El colapso traqueal (CT) en perros es un trastorno estructural degenerativo de la pared traqueal, que resulta en un colapso dinámico excesivo (generalmente dorsoventral) de la luz traqueal siempre que la presión extraluminal excede la presión intraluminal. La aposición de la mucosa traqueal, así como el aire turbulento a través de una luz traqueal estrecha, pueden inducir dificultad respiratoria, estridor traqueal y tos. Todo esto predispone a la inflamación crónica, induciendo un círculo vicioso.
No se ha establecido la etiología completa, pero parece estar implicado un origen multifactorial, que incluye anomalías congénitas (condromalacia) y afecciones adquiridas (como enfermedades crónicas de las vías respiratorias, degeneración del cartílago y traumatismos). Tradicionalmente, el CT se ha descrito como un trastorno respiratorio aislado en perros, pero más recientemente, un creciente conjunto de investigaciones ha documentado su aparición con muchas otras enfermedades cardiorrespiratorias.
Estructuralmente, los anillos traqueales de los perros afectados muestran deficiencias de glicoproteínas, glicosaminoglicanos y calcio, así como una disminución del contenido de agua, lo que resulta en una pérdida de rigidez del cartílago. Existe una mayor tasa de incidencia en perros pequeños, y es especialmente frecuente en Yorkshire terriers, bichones malteses y Pomerania. Ocasionalmente, se ha descrito en razas grandes.
Uno de los signos más comunes de CT es una tos seca, áspera y persistente, a veces descrita como una tos tipo “bocinazo”, que puede progresar hasta convertirse en un ruido sibilante, dificultad para respirar o desmayo.
La concurrencia de tos y aumento de la sensibilidad a la palpación de la tráquea puede indicar la presencia de inflamación traqueal asociada, cuyo tratamiento puede proporcionar mejoras generales en el paciente al interrumpir el círculo vicioso colapso de la vía aérea-inflamación-tos. En estos casos puede existir una indicación para el uso de corticoides.
En humanos y gatos con enfermedades de las vías respiratorias, los corticosteroides inhalados han demostrado eficacia comprobada para el control de la tos y se consideran el estándar de atención en lugar de los corticosteroides orales.
El uso de corticosteroides inhalados ha demostrado recientemente su eficacia en el tratamiento de perros con CT y otras causas de tos. El tratamiento inhalado permite concentrar directamente los beneficios farmacológicos en el tejido diana y evitar en su mayoría sus consecuencias negativas a nivel sistémico, con una ligera supresión del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal (HPAA). Esto es especialmente interesante para pacientes con enfermedades crónicas que requieren regímenes prolongados o intermitentes de alta frecuencia.
A pesar de los beneficios clínicos teóricos, ningún trabajo prospectivo ha comparado los efectos terapéuticos de los corticosteroides inhalados versus orales en perros con tos y CT.
En este sentido, un estudio, realizado por los veterinarios españoles Jesús Talavera, Oscar Sáez y María Josefa Fernández del Palacio, ha sido evaluar la eficacia comparativa de los corticosteroides orales versus inhalados en paralelo a la aparición de poliuria-polidipsia como marcadores de hiperadrenocorticismo iatrogénico y las diferencias en la tolerancia y adherencia a cada régimen de tratamiento durante un período de 4 semanas. La hipótesis barajada fue que los corticosteroides inhalados proporcionarían respuestas positivas comparables a los orales, con menos concurrencia de poliuria-polidipsia y buena tolerancia y adherencia al tratamiento.
Se incluyeron y asignaron aleatoriamente treinta perros a un grupo de tratamiento con prednisona oral (OG, 14) o al grupo de fluticasona inhalada (IG, 16).
Posteriormente, se monitorizó una puntuación clínica (CS) basada en cuatro parámetros clínicos (dificultad respiratoria, episodios de tos, frecuencia de la tos, sensibilidad traqueal). Semanalmente se controló la ingesta de agua, los hábitos de micción y la adherencia y tolerancia a los tratamientos por parte de dueños y animales.
Los autores identificaron mejoras significativas en los parámetros clínicos en ambos grupos a lo largo del estudio. Las comparaciones entre grupos (OG-IG) no revelaron diferencias significativas, lo que indica una mejora equivalente en ambos tratamientos. La adherencia y la tolerancia fueron comparables. De las semanas 2 a 4, los perros OG tuvieron significativamente más sed y orinaron con más frecuencia que los perros IG.
En conclusión, “la fluticasona proporcionó buena tolerabilidad y eficacia en el control de la tos en perros con colapso traqueal y mostró una menor incidencia de signos de Síndrome de Cushing (aumento de la sed y la micción) en comparación con la prednisona. Estos datos alientan el uso de fluticasona inhalada en perros con tos y CT”, comentan los autores.