Desde la segunda mitad del siglo XX, los avances en higiene y medicina han reducido la prevalencia y los efectos de las enfermedades infecciosas, gracias a soluciones farmacológicas como las vacunas y los antiinfecciosos. Sin embargo, el cambio climático y las transformaciones que provoca en los ecosistemas están haciendo que reaparezcan enfermedades “del pasado”, como la tuberculosis en los países occidentales y la malaria y el cólera después de las inundaciones en Pakistán en el verano de 2022. Muchas enfermedades infecciosas son zoonóticas, es decir, se transmiten entre animales y humanos, y el impacto del cambio climático en las enfermedades animales tiene repercusiones en la salud pública y la seguridad alimentaria, así como en la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas.
Los efectos del cambio climático en la salud de los animales y los patógenos están relacionados con cambios en las condiciones de vida de los animales y la transformación de los ecosistemas que provoca el cambio climático. Los impactos del cambio climático en los seres humanos y los animales son interdependientes.
A este respecto, el Gobierno de Francia ha analizado el impacto del cambio climático en la salud de los animales y los ecosistemas, y en consecuencia, de las personas.
ENFERMEDADES METABÓLICAS E INFECCIOSAS
El cambio climático puede tener impactos directos en la fisiología de los animales, como el estrés térmico provocado por las sequías y las olas de calor, que son fuente de sufrimiento, deshidratación, trastornos cardiorrespiratorios y pérdida de peso. Estos efectos pueden alterar los rendimientos productivos del ganado y amenazar la salud general de las poblaciones animales. Además, las enfermedades no transmisibles, como los trastornos metabólicos o reproductivos, pueden ser la consecuencia directa de las condiciones climáticas.
“Los efectos del cambio climático pueden reforzarse para el ganado alterando la alimentación animal durante episodios climáticos extremos, como la disminución de los rendimientos de forraje, el menor valor nutritivo de los cereales y pastos, la dificultad para acceder al agua, entre otros”, comentan.
El cambio climático también está teniendo un impacto significativo en la propagación de enfermedades infecciosas. “El aumento de las temperaturas está promoviendo la propagación de enfermedades parasitarias o transmitidas por vectores”. Además, el cambio climático puede alterar los ciclos de los patógenos, lo que conduce a un crecimiento más rápido de los patógenos fuera del huésped y a una presencia estacional prolongada.
Las garrapatas, por ejemplo, estarían más activas durante más tiempo del año, aumentando el riesgo de infección por enfermedades como la piroplasmosis y la enfermedad de Lyme. Los cambios en las precipitaciones también pueden influir en la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la Fiebre del Valle del Rift. “Este virus ha sido observado en regiones donde anteriormente no estaba presente, como el Océano Índico y Mayotte. En general, el cambio climático está alterando los patrones de propagación de enfermedades y aumentando los riesgos para la salud humana y animal”, lamentan desde el Gobierno francés.
Por lo tanto, “es necesario tomar medidas para enfrentar los impactos del cambio climático en la salud animal, como establecer redes de vigilancia, promover la acción de las agencias de salud”. La adaptación implica desarrollar estrategias de manejo y nutrición animal para proteger la salud del ganado, mejorar la calidad y la eficiencia del uso del agua y del suelo, y reducir la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas y alimentarios. También es importante “fomentar la investigación y el desarrollo de nuevas soluciones farmacológicas y técnicas para prevenir y tratar las enfermedades animales”.
Informes de casos de fiebre del valle del Rift en ganado (2006-2011)
ALTERACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS
El cambio climático está alterando los ciclos de vida y los ecosistemas, lo que facilita la transmisión de enfermedades entre especies animales. La degradación de los hábitats naturales obliga a las especies animales a desplazarse a nuevas áreas, lo que lleva a encuentros con otras especies y aumenta la competencia por los alimentos. En algunos casos, según señala el texto, estos encuentros pueden resultar en la aparición de enfermedades, como el virus Nipah, que se relaciona con el movimiento de poblaciones de murciélagos hacia áreas de cría de cerdos.
Además, los cambios en las rutas de migración y el calendario de las migraciones estacionales de animales pueden aumentar la escala de las epidemias. El calentamiento global también puede tener repercusiones en la salud de las poblaciones de aves migratorias y especies acuáticas, “lo que podría provocar un desplazamiento y una disminución en el tamaño de muchas especies de peces”.
El cambio climático modifica la probabilidad que ocurran enfermedades animales en una región dada. Las enfermedades transmitidas por vectores se han vuelto más frecuentes y ahora afectan a un área geográfica más grande. Sin embargo, los riesgos para la salud varían de una región a otra.
El informe explica que los países de renta alta suelen tener la capacidad de controlar las principales enfermedades infecciosas mediante la organización de la vigilancia, la supervisión del movimiento de animales domésticos, la vacunación o la aplicación de otras medidas decididas caso por caso. Por otro lado, los países de ingresos bajos y medianos son generalmente más vulnerables debido a la menor capacidad para monitorear las enfermedades animales e implementar operaciones de salud animal para tratarlas.
La gestión del riesgo depende de la capacidad de los agentes para financiar las actividades relacionadas con salud animal. Las características del sistema alimentario local, particularmente en términos de densidad de población animal, condicionan las consecuencias del calentamiento global.
NECESIDAD DE UN ENFOQUE ONE HEALTH
Las acciones públicas destinadas a abordar el cambio climático y sus consecuencias adversas en la salud animal forman parte de un enfoque de One Health destinado a abordar los problemas de salud animal, humana y del ecosistema juntos.
Una estrategia puede apuntar a limitar la aparición y propagación de enfermedades animales mediante el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica, con el fin de identificar patógenos, intervenir en las fases de transmisión y limitar el contagio. El carácter transfronterizo de las epizootias, sin embargo, invita a pensar en acciones colectivas a escala internacional.
Las organizaciones internacionales han desarrollado redes que permiten a los países emitir alertas cuando se diagnostican enfermedades reglamentadas, y la red mundial de expertos de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sobre la gripe o la gripe animal (OFFLU) se dedica al seguimiento de las cepas de virus en animales.
El fortalecimiento de estas herramientas de recopilación de datos podría contribuir, según explican, a los programas de investigación destinados a comprender mejor el nexo entre la salud animal, el cambio climático y la biodiversidad, con miras a una gestión integrada basada en One Health.
“Es importante dar alta prioridad a este campo de investigación para que las actividades relacionadas con las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático no tengan efectos negativos sobre la biodiversidad”.
Los impactos del cambio climático en las enfermedades animales están siendo cada vez más considerados, “pero el tema es complejo y aún se desconocen muchos fenómenos”. Para comprender mejor los procesos involucrados, se necesitan datos epidemiológicos más completos y estudios prospectivos que integren diferentes hipótesis, y que consideren las interacciones entre la biodiversidad, la salud animal, el clima y las actividades humanas, incluyendo la agricultura.
Principales enfermedades emergentes enumeradas en las diferentes regiones del mundo, para las que se establece una correlación con el cambio climático
En resumen, “es esencial mejorar la vigilancia de enfermedades animales utilizando diferentes escalas de cooperación". En cuanto a las acciones de control de enfermedades, deberán desarrollarse soluciones adaptadas al contexto, especialmente en lo que respecta a los sistemas ganaderos, para mejorar la salud de las poblaciones animales, aumentar la productividad de las granjas y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. “La sanidad animal es crucial en las estrategias de salud pública, seguridad alimentaria, protección de la biodiversidad y lucha contra el cambio climático”, concluye el documento.