Investigadores del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza han estudiado el papel que los grandes cambios climáticos y la actividad humana (como la ganadería) jugaron en la extinción de los últimos équidos salvajes de Europa (el caballo salvaje Equus ferus, y el asno salvaje Equus hydruntinus).
Los resultados del análisis de dientes fósiles de caballos y asnos salvajes que habitaron el sur de la Península Ibérica durante la Edad de Hielo revelan que la presencia humana, y no el calentamiento del clima, pudo provocar la extinción de los últimos équidos salvajes de Europa. La revista internacional Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology publica los resultados del estudio realizado por los paleontólogos Flavia Strani, investigadora Juan de la Cierva, y Daniel DeMiguel, investigador ARAID, adscritos al Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza.
Comprender cómo respondieron los grandes mamíferos a los cambios climáticos del pasado es crucial para entender el futuro de las especies actuales ante el calentamiento global, y con ello promover actividades de conservación exitosas para proteger a las especies actuales en riesgo de extinción.
Hasta la fecha, la hipótesis que se manejaba era que la reducción de los ecosistemas de estepa (como consecuencia del aumento de las temperaturas globales que marcó el final de la Edad de Hielo) fue la principal causa de la desaparición de los équidos salvajes, así como de parte de la “megafauna” (grandes mamíferos que vivieron durante la edad de hielo, como los mamuts y los rinocerontes lanudos).
RECONSTRUCCIÓN DE DIETAS
El estudio se llevó a cabo analizando los dientes fósiles de caballos y asnos salvajes que habitaron el sur de la Península Ibérica durante la Edad de Hielo (un periodo que duró entre hace 115.000 – 11.700 mil años), para reconstruir sus dietas y así entender si podían adaptarse a la reducción del bioma de estepa debido al cambio climático. En concreto, se estudiaron las marcas microscópicas que el alimento deja en la superficie de los dientes durante la masticación. De este modo ha sido posible averiguar el tipo de plantas de las que los équidos se alimentaron, si fueron hierbas y gramíneas en hábitats abiertos o por el contrario frutas y hojas en zonas boscosas cerradas.
Los resultados han mostrado, sorprendentemente, que estos équidos salvajes podían alimentarse, al menos por un tiempo, de plantas distintas a las herbáceas, algo que les habría permitido sobrevivir a la reducción de la estepa. De esta manera, el trabajo publicado sugiere que la desaparición de estos équidos salvajes tras la Edad de Hielo no se debió al cambio en el clima, sino más bien a la presencia de los humanos tanto por la introducción de ganadería que competían por los mismos recursos, como por interrumpir las rutas que conectaban las poblaciones de la megafauna.