La enfermedad de Alzheimer (EA) es la principal causa de demencia entre los adultos a partir de cierta edad. Las opciones de tratamiento actuales para la EA son limitadas y la ausencia de animales de investigación adecuados ha obstaculizado significativamente el desarrollo de nuevas terapias para la EA.
Por otro lado, el deterioro cognitivo canino (DCC) o demencia canina, es un determinante importante de la morbilidad en animales mayores, con alteraciones en los biomarcadores sanguíneos, la neuropatología, la fisiología y el comportamiento comparables a los observados en humanos diagnosticados con demencia y EA.
Existen similitudes sustanciales en las características clínicas entre la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo canino. Estas características compartidas incluyen la progresión de la neurodegeneración, la neuropatía y los cambios de comportamiento como la desorientación, la pérdida de memoria y los ciclos de sueño interrumpidos.
Ambas condiciones exhiben etiología, presentación clínica e histopatología similares. El entorno de vida compartido de perros de compañía con CCD y humanos ofrece una perspectiva ventajosa de “Una Sola Salud” para examinar la influencia de los factores ambientales en la manifestación de la enfermedad.
Un artículo reciente plantea que las similitudes entre la neurodegeneración progresiva, la neuropatía y los signos de comportamiento observados en el deterioro cognitivo canino se parecen a aspectos de la EA, y la desorientación, la pérdida de memoria y los cambios en los ciclos del sueño los convierten en sustitutos adecuados y prácticos de la demencia humana e investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer.
Como primer punto, los autores han destacado que, debido a su papel fundamental en el diagnóstico y tratamiento de la CCD, “los veterinarios están bien posicionados para convertirse en contribuyentes importantes a este enfoque de investigación interdisciplinario”.
El diagnóstico de la EA en humanos implica un enfoque multidisciplinario integral, que incluye la evaluación del equilibrio, las respuestas sensoriales y los reflejos, así como entrevistas con el paciente y su familia, evaluación de la memoria y las habilidades cognitivas.
Si bien se puede hacer un diagnóstico probable de enfermedad de Alzheimer utilizando una combinación de sintomatología y biomarcadores, se acepta universalmente que la confirmación de un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer es la verificación neuropatológica post mortem de cambios cerebrales específicos, incluidas las placas seniles y los ovillos neurofibrilares. De manera similar, el diagnóstico de CCD es multifacético y presenta consideraciones únicas.
En veterinaria, los exámenes físicos y neurológicos cuidadosos, los análisis de sangre y los estudios de imágenes (p. ej., tomografías computarizadas o resonancias magnéticas, si están disponibles) son esenciales para excluir otras afecciones con síntomas similares.
Se debe excluir, comentan los autores, cualquier enfermedad con síntomas como el deterioro cognitivo canino, incluidos tumores cerebrales, osteoartritis y desequilibrios metabólicos. El diagnóstico se basa principalmente en la observación de la clínica.
Por lo tanto, un conocimiento profundo tanto de la CCD como de la EA “es crucial para lograr un diagnóstico temprano y un tratamiento eficaz”.
La creciente convergencia de la tecnología y la investigación promete nuevas estrategias analíticas que pueden remodelar el panorama de la salud cognitiva tanto para humanos como para animales. La capacidad de los veterinarios para identificar cambios de comportamiento iniciales relacionados con el deterioro cognitivo canino es vital para el diagnóstico temprano.
Estos datos “proporcionarán a los investigadores del deterioro cognitivo canino y enfermedad de Alzheimer una plataforma cuantitativa para desarrollar nuevas estrategias analíticas para el diagnóstico, la prevención y el tratamiento”.
Tanto el CCD como la EA comparten un deterioro progresivo de la función cognitiva, incluida la memoria, la atención y la capacidad de resolución de problemas. Sin embargo, “los mecanismos subyacentes que conducen al deterioro cognitivo en perros y humanos no son idénticos”.
La patología característica de la enfermedad de Alzheimer es la acumulación de proteína β-amiloide en el cerebro, que forma placas e interrumpe la comunicación neuronal. La patología del deterioro cognitivo canino se comprende menos, pero se ha relacionado con el estrés oxidativo y la inflamación en el cerebro y la pérdida de células cerebrales. A pesar de las diferencias, existen varias estrategias de tratamiento que se pueden utilizar para controlar los síntomas e intentar frenar la progresión del CCD.
