¿Cuál es el impacto medioambiental de los antiparasitarios para mascotas?

Los parasiticidas son productos ampliamente utilizados y que se aplican en perros y gatos para prevenir o matar pulgas y garrapatas. Para conseguir su efecto, contienen una serie de productos químicos tóxicos.

En un nuevo informe, investigadores del Imperial College de Londres afirman que existe una necesidad urgente de revisar las evaluaciones de riesgos y las prácticas de prescripción de estos productos químicos. Muchos de estos parasiticidas contienen un químico de la clase de los neonicotinoides. Estos productos han sido prohibidos para su uso agrícola en los cultivos, ya que se ha demostrado que afectan a las abejas y otros insectos polinizadores importantes para los ecosistemas.

Sin embargo, dichos compuestos todavía se venden ampliamente como parasiticidas para mascotas, ya que se pensaba que no podían llegar al medio ambiente en dosis lo suficientemente grandes.

No obstante, las nuevas mediciones realizadas por los investigadores británicos muestran que los químicos están presentes en los ríos y lagos de los ambientes urbanos, a menudo en concentraciones que se sabe que dañan la vida acuática en experimentos de laboratorio, lo que podría causar efectos secundarios en el ecosistema en general.

El equipo consideró los dos principales pesticidas incluidos en los tratamientos para pulgas y garrapatas: el neonicotinoide imidacloprid y el producto químico fipronil. Actualmente hay 138 productos autorizados de parasiticidas para mascotas en el Reino Unido que contienen imidacloprid y 396 que contienen fipronil.

Existen aproximadamente 25 millones de gatos y perros en el Reino Unido, muchos de los cuales son tratados con parasiticidas varias veces al año, con algunos productos que recomiendan dosis mensuales. Algunos de estos productos requieren una receta veterinaria, mientras que otros están disponibles para comprar sin receta médica o de forma online.

UNA PIPETA PUEDE MATAR A 25 MILLONES DE ABEJAS

Una vez aplicados, los productos son absorbidos por el cuerpo, permaneciendo en la piel, el cabello y las excreciones. Los productos químicos, por lo tanto, pueden llegar a los cursos de agua naturales a través de aguas residuales domésticas. Se cree que las principales rutas son a través del lavado de manos del dueño, y del lavado de las mascotas y de su ropa de cama y ropa en general.

El imidacloprid y el fipronil son potentes productos químicos que matan invertebrados como los insectos. Un tratamiento mensual para pulgas para un perro grande contiene suficiente imidacloprid para matar a 25 millones de abejas. En los ecosistemas acuáticos, las larvas de insectos están particularmente en riesgo, como las de efímeras y libélulas. Estas especies, entre otras, son alimentos importantes para los peces, las aves y los murciélagos, lo que podría causar efectos secundarios en el ecosistema en general.

“Existe una necesidad apremiante de medir los impactos de estos químicos y sus mezclas en el medio ambiente para cerrar la brecha que suponen los estudios de laboratorio sobre una sola especie, que siguen siendo el enfoque dominante en ecotoxicología. En el campo, todavía tenemos una comprensión muy limitada, especialmente en los ecosistemas acuáticos urbanos", comentan los autores.

Asimismo, el informe cuestiona si el equilibrio ha cambiado de tal manera que “el daño ambiental causado por estos químicos ahora supera los beneficios para las mascotas y los dueños”.

En cuanto a las soluciones propuestas, los autores sugieren aumentar el énfasis en la eliminación segura de los productos cuando se usan.

Con esta nueva evidencia, “también hay una voluntad creciente de reevaluar la regulación de estos productos químicos, por lo que creemos que las cosas se están moviendo en la dirección correcta", concluyen.