A través de la crianza intensiva, los humanos han impulsado a razas como los perros pug y los gatos persas a evolucionar con cráneos muy similares y caras "aplastadas", de modo que sean más similares entre sí que con la mayoría de los otros perros o gatos.
Por primera vez, científicos de la Universidad de Cornell y la Universidad de Washington han descubierto ejemplos de cómo las presiones selectivas derivadas de la cría de gatos y perros han llevado a la "convergencia", la tendencia de animales y plantas no relacionados a desarrollar características similares en condiciones ambientales similares.
En este caso, los investigadores encontraron ejemplos notables de convergencia tanto dentro de estas dos especies domesticadas como entre ellas. La convergencia se observó en razas con caras cortas, conocidas técnicamente como braquicéfalas o "aplastadas".
Como resultado de la selección artificial mediante la crianza, ciertas razas de estas dos especies —que compartían un ancestro común pero que han estado separadas evolutivamente durante 50 millones de año— han convergido a tal extremo que son más similares entre sí que con la mayoría de los miembros de su propia especie o de sus ancestros.
Este fenómeno no se había observado anteriormente en especies domesticadas, según el artículo, que se publica en PNAS.
Cuando los investigadores midieron los cráneos de perros y gatos braquicéfalos, encontraron una superposición sorprendentemente similar entre estas razas de dos especies diferentes.
"Los gatos persas, los perros carlino y los pequinés tienen cráneos muy similares, con caras planas y cortas, y sus hocicos y paladar están inclinados hacia arriba de la misma manera", explica Abby Drake, profesora titular de Cornell. Drake es autora correspondiente del artículo junto con Jonathan Losos, profesor de biología de la Universidad de Washington.
El mismo patrón de convergencia se ha presentado varias veces dentro de cada especie. En los perros, se presentó en razas bulldog, pero luego por separado en razas asiáticas como el pequinés y el shih tzu. En los gatos, se observan los mismos rasgos en las razas persa, himalayo y birmana.
Cuando la convergencia ocurre mediante la selección natural —como en el desarrollo de las alas en aves, murciélagos e insectos— suele ser señal de un rasgo exitoso. En el caso de las especies domesticadas, la evolución ocurre tan rápidamente que puede ofrecer información sobre los procesos evolutivos, afirma Drake.
Los investigadores mapearon las formas del cráneo, las compararon y descubrieron estas similitudes, a pesar de que los ancestros de los gatos y los perros eran bastante diferentes. Los perros descienden de los lobos, animales más grandes con un hocico largo, mientras que los gatos descienden de los gatos monteses, animales más pequeños con una cara y un hocico más cortos.
"Comienzan en lugares diferentes", señala Drake, "pero debido a que los humanos aplicaron las mismas presiones de selección, evolucionaron para parecer casi idénticos entre sí".
La selección artificial mediante la crianza ha dado lugar a una notable diversidad tanto de gatos como de perros, aunque la diversidad canina es aún mayor. Resulta que los perros, como especie, son más diversos que todo el orden de los carnívoros.
"Estamos observando una variación evolutiva muy grande en una especie que lleva evolucionando muy poco tiempo", explica Drake. "Es algo extraordinario en la evolución, que lleva millones de años, pero lo logramos con los perros, llevándolos al extremo".
En este estudio, el equipo también descubrió que los gatos son más diversos como especie que toda la familia Felidae, que tiene 41 especies.
Desafortunadamente, aclara Drake, los humanos han llevado a las razas braquicéfalas a tales extremos que son susceptibles a problemas respiratorios, alimentarios y de parto y no sobrevivirían en la naturaleza.
En el estudio, los investigadores recopilaron mediciones tridimensionales de la morfología craneal a partir de tomografías computarizadas de gatos domésticos, perros, gatos monteses, lobos, especies de las familias Canidae (perros) y Felidae (felinos), y otras especies como comadrejas y morsas del orden Carnivora. Estas mediciones se obtuvieron de instituciones veterinarias, colecciones de museos y MorphoSource, un archivo digital de historia natural.
Pedro Morell, doctor en Biología e investigador posdoctoral en el Centro de Paleogenética de la Universidad de Estocolmo (Suecia), considera que "el estudio hace un concienzudo muestreo y análisis de los datos, que incluyen un gran número de muestras para asegurarse de que los resultados son representativos. Que yo sepa, nadie había hecho una comparación de este tipo antes y hay un par de resultados que son muy interesantes".
"El primero es que tanto los perros como los gatos domésticos presentan varias veces más variación en la forma del cráneo que todas las especies salvajes de sus respectivas familias. Esto atestigua lo fuerte que ha sido la selección artificial sobre este carácter y cómo los humanos lo hemos modificado de acuerdo con nuestras necesidades y preferencias estéticas", expone Morell.
"El segundo es que, mientras que las variedades con cráneo más alargado presentan un patrón divergente entre las dos especies, y más afín a sus parientes salvajes, los que tienen el cráneo achatado muestran un patrón convergente, en que al final perros y gatos se parecen más entre ellos que a sus respectivos ancestros no domesticados. Curiosamente, esto también se ve en grandes felinos salvajes, que en este análisis aparecen más cercanos a razas de perro grandes como el mastín pirenaico o el chow chow que a otros felinos más pequeños", añade.
Concluye con que "estos resultados lo que hacen es poner en el foco, una vez más, al importante efecto de la selección, ya sea natural o artificial, a la hora de moldear la evolución de especies que llevan millones de años separadas".