Hay mucho conocimiento, estudios e información en macrominerales, pero no ocurre así en microminerales. “Si descubrimos algo sería muy fácil de implementar en la clínica”. Belén Larrán realiza su doctorado sobre alteraciones en el perfil mineral de perros con enfermedades crónicas en la Facultad de Veterinaria de Lugo. Estudia el síndrome de disfunción cognitiva y enfermedades oncológicas, renales y endocrinas, en concreto hiperadrenocorticismo, hipotiroidismo y diabetes. “El departamento se especializa en microminerales como selenio, zinc, cobre… Pero también miramos elementos tóxicos y macrominerales, aunque ya están más estudiados. Se suelen analizar unos 20 minerales”, explica Larrán en declaraciones a Diario Veterinario.
Estas patologías son “bastante prevalentes en la población y muy importantes porque no tienen cura, van a seguir avanzando”, recuerda. El papel del veterinario en estos casos “es que el paciente tenga una buena calidad de vida durante el mayor tiempo posible, excepto en algunos tumores, en los que hay una intención curativa”. En estas enfermedades el uso de un tratamiento “o una intervención complementaria a la principal permite hacer un acercamiento integrativo”, expone, y aclara que “significa no ir solo a lo principal, sino interesarte porque la nutrición sea adecuada, ya que es esencial para el sistema inmunitario”. Esto permite ayudar a prevenir “otro tipo de problemas, el desarrollo de enfermedades o que la que ya tiene avance”.
Los animales que emplea “son pacientes del Rof Codina”, el hospital universitario de la Facultad. “Todos los días, al acabar las consultas, voy al laboratorio y de las muestras que van a tirar miro el diagnóstico. Si me interesa, la congelo y después la utilizamos”. No hay que hacer ninguna prueba de más a los animales, se utilizan los restos, “pero de igual forma recogemos una autorización de los tutores. Normalmente nadie dice que no”. Como depende de los perros que llegan al hospital, “el doctorado va un poco más lento. Escogí enfermedades prevalentes porque tengo un tiempo limitado”.
IMPORTANCIA DE LA NUTRICIÓN
“El papel de la dieta es fundamental: el principal aporte que tenemos de minerales es a través de la dieta”, asegura Larrán. Además, aunque matiza que “habría que ver cada caso individual”, se puede suplementar o emplear quelantes y, “aunque es más común en humana”, ya se está haciendo en veterinaria en algunos casos, como la deficiencia de zinc. “Ahora habría que investigar un poquito más para ver si existen otras enfermedades que causen algún tipo de alteración que sea susceptible de ser corregida y que pueda tener un beneficio clínico, sobre todo a nivel del sistema inmunitario”, expone.
En la actualidad existen muchas dietas de prescripción veterinaria, como pueden ser las renales, las hepáticas o las cutáneas, pero “todavía no hay información en cuanto a los microminerales en estos pacientes”. Añade que “la nutrición es una especialidad a la que cada vez le estamos dando más importancia, tanto en medicina humana como en veterinaria”, y sería muy sencillo controlarlos, porque “ya manejamos dietéticamente a los perros en un montón de enfermedades, simplemente tendríamos que ver si hay que ajustar también los microminerales”.
Es muy común el uso de nutracéuticos, que no se consideran fármacos, “son más baratos, no necesitan prescripción médica o veterinaria, pero no tienen que pasar los estudios de seguridad que tienen que pasar los fármacos. Son un arma de doble filo: los hay mejores y peores, pero no lo sabes”. En perros con síndrome de disfunción cognitiva o con cáncer se emplean con mucha asiduidad, “a veces los damos los veterinarios, otras veces son los tutores por iniciativa propia”, y agrega que, “aunque en veterinaria no hay estudios detrás de esto, tenemos algunos en medicina humana”. Sin embargo, hay que tener precaución. “Sería fácil suplementar a estos pacientes, porque si hay una deficiencia evidentemente querrás suplementarlo. Si no la hay es difícil provocar una toxicosis, pero depende, ¿qué dosis le estás dando?”, advierte la veterinaria.
PRIMERA ETAPA DE LA INVESTIGACIÓN
Su investigación es preliminar. En pequeños animales “no hay estudios prácticamente, así que cogemos perros con las enfermedades que nos interesan ya diagnosticadas y vemos, especialmente en plasma, qué alteraciones hay con respecto a un grupo control de perros sanos”. Las alteraciones que se encuentren “no sabremos si son causa o consecuencia, pero no tendría sentido estudiar las alteraciones que tiene un perro durante toda su vida a ver si después desarrolla una enfermedad. Hay que empezar por lo más sencillo”. Sin embargo, “como en humana hay mucha más información, si en personas es causa en perros probablemente también lo sea”. Muchas de las enfermedades que comparten humanos y perros son similares y tienen la misma patogenia “así que tendría sentido pensar que debería ser parecido”.
Larrán recuerda que los perros son modelo de enfermedades humanas en muchas ocasiones, y “en el caso del síndrome de disfunción cognitiva es de los mejores modelos”. Se considera que esta patología es un análogo del Alzheimer, “representa una etapa temprana, cuando las intervenciones terapéuticas son más interesantes y efectivas”. Casi todas las investigaciones se centran en animales de laboratorio, “lo que está muy bien y tienen resultados interesantes, pero hay que inducirles la enfermedad, mientras que los perros la desarrollan de forma natural. Aquí el modelo encaja un poquito más”.
“En septiembre vamos a empezar a llamar a pacientes para estudiar el síndrome de disfunción cognitiva”. Se ofrecerá a los tutores de perros de más de 8 años analíticas generales gratis, exploración general y neurológica y una serie de tests cognitivos, “y yo a cambio me quedo un poquito de plasma”, detalla. Además, estudiarán “un nutracéutico que lleva en el mercado mucho tiempo, pero todavía no se ha probado su eficacia”.