el riesgo al alza en el territorio mexicano por leishmaniosis en personas. La institución asegura que “cada año se presentan entre 700 mil y un millón de casos nuevos repartidos en al menos 99 países, siendo México uno de ellos, y se registran entre 20 mil y 30 mil decesos anualmente”. 

 

Para entender por qué los casos están aumentando en el país, hay que recordar el concepto Una Salud, basado en la idea de que el bienestar humano, animal y ambiental están estrechamente relacionados e interdependientes. 

 

Al respecto, Juan José Zárate Ramos, médico veterinario zootecnista con maestría en Ciencias, con especialidad en Microbiología por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), explicó en declaraciones para Diario Veterinario que la leishmaniosis, a nivel nacional, es considerada una enfermedad que se presenta más en el sur.

 

“Sin embargo, todos los cambios que está sufriendo el planeta, producto del cambio climático, han provocado que, sobre todo las enfermedades transmitidas por vectores, como es el caso de la leishmania, tengan una distribución diferente, que cada vez vaya aumentando más el terreno donde se presentan; hemos visto una evolución de la enfermedad y ahora ya se presenta en zonas donde antes no existía”, añadió. 

 

Además, “como lo vimos en la reciente pandemia por COVID-19, el relajar la situación y el cuidado que debemos tener con la salud de los animales, o el contacto que siempre hay que tener de manera muy cuidadosa con las especies, sobre todo con las silvestres, puede provocar que ciertas enfermedades que circulan normalmente en ciclos selváticos brinquen de repente al ser humano y, como nosotros no tenemos el antecedente de haberlas padecido, tenemos afectaciones sumamente graves que incluso provocan una mortalidad elevadísima en el ser humano”, detalló el especialista. 

 

Zárate Ramos, junto con un colega, fueron quienes reportaron el primer caso de leishmaniosis canina en el norte de México hace aproximadamente 16 años. Se trató de un perro adulto Bull terrier inglés “que había llegado de España”, uno de los países donde la enfermedad es endémica, como Portugal, Francia, Italia, Brasil, Paraguay y Argentina. “Recuerdo que, en el artículo, yo menciono que debíamos prestar atención a aquellas enfermedades zoonóticas, como el caso de la leishmaniosis, y a los perros que provenían de zonas endémicas, y pedir, de manera obligatoria, se les hiciera la prueba, y no estar introduciendo animales positivos a la enfermedad, situación que sigue sin hacerse”, agregó el parasitólogo.

 

UNA ENFERMEDAD SILENCIOSA

 

De acuerdo con el también investigador, profesor de tiempo completo y encargado del laboratorio de parasitología de la UANL, este padecimiento “tiene ciertas consideraciones que son muy importantes”. “No es una enfermedad como otras que hay en las que el animal o la persona se infectan y al poco tiempo desarrollan una sintomatología que nos hace sospechar, sino que es crónica, se pueden presentar los signos de la enfermedad incluso años después del contagio”, expresó. No obstante, “en ese tiempo, desde el momento de la infección hasta que se muestran signos de leishmaniosis, puede estar siendo un foco de transmisión; eso es lo delicado de esta enfermedad”.

 

Existen además casos en los que el padecimiento ocurre de forma aguda, que a los pocos meses se presentan cuadros bastante severos, “pero todos estos asociados a otras comorbilidades, como, por ejemplo, alguna enfermedad que provoque inmunodepresión, ya sea al perro o al humano, y entonces la enfermedad tiene un curso más corto; sin embargo, no es el común denominador”.

 

El médico veterinario aclaró que los mosquitos encargados de transmitir la leishmaniosis en América pertenecen al género Lutzomyia, mientras que en Europa se asocia a los flebótomos, organismos muy cercanos pero diferentes y, que, a diferencia de los vectores del dengue, crían en tierra húmeda. “Hay otras formas de transmisión, sin embargo, esta es la más común, a través de la picadura del mosquito”.

 

¿LOS CASOS ESTÁN AUMENTANDO EN ANIMALES?