Estudios recientes destacados por los autores remarcan el papel de la inflamación y el estrés oxidativo en el desarrollo y la progresión de la EA, lo que genera “un mayor interés en el uso de agentes antiinflamatorios y antioxidantes para el tratamiento de los pacientes”.
Las intervenciones farmacológicas para la enfermedad de Alzheimer incluyen inhibidores de la colinesterasa, que aumentan los niveles de acetilcolina en el cerebro, y memantina, que regula la actividad del receptor N-metil-D-aspartato, los cuales están involucrados en la memoria y el aprendizaje.
Estos tratamientos disponibles para la EA tienen una eficacia limitada y solo brindan alivio sintomático sin curar ni retardar la progresión de la enfermedad de Alzheimer. Existe una necesidad apremiante de desarrollar nuevas terapias dirigidas a las patologías subyacentes de acumulación de proteína β-amiloide y tau, así como a la neuroinflamación.
Si bien los avances en la ciencia y la medicina han permitido que las personas y las mascotas vivan vidas más largas y saludables, “estos logros han resultado en una mayor incidencia de afecciones crónicas asociadas con la edad avanzada y un aumento dramático de enfermedades neurodegenerativas, como la EA y la CCD”.
La investigación sobre el desarrollo de fármacos destinados a ralentizar o detener la progresión de enfermedades neurodegenerativas se ha visto obstaculizada por “la falta de sustitutos animales de investigación adecuados que emulen la progresión natural de la enfermedad en las personas”.
No obstante, la capacidad de los veterinarios para identificar pacientes con signos tempranos de CCD “acelerará los estudios de investigación y los procesos de desarrollo de fármacos, y serán los primeros beneficiarios de avances medicinales pioneros, que mejorarán profundamente la salud y la calidad de vida de sus pacientes y clientes”.
Los Centros de Investigación en Salud Veterinaria (VHRC), comentan los autores, son un ejemplo de innovación liderada por profesionales veterinarios en ensayos clínicos. En lugar de depender de animales de investigación criados específicamente con enfermedades inducidas artificialmente, “VHRC cultiva relaciones estrechas con veterinarios que tratan a animales que exhiben naturalmente estas condiciones”. Al aprovechar esta “invaluable experiencia” y estudiar estos casos genuinos, “nuestra investigación no solo aborda desafíos críticos en la salud animal, sino que también tiene implicaciones para la salud humana”.
El estudio propuesto por VHRC sobre perros superando la memoria y el envejecimiento geriátrico (DOGMA) “es un ensayo clínico traslacional basado en la práctica diseñado para generar beneficios de amplio alcance”.
El estudio DOGMA “representa un enfoque innovador e interdisciplinario de “One Heatlh” que tiene el potencial de mejorar nuestra comprensión y tratamiento tanto del CCD como de los trastornos neurodegenerativos humanos”.
Al identificar e inscribir a perros de edad avanzada diagnosticados con deterioro cognitivo canino durante exámenes de bienestar de rutina, “su impacto se extenderá a los propietarios, a los investigadores que estudian la demencia y la EA, y a los cuidadores de aquellos afectados por estos trastornos”.+
En resumen, los autores consideran que “un esfuerzo de investigación colaborativo que involucre a profesionales médicos y veterinarios en el contexto de "Una Sola Salud" puede dar como resultado una mejor comprensión de los mecanismos subyacentes de la CCD y la enfermedad de Alzheimer, lo que conduciría al desarrollo de tratamientos más efectivos”.
Y añaden que “hasta ahora, los veterinarios han desempeñado papeles limitados como líderes interdisciplinarios en la iniciativa One Health para combatir enfermedades”.
Así, “el estudio que aquí proponemos se llevará a cabo en consultorios veterinarios y analizará la relación entre los biomarcadores sanguíneos y el comportamiento biométrico en perros maduros y mayores, con el objetivo de establecer datos del deterioro cognitivo canino de referencia”.
DOGMA “crea un puente único entre la comprensión médica veterinaria y humana, ofreciendo una oportunidad invaluable para la comparación entre especies”.