El médico veterinario Jorge Humberto Giraldo Caballero, magíster en Salud Animal de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), tomó muestras fecales de 422 terneros distribuidos en los municipios araucanos de Saravena, Fortul, Arauquita y Tame. Con las muestras identificó que la prevalencia del parásito Cryptosporidium es del 10,4 %, lo que demuestra su presencia en el trópico bajo húmedo colombiano (regiones cálidas).
“Aunque las prevalencias de Cryptosporidium spp. alrededor del mundo son variadas y dependen de factores como la edad de los terneros, el estado inmunológico, el consumo de calostro (primera leche materna), la condición corporal, la dieta, las fuentes de agua, el manejo y la higiene del sistema, en Colombia se ha reportado prevalencias entre el 18 y 22 % en el trópico alto (regiones frías)”, expresa el investigador.
A pesar de que el parásito está ampliamente distribuido en aves, mamíferos e incluso humanos, en el ganado afecta a los terneros, especialmente antes del primer mes de vida, cuando empiezan a presentar un cuadro clínico de diarrea por mala absorción, falta de apetito y fiebre, lo que conlleva deshidratación, por lo que pueden fallecer si no reciben atención oportuna.
En la investigación se realizó una caracterización molecular del protozoario para identificar cuáles son las subespecies que se distribuyen en el departamento. Así, se identificaron las especies circulantes: C. parvum (11,36 %), C. bovis (34,09 %), C. ryanae (45,45 %), C. baileyi (4,55 %) y C. occultus (4,55 %).
“El hecho de identificar en Colombia C. occultus en terneros predestetos (antes del destete) es importante porque no se han encontrado publicaciones de esta especie en América, por lo que se convierte en el primer reporte de esta especie en el continente”, añade el médico veterinario.
Además, la especie C. baileyi es propia de las aves, por lo que el investigador infiere que “existe una contaminación accidental de las llamadas aves de traspatio con el ganado, principalmente por el sistema de producción del departamento, en el que los corrales tienen un contacto directo con las aves”.
La investigación mostró que en Saravena está el mayor número de fincas infectadas con la subespecie C. ryanae, seguido de Fortul y Arauquita. Así mismo, en Saravena se encontró la mayor presencia de C. baileyi, asociada con las aves. El trabajo fue dirigido por el docente Jimmy Vargas, director del Instituto de Genética de la UNAL.
UN PARÁSITO DE VIDA CORTA, PERO DE GRANDES IMPACTOS
Cryptosporidium es un parásito que genera signos clínicos entre la segunda y tercera semana de vida en los terneros, y por sus características en su ciclo de vida hace que su manifestación más evidente sea la diarrea.
“Este microorganismo tiene una particularidad y es la capacidad de generar autoinfección, lo que significa que cuando termina su ciclo de vida dentro del intestino tiene una fase asexual, luego una sexual con la que sale nuevamente por las heces”, explica el magíster.
Sin embargo, el médico veterinario indica que existen unos quistes de pared delgada que no necesitan salir al ambiente e inicia nuevamente otro ciclo de vida dentro del intestino del animal, de ahí los altos impactos en la producción.
Explica que, “de cada 100 terneros 10 van a adquirir el parásito y un poco más del 60 % presentarán diarrea, retrasos en el crecimiento y, por ende, en la producción. En Arauca generalmente se desteta un ternero en un peso promedio de 180 a 200 kilos. Si el ternero tuvo diarrea y sobrevive el destete se hará con suerte a los 160 kilos”.
“Al precio que está el ganado ahora, por los terneros destetos pagan alrededor de 7.800 pesos el kilo según la raza. Pero si dejé de ganar 20 kilos, esto representa pérdidas por ternero de más de 156.000 pesos. Las cuentas aumentan si son los 10 terneros, y en un departamento con un inventario ganadero de 1.275.000 cabezas, las pérdidas serán mayores”, indica el investigador.
CARACTERIZACIÓN MOLECULAR DEL CRYPTOSPORIDIUM
Para identificar las subespecies circulantes en Arauca se tomaron directamente del recto del animal 20 gramos de material fecal de 422 terneros antes del destete. Luego, mediante la técnica de flotación sacarosa/salina se midió la concentración de los ooquistes (quiste en forma de cigoto de un parásito).
Lo primero que se hizo fue agrupar los terneros: de 1 a 2 meses, de 2 a 3 meses, 3 a 4 meses y de 4 a 8 meses para tomar las respectivas muestras. Así se extrajo el ADN, y a través de una prueba PCR se amplificó.
“Los tratamientos para la criptosporidiosis no son efectivos ni existe vacuna, por eso lo mejor es adelantar un programa de cría de terneros en la que se puedan controlar los factores asociados con el riesgo de ocurrencia de Cryptosporidium spp., y se debe incluir el suministro de calostro antes de las 12 horas posparto, contemplar la realización de pesebreras con cama de tamo de arroz de 15 cm de espesor y que los animales puedan permanecer aislados durante el primer mes de vida”, concluye.