Las tasas de natalidad globales y el aumento de la esperanza de vida humana han provocado una mayor tendencia en la propiedad de animales de compañía, lo que ha generado nuevas preocupaciones sobre la atención médica a largo plazo y los costos médicos para los animales que están envejeciendo. Con aumentos notables en las poblaciones de perros ancianos, el síndrome de disfunción cognitiva canina (SDCC) ha surgido como una condición neurodegenerativa común asociada con la edad.
En perros mayores, este síndrome comparte síntomas que recuerdan a la enfermedad de Alzheimer, la causa más frecuente de demencia en humanos. El SDCC se caracteriza por cambios de comportamiento pronunciados, como desorientación espacial evidente, cambios matizados en las interacciones sociales, adherencia comprometida a los protocolos de entrenamiento doméstico establecidos y cambios claros en los ritmos circadianos y los niveles generales de actividad.
Estas alteraciones del comportamiento, exacerbadas por una disminución en la funcionalidad de la memoria y la capacidad de aprendizaje, angustian notablemente a los propietarios de animales de compañía y presentan desafíos considerables para los veterinarios encargados de tratar a estos animales.
Conviene destacar que los perros mayores son particularmente vulnerables al síndrome de disfunción cognitiva canina. Sin embargo, aún falta un diagnóstico y tratamiento objetivos. La aparición del SDCC a menudo pasa desapercibida para los dueños de mascotas, ya que con frecuencia pasan por alto los cambios tempranos de comportamiento en sus perros.
Por lo general, los caninos de más de 7 años comienzan a mostrar alteraciones cognitivas y conductuales progresivas asociadas con el síndrome de disfunción cognitiva canina, ya que la probabilidad de desarrollar este síndrome aumenta considerablemente con la edad. Por otra parte, cuando a los perros mayores se les diagnostica SDCC, la afección suele estar considerablemente avanzada en la mayoría de los casos.
FALTA DE MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
En entornos clínicos, la calificación de disfunción cognitiva canina (CDCC) se utiliza comúnmente para identificar el deterioro cognitivo en perros mayores. Sin embargo, las escalas de calificación existentes para SDCC tienen limitaciones prácticas. Los criterios de evaluación de estas escalas tienden a medir la tasa de deterioro cognitivo o la frecuencia de comportamientos inusuales, potencialmente carentes de la precisión requerida para detectar cambios cognitivos tempranos indicativos de síndrome de disfunción cognitiva canina.
Identificar estas deficiencias en una etapa temprana mejora en gran medida las posibilidades de un tratamiento exitoso. Las evaluaciones en línea o telefónicas son susceptibles a interpretaciones subjetivas por parte de los propietarios, lo que posiblemente lleve a una sobreestimación o subestimación de la gravedad de la enfermedad.
Los métodos de diagnóstico actuales para SDCC involucran exámenes físicos y neurológicos, análisis de sangre (como análisis de suero y hemograma completo) para identificar otras afecciones con síntomas similares y la finalización de cuestionarios de detección del síndrome de disfunción cognitiva canina por parte de los propietarios.
Desafortunadamente, faltan herramientas clínicas integrales para evaluar la función cognitiva en perros mayores. Si bien las técnicas avanzadas, como la resonancia magnética, son ideales para identificar problemas neurológicos y evaluar déficits cognitivos, los costes y la necesidad de sedación a menudo hacen que los neurólogos veterinarios confíen en las evaluaciones neurológicas en su lugar.
Por lo tanto, se espera que el análisis de biomarcadores de la sangre y el líquido cefalorraquídeo surja como el método de diagnóstico primario para síndrome de disfunción cognitiva canina.
BIOMARCADORES SANGUÍNEOS
En un artículo internacional se detalla la metodología y los hallazgos de un novedoso enfoque con la intención de corroborar los biomarcadores sanguíneos como herramientas indispensables para la detección temprana del SDCC. Los autores consideran que los hallazgos ofrecerán un marco traducible para abordar las enfermedades neurodegenerativas humanas, enriqueciendo así el discurso sobre la medicina comparada.
Para ello, se recogieron muestras de sangre de 85 perros, que se clasificaron en cuatro grupos: normal; deterioro cognitivo leve (DCL), deterioro cognitivo grave (DCG) y SDCC.
Se analizaron muestras de sangre de perros con puntuaciones CDCC, y los biomarcadores proteína de unión al retinol 4 (RBP4), ligando de quimiocina con motivo CXC 10 (CXCL10) y NADPH oxidasa 4 (NOX4), se validaron frente a modelos neurodegenerativos.
En este marco, los autores descubrieron que los niveles más bajos de biomarcadores se correlacionaron con puntuaciones CDCC más altas, lo que indica un deterioro cognitivo.
Asimismo, al analizar la combinación de RBP4 y NOX4, se confirmaron los posibles biomarcadores de diagnóstico. Estos resultados “sugieren que los biomarcadores basados en sangre pueden mejorar notablemente la detección temprana y el tratamiento del SDCC, con implicaciones para el manejo de enfermedades neurodegenerativas tanto en animales como en humanos”.
Así, los investigadores abogan por la detección temprana del deterioro cognitivo a través de análisis de sangre, aprovechando los valores predictivos derivados de las puntuaciones CDCC. Este enfoque “permite a los veterinarios diagnosticar e iniciar estrategias de tratamiento para animales que probablemente desarrollen síndrome de disfunción cognitiva canina y monitorear su salud cerebral a través de pruebas de seguimiento regulares”.
Además, esperan que la precisión predictiva y la sofisticación del modelo mejoren a medida que “refinemos nuestra metodología y ampliemos el tamaño de nuestra muestra”.
De cara al futuro, “prevemos que las capacidades de detección temprana de los animales de compañía allanarán el camino para avances similares en la medicina humana, ampliando así el alcance y el impacto de nuestra investigación”, explican.