El virus del moquillo canino (CDV, por sus siglas en inglés) es un morbillivirus de ARN envuelto y que desencadena trastornos respiratorios, entéricos y neurológicos graves. El CDV induce brotes devastadores en animales salvajes y en peligro de extinción, así como en perros domésticos en países con programas de vacunación subóptimos. Asimismo, está estrechamente relacionado con el virus del sarampión, igualmente muy contagioso.
Investigadores suizos han determinado por primera vez la estructura de la "proteína de acoplamiento" del virus del moquillo canino y la han representado a nivel molecular. Esto sienta las bases para desarrollar nuevas terapias para un mejor manejo de las enfermedades inducidas por CDV y virus relacionados, como el virus del sarampión.
Ambos patógenos infecciosos son virus rodeados por una envoltura en la que sobresalen sus "proteínas de acoplamiento", similar a la proteína de pico en el coronavirus. Estos virus inducen infecciones respiratorias y encefalitis mortal, aunque la alta incidencia de infecciones cerebrales es exclusiva del CDV. A pesar de la disponibilidad de una vacuna eficaz, el sarampión todavía mata a más de 100.000 personas cada año.
NINGÚN FÁRMACO ANTIVIRAL APROBADO ACTUALMENTE
Para el sarampión, los antivirales actuarían como un complemento a las campañas de vacunación. Y para el virus del moquillo canino, los medicamentos antivirales pueden apoyar el manejo de enfermedades en especies susceptibles y en peligro de extinción que están en cautiverio, por ejemplo, pandas.
Sin embargo, actualmente no se ha aprobado ningún fármaco antiviral morbillivirus. Para desarrollar medicamentos antivirales efectivos, se necesita una mejor comprensión de la estructura de los virus del sarampión y el moquillo canino y los mecanismos que les permiten ingresar a las células humanas y animales.
En el estudio publicado, se ha logrado por primera vez la determinación de la estructura de la "proteína de acoplamiento" del virus del moquillo canino y representarlo a nivel molecular. Estos hallazgos permiten desarrollar sustancias activas "a medida" contra la "proteína de acoplamiento" que evitan que el virus ingrese a las células huésped.
La estructura revela que la proteína H morbiliviral se compone de tres dominios principales: tallo, cuello y cabezas. La característica más inesperada descubierta fue que la arquitectura asimétrica inherente del tetrámero H de CDV moldeado por el cuello, se pliega en una conformación doblada de casi 90° con respecto al tallo. En consecuencia, “dos dímeros de cabeza H que se unen al receptor que no están en contacto, que también están inclinados uno hacia el otro, están ubicados en un lado de un dominio de tallo de cuatro haces helicoidales entrelazados”.
"El hecho de que pudiéramos determinar la estructura representa un gran avance. Esto ahora nos permite comprender cómo los diferentes subdominios se organizan espacialmente entre sí, y nos brinda un plan valioso para desarrollar medicamentos antivirales de próxima generación”, celebran los autores de la investigación.
MOQUILLO EN FAUNA SALVAJE DE ASTURIAS
Con una superficie de 10.603 km2, la región de Asturias en España es un punto caliente de diversidad de carnívoros, que incluye las poblaciones más grandes de lobo (Canis lupus) y oso pardo euroasiático (Ursus arctos arctos) en el suroeste de Europa.
En 2020-21 registraron la muerte por moquillo en cuatro especies de carnívoros, incluidos tres mustélidos (el tejón euroasiático Meles meles, la marta europea Martes martes y el turón europeo Mustela putorius) y un cánido (zorro rojo, Vulpes vulpes). “Los signos clínicos y la patología fueron similares en todas las especies y coincidieron con la aparición de una cepa viral altamente patógena, con antígeno CDV localizado principalmente en el sistema nervioso central, pulmones, bazo y ganglios linfáticos”.
Para conocer más sobre la presencia del virus en la fauna de la comunidad, recientemente se realizó un estudio que incluyó ocho especies de carnívoros silvestres, además de lobo ibérico, el oso pardo euroasiático, el visón americano y la garduña. La investigación reveló un 19,51 % (16/82) de positividad.
Según explicaron los autores, el análisis filogenético demostró que el virus del moquillo canino pertenecía al linaje europeo. Una encuesta serológica retrospectiva (2008-2020) mostró una alta seroprevalencia de anticuerpos contra el CDV (43,4 %) en 684 tejones analizados, “lo que indica una circulación viral a largo plazo, aunque no estable, en esta comunidad de múltiples huéspedes”.