Los enterolitos o cálculos intestinales son concreciones mineralizadas dentro de la luz gastrointestinal. Si bien se reconoce esporádicamente en la práctica clínica con animales pequeños, rara vez se informa en la literatura veterinaria, con sólo cuatro casos publicados en los últimos 50 años.
Se informa que la prevalencia de enterolitiasis en personas oscila entre el 0,3 % y el 10 %, con un porcentaje mayor en pacientes con enfermedad de Crohn o divertículo de Meckel. Se ha demostrado que la enterolitiasis primaria se forma en regiones de estasis gastrointestinal o mala motilidad. Asimismo, la enterolitiasis es más común en caballos, representando hasta el 27,5 % de los casos sometidos a celiotomía para el tratamiento de cólicos en diversos estudios.
Aunque se han identificado factores de riesgo como las proporciones dietéticas de heno de alfalfa y el acceso a pastos, aún no se comprende claramente la patogénesis en los caballos. Igualmente, existe una falta de comprensión similar con respecto a la fisiopatología de esta afección en perros y gatos.
A raíz de esto, el propósito de un informe de caso realizado en Australia, ha sido, por un lado, describir la rara presentación clínica y el tratamiento exitoso de la enterolitiasis en un gato; y por otro lado, formular hipótesis sobre la fisiopatología basada en la literatura disponible en otras especies.
UNA BUENA ALIMENTACIÓN
Un gato doméstico de pelo corto, macho, castrado, de 3 años de edad, que pesaba 3,5 kg, fue remitido a un hospital veterinario especializado para someterse a una ecografía abdominal ambulatoria para la investigación de una masa abdominal medio-ventral firme de aproximadamente 5 cm identificada mediante palpación abdominal en una revisión rutinaria.
El veterinario remitente notó que el gato tenía una mala condición corporal (puntuación de condición corporal 3,5/9), un pelaje descuidado y antecedentes de inapetencia esporádica, vómitos crónicos, diarrea intermitente y estreñimiento desde que fue adquirido. La dieta consistía en pescado fresco y una combinación de comida comercial para gatos seca y húmeda. No había antecedentes de pica. El paciente era predominantemente un gato de interior, con un tiempo supervisado al aire libre de 5 minutos por día.
La ecografía abdominal mostró una marcada distensión luminal en el íleon distal alrededor de una estructura ovoide densamente delimitada y suavemente marginada, aproximadamente a 3,5 cm de la unión ileocólica. La pared intestinal que rodea esta estructura midió 6,0 mm y demostró un marcado aumento en el espesor muscular.
Se obtuvieron radiografías abdominales después del examen ecográfico para caracterizar mejor la lesión. Estos confirmaron un asa de intestino delgado severamente distendido en el abdomen medio-ventral derecho a nivel de L5, y revelaron que el objeto luminal (5,1 × 2,2 cm) tenía una forma ovoide a lacrimiforme con márgenes suaves y un borde de mineralización densa periférica, rodeando una mineralización laminar, ligeramente desorganizada y concéntrica. El estómago era pequeño y el píloro estaba vacío.
Se sospechó que la estructura intraluminal ileal distal era un enterolito debido a su opacidad mineral y su laminación interna concéntrica. No estaba claro si el grave engrosamiento local de la pared del intestino delgado que rodeaba el enterolito era resultado de una enfermedad intestinal primaria o secundaria a una inflamación crónica estimulada por la presencia del enterolito.
TRATAMIENTO
La laparotomía exploratoria de rutina reveló el objeto en el yeyuno distal al íleon proximal. La pared intestinal de esta sección estaba engrosada, pero tenía un color normal. El ganglio linfático cólico derecho adyacente estaba moderadamente agrandado. Se obtuvieron muestras de biopsia de espesor total del estómago, duodeno y yeyuno medio. Se resecó en bloque el yeyuno distal hasta el íleon distal con el enterolito in situ y se realizó una anastomosis término-terminal. También se extirpó el ganglio linfático ileocólico agrandado. Después de la operación, se colocó una sonda de alimentación esofágica.
El enterolito fue enviado para análisis de cálculos. Pesaba 18,1 g y en el exterior presentaba una costra externa apta para el análisis. La composición de la corteza era predominantemente fosfato cálcico con una menor proporción de carbonato cálcico. El nido central del cálculo era fibroso, probablemente pelaje o pelo, y no era adecuado para el método analítico.
El paciente tuvo una recuperación normal y fue dado de alta 2 días después de la operación. La alimentación por sonda esofágica continuó durante 10 días con un aumento gradual del apetito. A los 3 meses de seguimiento, hubo un aumento de peso significativo (4,55 kg), y el dueño informó que el gato tenía un comportamiento normal, sin más diarrea ni estreñimiento y solo dos incidentes de vómitos solo de bilis.
La ecografía abdominal mostró una leve inflamación residual del sitio quirúrgico y una reducción general del engrosamiento muscular del intestino delgado. Debido a la marcada mejoría de los signos clínicos y al aumento de peso, no se inició ningún tratamiento para la enteropatía crónica.
ENTEROLITO RELACIONADO CON UN ESTASIS INTESTINAL
Tal y como comentan los autores, la enterolitiasis rara vez se informa en animales de compañía y se sabe poco sobre la fisiopatología, los diversos factores de riesgo y el enfoque del tratamiento. Este informe de caso, comentan, describe enterolitiasis en un gato con un sitio focal de patología intestinal estructural y enteropatía inflamatoria crónica difusa.
“La composición del enterolito sugiere una fisiopatología crónica, con un nido central que es más consistente con un tricobezoar”, han añadido. Por otro lado, la revisión de la literatura disponible en otras especies “propone que la presencia de un enterolito casi siempre se asocia con alguna forma de estasis intestinal mecánica en lugar de dismotilidad difusa”.
Como tal, la identificación de un enterolito “debería impulsar la investigación del intestino en busca de enfermedades que puedan provocar estasis local, como estenosis, neoplasia o enteropatía inflamatoria”.
En este caso concreto, los autores han planteado la hipótesis de que el segmento yeyunal engrosado fue causado por una enteropatía inflamatoria grave preexistente, lo que llevó a una región de hipomotilidad intestinal, que puede haber predispuesto al desarrollo de un tricobezoar. Asimismo, “el pH más alcalino del yeyuno distal y el íleon probablemente creó el ambiente ideal para la formación del enterolito alrededor de un tricobezoar que actúa como un nido central”.
En este punto, comentan que “otros autores han especulado sobre el papel de la ingesta de calcio en la formación de enterolitos. Sin embargo, esto parece poco probable en nuestro caso por las siguientes razones: una dieta con buena variedad de alimentos a base de pienso y comida húmeda, y no se han reportado antecedentes de pica”.
Por último, en cuanto al diagnóstico, añaden que “las radiografías abdominales son útiles para diferenciar los enterolitos mineralizados de otros cuerpos extraños intestinales debido a su apariencia característica, y las imágenes complementarias (p. ej., ecografía) o la laparotomía exploratoria son importantes para investigar la causa subyacente.