La queratoconjuntivitis infecciosa (IKC) es una enfermedad ocular altamente contagiosa que afecta a los caprinos domésticos y salvajes. Se han aislado diversos agentes infecciosos, como Chlamydophila psittaci, C. abortus, C. pecorum, Moraxella ovis (anteriormente Branhamella ovis) y diferentes virus, de ojos afectados por IKC.
Sin embargo, actualmente se acepta Mycoplasma conjunctivae como el principal agente etiológico de IKC, aunque otros micoplasmas podrían estar involucrados, lo que requiere investigaciones moleculares para un diagnóstico correcto.
Mycoplasma conjunctivae se puede transmitir por contacto directo, dispersión aérea y vectores mecánicos, como las moscas de la familia Muscidae. Los signos clínicos suelen ocurrir bilateralmente e incluyen secreción ocular, epífora, conjuntivitis leve y opacidad corneal, causando ceguera transitoria en la mayoría de los casos. También se han descrito lesiones cerebrales asociadas con queratoconjuntivitis infecciosa en ungulados salvajes de montaña.
Los animales afectados por IKC suelen recuperarse espontáneamente, pero la queratoconjuntivitis también puede progresar a perforación de la córnea cuando no se aplica tratamiento, provocando lesiones oculares irreversibles y, en consecuencia, ceguera permanente. Hasta la fecha no se ha informado de IKC en humanos que se origine por transmisión zoonótica de M. conjunctivae.
Se ha informado de IKC en poblaciones silvestres de rebeco (Rupicapra spp.), íbice alpino (Capra ibex), íbice ibérico (Capra pyrenaica), muflón (Ovis gmelini) y buey almizclero de la mayoría de las cadenas montañosas europeas, siendo considerada una de las principales enfermedades de los rumiantes salvajes de montaña.
La morbilidad de IKC suele oscilar entre el 50 % y el 90 %, con una mortalidad entre el 15 % y el 20 % por inanición o caída de acantilados, ya que la ceguera impide que el animal encuentre alimento y se desplace con seguridad. Sin embargo, la mortalidad puede alcanzar el 30 % en los brotes de IKC, y la combinación de mortalidad natural y manejo de enfermedades mediante la eliminación de los individuos afectados puede tener efectos demográficos significativos.
Las obvias lesiones oculares causadas por IKC generan preocupación social, ya que los rumiantes salvajes de montaña son ecológica, cultural y económicamente relevantes. Por el contrario, a pesar de los informes de casos esporádicos y los brotes locales estacionales, la IKC parece tener un menor impacto poblacional en las especies de ciervos, con una etiología en su mayoría poco clara.
DATOS ESCASOS EN EUROPA
Aunque se ha detectado M. conjunctivae y se han informado brotes de queratoconjuntivitis infecciosa en rumiantes domésticos en América del Norte, Asia y Oceanía, los datos fiables sobre la prevalencia de M. conjunctivae en rumiantes salvajes son escasos fuera de las principales cadenas montañosas de Europa.
La transmisión interespecífica de Mycoplasma conjunctivae puede ocurrir en las praderas de ecosistemas montañosos, estacionalmente compartidos y mantenidos por la comunidad huésped de rumiantes domésticos y salvajes desde la primavera hasta el otoño.
El ganado, y en particular las ovejas, más que las cabras, han sido considerados tradicionalmente el reservorio de M. conjunctivae y la principal fuente de infección para los ungulados silvestres, que actuarían como huéspedes indirectos en los ecosistemas de montaña.
En este escenario, las infecciones asintomáticas ocurren con mayor frecuencia en ovejas domésticas, mientras que los huéspedes salvajes sufren signos clínicos más graves.
ESTUDIO EN EL ESPACIO NATURAL DE SIERRA NEVADA
Así, un estudio realizado por Jorge Ramón López Olvera y Eva Ramírez de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona; Carlos Martínez Carrasco de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia; y José Enrique Granados del Parque Nacional de Sierra Nevada ha evaluado la dinámica de la infección por M. conjunctivae en el íbice ibérico y en una comunidad huésped de pequeños rumiantes domésticos estacionalmente simpátricos del Espacio Natural de Sierra Nevada (NSSN), para dilucidar el papel epidemiológico de las especies de pequeños rumiantes en el mantenimiento y dispersión de la IKC en la zona.
De 2015 a 2017, se recolectaron hisopos oculares de 147 cabras montesas (46 subadultos, 101 adultos) y 169 pequeños rumiantes domésticos adultos (101 ovejas, 68 cabras).
Mycoplasma conjunctivae se investigó mediante PCR y se evaluó estadísticamente según especie, sexo, categoría de edad, año, período y área. No se observaron signos clínicos ni lesiones oculares compatibles con IKC en ninguno de los animales muestreados. Sin embargo, se identificó M. conjunctivae en las tres especies muestreadas (íbice ibérico, oveja doméstica y cabra doméstica).
Los autores pudieron comprobar, a raíz del estudio, que Mycoplasma conjunctivae fue endémico y asintomático en la comunidad anfitriona del NSSN. “El íbice y el ganado compartían tres grupos genéticos, y uno solo se identificó en las ovejas, aunque cada especie huésped podía mantener la infección de forma independiente”.
Aunque tanto el íbice ibérico como el ganado en el NSSN podrían mantener independientemente M. conjunctivae sin la participación de otras especies hospedadoras, “la mayoría de los grupos se identificaron en hospedadores tanto salvajes como domésticos, lo que sugiere una transmisión interespecífica y ciclos epidemiológicos compartidos en la interfaz entre la vida silvestre y el ganado”.
DINÁMICA COMPARTIDA DE PATÓGENOS ENTRE GANADO Y FAUNA SALVAJE
Este hallazgo, comentan, es relevante no solo para la epidemiología de M. conjunctivae, sino también porque abre “nuevos enfoques a la dinámica de otros patógenos compartidos en la interfaz entre la vida silvestre y el ganado, incluidas las enfermedades de declaración obligatoria”.
Esto debe considerarse para promover “el monitoreo integrado en la interfaz entre la vida silvestre y el ganado en el NSSN, incluyendo no solo la vigilancia de la salud sino también el monitoreo de la población”.
En resumen, “la cabra montesa debe considerarse una especie clave en el mantenimiento y propagación de la infección en zonas compartidas de alta montaña, no sólo porque es capaz de mantener la infección intraespecíficamente, sino también por su probable papel en la propagación de la IKC entre rebaños de ganado”.
Por ello, instan a implementar “un monitoreo integrado de vida silvestre para detectar cualquier cambio en el estado de la IKC en el NSSN”. Añaden que “estos resultados deberían ser útiles para investigadores y otros actores relacionados con la gestión de la fauna y el ganado, ya que demuestran la necesidad de abordar la gestión de IKC y otros patógenos compartidos considerando el escenario de interacciones epidemiológicas con múltiples huéspedes”.