Giardia duodenalis es un protozoo unicelular parásito que infecta el tracto intestinal superior de una variedad de huéspedes, incluidos humanos y animales domésticos o selváticos. El parásito tiene una distribución global, con 250 a 300 millones de infecciones humanas sintomáticas reportadas cada año, y su impacto es particularmente pronunciado en los países de bajos ingresos, donde generalmente se asocia con situaciones socioeconómicas pobres.
Por esta razón, en 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la giardiasis como una enfermedad desatendida asociada con la pobreza, que perjudica el desarrollo e impide mejoras socioeconómicas.
Las dos etapas del ciclo de vida son el quiste, una etapa infecciosa ambientalmente resistente que se elimina con las heces del huésped, y el trofozoíto, una etapa de replicación activa que produce síntomas. La infección ocurre después de la ingestión de quistes a través de alimentos o agua contaminados. La dosis infecciosa para humanos oscila entre 10 y 100 quistes, dando lugar a una enfermedad que suele manifestarse como diarrea aguda que puede progresar a un estado crónico. Por el contrario, muchas infecciones pueden permanecer asintomáticas o pueden predisponer a trastornos gastrointestinales crónicos como el síndrome del intestino irritable.
LA TRANSMISIÓN ZOONÓTICA DE LA GIARDIASIS HA AUMENTADO
La giardiasis es una enfermedad zoonótica que afecta a las mascotas y al ganado, provocando pérdidas económicas por mal crecimiento, pérdida de peso, reducción de la productividad e incluso la muerte de los animales. Por lo tanto, el parásito tiene un impacto significativo tanto en humanos como en animales, y ha generado preocupación sobre el riesgo para la salud pública debido a los animales de compañía. Recientemente, con la mejora de los niveles de vida y el aumento de los contactos entre mascotas y humanos, la transmisión zoonótica de Giardia ha aumentado dramáticamente.
El diagnóstico de quistes de Giardia en muestras fecales se logra tradicionalmente principalmente mediante la visualización de quistes completos mediante microscopía utilizando flotación fecal con sulfato de zinc (ZnSO4).
Otro método eficaz es la detección de antígenos de Giardia en las heces (es decir, coproantígenos) mediante inmunoensayos ligados a enzimas, que tienen especificidades del 87 % al 100 % y sensibilidades del 63 % al 100 %. Las pruebas inmunocromatográficas también han encontrado utilidad, con especificidades que oscilan entre el 79 % y el 100 % y sensibilidades que oscilan entre el 26 % y el 100 %, según el estudio.
La selección de pruebas de diagnóstico apropiadas depende de la disponibilidad de equipos, reactivos, técnicos experimentados, tiempo de respuesta del laboratorio y coste. La eliminación intermitente de quistes en las heces, el bajo número de quistes en las muestras de heces y las infecciones asintomáticas son las características distintivas de la giardiasis y dificultan el diagnóstico. Como resultado, la infección por Giardia está infradiagnosticada en todos los huéspedes y se subestima la prevalencia de la enfermedad.
COMPARACIÓN DE VARIOS MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
Un trabajo realizado en Italia ha tenido como objetivo comparar la realización de cuatro pruebas de laboratorio para la detección de Giardia en muestras fecales de perros y evaluar las asociaciones que circulan en la población canina del centro de Italia.
Concretamente, se han propuesto comparar el rendimiento de la prueba de anticuerpos de fluorescencia directa (DFA), la técnica de flotación con sulfato de zinc (ZnSO4), la prueba de diagnóstico rápido (RDT), la amplificación por PCR para detectar el parásito e identificar los ensamblajes preocupantes.
Desde un punto de vista genético, “G. duodenalis debe considerarse una especie compleja”, comentan los autores. Sus miembros se pueden dividir en ocho grupos, o conjuntos, que están separados por distancias genéticas significativas, lo que sugiere que representan especies diferentes incluso si tienen una morfología común. “Los ensamblajes tienen diversos grados de especificidad de huésped, apareciendo los ensamblajes A y B en humanos y una amplia gama de otros huéspedes, los ensamblajes C y D en cánidos, el ensamblaje E en animales con pezuñas, el ensamblaje F en gatos, el ensamblaje G en roedores y el ensamblaje H, en pinnípedos”, matizan.
USO DE VARIAS TÉCNICAS COMPLEMENTARIAS
En cuanto al diagnóstico, la prueba de anticuerpos por fluorescencia directa es el estándar de referencia para el hallazgo de laboratorio de Giardia en muestras fecales de perros, a pesar de que el examen microscópico después de la flotación sigue siendo el método más útil en muchos centros de diagnóstico veterinario. Los hallazgos del estudio demostraron el alto rendimiento de DFA y ZnSO4 en la detección de Giardia, mientras que “la PDR puede ser útil como método alternativo o complementario a DFA y ZnSO4”.
No obstante, el rendimiento de la PCR fue bajo, pero permitió determinar el conjunto zoonótico de Giardia B en el 25 % de las muestras positivas para la PCR (15 de 60), mientras que los aislados positivos para la PCR restantes pertenecían al conjunto C específico de perros.
Los autores han explicado, a la luz de los resultados, que las cuatro pruebas diagnósticas evaluadas en este estudio mostraron sus peculiares ventajas y desventajas. Dado que un diagnóstico definitivo de giardiasis puede ser un desafío debido a varios factores, incluida la eliminación intermitente de quistes en las heces y un bajo número de quistes en las muestras de heces, se recomienda que, si una prueba resulta negativa, “la muestra fecal se analice con una prueba de diagnóstico diferente para excluir completamente la infección”. En este contexto, “el uso de una combinación de métodos diagnósticos parece ser una buena estrategia para el diagnóstico de esta enfermedad protozoaria”.
Así, las técnicas moleculares permitieron la identificación de asociaciones de Giardia, “lo cual es importante para evaluar el impacto zoonótico del parásito”.
En el estudio, “el conjunto B potencialmente zoonótico se encontró en el 25 % de los perros, lo que resalta el riesgo potencial para la salud pública y sugiere la posible transmisión frecuente del parásito entre especies entre humanos y perros y viceversa”.