 

El investigador enfatizó que, en realidad, la fauna silvestre está adaptada a la leishmaniosis y a otras enfermedades. Sin embargo, por ejemplo, el clima actual en el norte del país, como resultado del daño ambiental, favorece la presencia del vector en esa región, aunado a que allí existen especies propensas a propagarla si son picadas por mosquitos. “Se considera que el perro es el principal reservorio de leishmaniosis en las ciudades”, además de los gatos, los roedores y los coyotes. “En el norte de México, la leishmaniosis hace años no era algo importante. Eran casos esporádicos, anecdóticos”, señaló. 

 

Por lo anterior, “recientemente se han detectado casos autóctonos de leishmaniosis en Monterrey. Ha habido documentación o la descripción de casos de personas que no han abandonado Nuevo León y que presentan la enfermedad. Recuerdo casos de otros perros que fueron traídos de Portugal, y también recientemente publicamos en una revista el caso de un gato que presentó leishmaniosis, pero no son los únicos casos”, compartió Zárate Ramos. 

 

“Hay un grupo importante de investigadores aquí en la universidad que trabaja con los reservorios y también con el vector, y sí han detectado leishmania en los mosquitos”, destacó el académico.

 

TIPOS DE LEISHMANIOSIS

 

En personas, la enfermedad se manifiesta de tres formas: cutánea, mucocutánea y visceral. “Las tres son mortales, porque, aunque en la cutánea se ven úlceras solamente en la piel, en la visceral hay daños en los órganos donde hay aumento del hígado y del bazo”. En el caso de los animales, “las manifestaciones son muy diversas, puedes encontrar desde signos cutáneos muy variados que no son típicos, hasta lesiones orgánicas como hepatomegalia y esplenomegalia igual que en el ser humano”. 

 

Y los tres signos típicos o preponderantes de la leishmaniosis aplican tanto para animales como para humanos: anemia, el cual es algo inespecífico porque muchas cosas la provocan; inflamación de los ganglios linfáticos periféricos, que puede ser generada por distintas enfermedades y, signos cutáneos. “Sin embargo, también hay lesiones en los ojos, formación de complejos inmunes que provocan opacidad en la córnea y problemas visuales; también puede ocurrir un adelgazamiento progresivo en los animales, un estado de caquexia crónica; ocasionalmente pérdida de pelo alrededor de los ojos; crecimiento irregular de las uñas, aunque el perro esté en una superficie rugosa; sangrado por la nariz; en fin, es muy variada la signología”, enlistó Zárate Ramos. 

 

“Se calcula que, aproximadamente en una zona donde hay leishmaniosis, solamente el 30 % de los animales manifiestan signos clínicos; esto dificulta mucho la detección de la enfermedad, con las implicaciones que tiene para la salud pública”, alertó el médico. 

 

EL COMPORTAMIENTO DE LOS PARÁSITOS “ES CURIOSO”

 

Zárate Ramos abundó que los parásitos, en general, modifican el comportamiento de los hospedadores. “¿Para qué? Para favorecer que se completen sus ciclos biológicos”. Un caso sonado es el llamado ‘suicidio de las ratas’, cuando estas les pierden el miedo a los gatos por estar infectadas con el parásito Toxoplasma gondii. 

 

“Esta alteración del comportamiento es muy importante porque, en el caso de la leishmania, si tú tienes un animal infectado y un animal sano, curiosamente el vector de la enfermedad va a picar más al animal enfermo que al animal sano; pero una vez que el vector se infecta, pica indistintamente. Desde el punto de vista evolutivo del parásito, esto favorece mucho a que este se perpetúe en la naturaleza. Si el parásito le resultara poco atrayente al vector, con el paso de los años la enfermedad desaparecería de la naturaleza”.

 

En México no existe una vacuna contra la leishmaniosis, “el tratamiento es muy difícil de conseguir y no funciona en todos los casos, es prolongado. Hay fármacos muy específicos: los leishmanicidas, los leishmaniostáticos que disminuyen su tasa de multiplicación y hay inmunomoduladores”. 

 

Por todo lo anterior, el parasitólogo concluyó que “falta información, hay desconocimiento”. “La piedra angular en estos temas es dar a conocer cómo son las enfermedades, cómo se presentan y no caer en el alarmismo, pero sí que se sepa”. Otra necesidad importante para él es la colaboración entre la medicina humana y la veterinaria, “porque pareciera de repente que estamos divorciados; deberíamos compartirnos información y reportar los casos de enfermedades zoonóticas tanto en animales como en personas para ver cómo van evolucionando”. 

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